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sábado, 18 de enero de 2014

Cuento: Las misiones del Aguila











Mucho tiempo después de que nuestra águila hiciera su primera misión para el Señor, que fue rescatar a un bebé de un río, siguió volando buscando nuevo sitios o parajes desconocidos.

Siempre atento a la voz del Señor que podía hablarle o indicarle una nueva misión, pero por un tiempo en su cerebro reinaba el silencio más absoluto, solo el graznar de algunos congéneres que se le habían acercado a pedirle ayuda, cosa que al principio le extrañó, pero fiel a si mismo, decidió ayudar a ese grupo de ancianos águilas que solicitaban su apoyo. La sorpresa fue mayúscula cuando vio entre los águilas reunidos en la cresta de la montaña a su último hijo.

-Padre te hemos llamado para que nos ayudes, tenemos problemas con algunos seres humanos que han estado cazándonos sin piedad, diezmando el grupo que habitábamos en los riscos más altos, y queremos apelar a tu sabiduría para que nos indiques de qué manera protegernos antes de ser aniquilados.

El Águila pensó, posiblemente sin darse cuenta se habían acercado a centros poblados o a zonas donde el hombre tiene sus granjas, por ello quizás se hayan sentido amenazados y hayan comenzado a tratar de cazarlos, así que pidiendo sabiduría al Señor, se animó a decirles- bueno amigos, creo que lo más saludable para todos y sobre todo para los que están por anidar, es que busquemos zonas más altas, donde el hombre no habite o esté a mucha distancia, se que eso traerá como consecuencia que la comida será menos abundante, pero he aprendido a comer peces, que en estas zonas hay en abundancia, y podríamos así seguir viviendo lejos del hombre.

Se oyó un murmullo de graznidos unos a favor otros en contra, pero una de las madres águilas dijo,- si tenemos que proteger a los aguiluchos creo que el Águila tiene razón, desde hace mucho tiempo nos hemos visto en la necesidad de huir del hombre, porque siempre busca nuevos territorios, y lastimosamente, en esos territorios habitamos diferentes tipos de animales, si queremos sobrevivir y que las crías lleguen a la primavera deberemos comenzar de inmediato-.

Los más fuertes sobre volaron hacia el norte en busca de nuevas tierras con árboles y riscos que les permitieran anidar, los mayores hacían de vigilantes para evitar que el hombre los sorprendiera y destruyera los nidos, y nuestra Águila comenzó a entrenar a los más jóvenes a volar, y hacer acrobacias arriesgadas pero que les facilitaría la huida en caso de tener que escapar.

Los preparativos les llevó parte del otoño y todo el invierno, pero para la época del celo, ya las águilas habían conseguido un nuevo sitio donde anidar, acantilados de difícil acceso para los hombres, sin carreteras, y algunos sitios con bruscos saltos al vacío, solo capaces de sobre volar por las águilas.

Esta vez, sin ser  animales que se agruparan en manadas, no estaban volando solas, habían buscado la unión para solucionar un problema y entre todos habían logrado su objetivo, preservar su especie.

Llegada la primavera y empezado el ciclo del celo, nuestro águila comenzó de nuevo su vuelo en solitario en busca de nuevos parajes, su misión en este sitio había culminado, ¿o no?.

Lo sabremos en otro capítulo.

Mireya Perez 18/01/2014



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