A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 21 de agosto de 2014

El Manantial...









Hoy con mucho amor y respeto, quiero compartir con ustedes un poema de Anthony de Mello, S.J., de su libro El Manantial  (Ejercicios Espirituales), Editorial Sal Terrae, Santander 1984. España.

Busco las fuentes refrescantes,
vivificantes y saludables
que, al igual que mi cuerpo,
necesita mi espíritu constantemente.

Vuelvo de nuevo a sanar
- recupero otra vez mi propio yo-
en la soledad y el silencio.

Así pues, trato ahora de silenciar
mis palabras y mis pensamientos
tomando conciencia de los sonidos que me envuelven...
o de las sensaciones de mi cuerpo...
o de mi respiración...

Soy activado por el amor.

Y así recupero
y revivo
los momentos en que me he sentido amado,
querido y estimado...

Y me veo a mí mismo saliendo de mí
para amar a los amigos...
a los que están necesitados...
y a toda criatura viviente...

Siento que estoy vivo 
en los momentos de creatividad.

¿Cómo se expresa esto en mi vida?
La paz y la salud las recibo
de mis propias raíces en la naturaleza.

Evoco lo que sucede cuando me hallo en armonía
con la tierra y el cielo,
con los montes, los ríos y los mares...
y los múltiples aspectos
y las estaciones de la naturaleza...

Todo lo encuentro en la oración,
que es para mí fragancia y alimento,
hogar, escudo y medicina.

Evoco las distintas frases de mi oración:
los momentos de  desgarrado clamor...
los días de alborozado agradecimiento...
las épocas de quietud...
presencia...
adoración...

Y recito una plegaria, una canción o un poema
que estimo especialmente,
que deseo recordar toda mi vida
y que querré que pronuncien mis labios cuando muera...


Y yo agrego... 

Loado seas oh mi Señor,
por la Tierra, por los mares,
por los montes, por las nubes,
por la brisa, por la lluvia, 
por las plantas, por las flores,
por los animales, 
por el hombre y  por la mujer
por los niños y por la vida...

Loado seas oh mi Señor...

Nota: esta breve estrofa es un resumen de una canción franciscana, dedicada a nuestro Señor.


Que Dios en su infinita sabiduría y misericordia nos inunde de Paz, amor y comprensión, para poder perdonar y ser perdonados.


Que Dios los Bendiga


Mireya Pérez


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