Siguiendo con el libro de Echart Tolle, TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS UNO, de Editorial Random House Mondadori, Barcelona 2009. Hoy les voy a introducir en el capítulo sobre Hacerse Presente. espero que les ayude y sea de su agrado.
... Podemos aprender a no mantener vivas en nuestra mente las situaciones o los acontecimientos, y en cambio dirigir nuestra atención al prístino y atemporal momento presente, en lugar de dejarnos atrapar en película mentales. Entonces, nuestra misma presencia se convierte en nuestra identidad, no nuestros pensamientos y emociones.
Sólo la presencia puede liberarte del ego, y solo puede estar presente Ahora, no ayer ni mañana. Sólo la presencia puede deshacer el pasado en ti y así transformar tu estado de conciencia.
Mantente alerta. Si hay conciencia en ti, serás capaz de reconocer la voz en tu cabeza como lo que es: un viejo pensamiento, condicionado por el pasado. Si hay conciencia en ti, ya no necesitarás creer en todos los pensamientos que pienses. Son pensamientos viejos, nada más. La conciencia significa Presencia, y sólo la Presencia puede disolver el pasado inconsciente que hay en ti.
Lo que en el Zen llaman satori es un momento de Presencia, una breve escapada fuera de la voz que está en tu cabeza, los procesos de pensamiento y su reflejo en el cuerpo como emociones. Es la emergencia de la espaciosidad interior donde solo estaba antes el alboroto del pensamiento y el tumulto de la emoción.
Para acabar con el sufrimiento que ha afligido a la condición humana durante miles de años, tienes que empezar por ti mismo y asumir la responsabilidad por tu estado interior en cualquier momento dado. Eso significa Ahora. Pregúntate: ¨¿Hay negatividad en mí en este momento?¨. Y entonces, ponte alerta, atento a tus pensamientos y también a tus emociones. Cuidado con la infelicidad de bajo nivel en cualesquiera de sus formas, como descontento, nerviosismo, hartazgo y cosas parecidas. Cuidado con los pensamientos que parecen justificar o explicar esa infelicidad, pero que en realidad la causan. Cuando te haces consciente de un estado negativo dentro de ti, eso no significa que hayas fallado. Significa que lo has conseguido. Hasta que se produce esa conciencia, hay identificación con los estados interiores, y esa identificación es el ego.
Con la conciencia llega la desidentificación respecto de los pensamientos, emociones y reacciones. Esto no se debe confundir con la negación. Los pensamientos, emociones o reacciones se reconocen, y en el momento de reconocerlos, la desidentificación ocurre automáticamente. Tu sentido del yo, de quién eres tú, experimenta entonces un cambio. Antes tú eras los pensamientos, emociones y reacciones; ahora eres la conciencia, la Presencia consciente que contempla esos estados.
Mediante la conciencia, se despersonalizan las emociones e incluso los pensamientos. Se reconoce su naturaleza impersonal. Ya no existe en ellos un yo. Son sólo emociones humanas, pensamientos humanos. Toda tu historia personal, que en último término no es más que un relato, un puñado de pensamientos y emociones, pasa a tener una importancia secundaria y ya no ocupa el primer plano de tu conciencia. Ya no constituye la base de tu sentido de identidad. Tú eres la Luz de la Presencia , la conciencia que es anterior y más profunda que todos los pensamientos y emociones.
La negatividad no es inteligente. Es siempre cosa del ego.
Siempre que tu estado es negativo, hay algo en ti que desea la negatividad, que la percibe como agradable, o que cree que asi conseguirás lo que quieres. De no ser así, ¿quién querría engancharse a la negatividad, sufrir y hacer sufrir a otros, y generar enfermedades en el cuerpo?. Así pues, cuando hay negatividad en ti, si puedes ser consciente en ese momento de que hay algo en ti que obtiene placer de ello o que cree que sirve para un propósito útil, estás haciéndote directamente consciente del ego. En el momento en que ocurre esto, tu identidad ha pasado del ego a la conciencia. Esto significa que el ego se encoge y la conciencia crece.
Si en medio de la negatividad eres capaz de darte cuenta de que ¨en este momento estoy creándome sufrimiento¨, eso bastará para elevarte por encima de las limitaciones de los estados y reacciones egóticos condicionados. Ello abrirá infinitas posibilidades que llegan a ti cuando hay conciencia, otras maneras muchísimo más inteligentes de afrontar cualquier situación. Quedarás libre para deshacerte de tu infelicidad en el momento que reconozcas que no es inteligente.
Cuanto más pasado compartido hay en una relación, más presentes tenéis que estar; de lo contrario os veréis obligados a revivir el pasado una y otra vez.
Una relación auténtica es la que no está dominada por el ego con su creación de imágenes y su búsqueda de sí mismo. En una relación auténtica, hay un flujo hacia afuera de atención abierta y alerta hacia la otra persona, en la que no existe ningún deseo. Esa atención alerta es la Presencia. Es el prerrequisito para toda relación auténtica.
Cuando miras, escuchas, tocas o ayudas a tu hijo en una cosa u otra, estás alerta, en calma, completamente presente, sin desear nada más que ese momento tal como es. De este modo, dejas espacio al Ser. En ese momento, si estás presente, no eres un padre o una madre. Eres el estado de alerta, de calma, la Presencia que está escuchando, mirando, tocando, e incuso hablando. Eres el Ser detrás del hacer.
He estado hablando de esto refiriéndome específicamente a la relación con los hijos, pero, por supuesto, se aplica igual a todas las relaciones.
Hacer nunca es suficiente si descuidas el Ser.
La mayoría de los seres humanos solo ven las formas exteriores, sin ser conscientes de la esencia interior, de igual modo que no son conscientes de su propia esencia y se identifican sólo con su presencia física y psicológica. Pero cuando en tus percepciones hay cierto grado de Presencia, de quietud y atención alerta, puedes sentir la divina esencia de la vida, la conciencia interior o espíritu de cada criatura, de cada forma de vida y reconocerla como algo de tu misma esencia y amarla como a ti mismo.
Cuando trates con personas, en el trabajo o en cualquier otro sitio, dedícales toda tu atención. Tu ya no estás ahí ante todo como persona, sino como un campo de conciencia, de Presencia alerta. La razón original para interactuar con la otra persona_comprar o vender algo, pedir o dar información, etc._ se convierte en secundaria. El campo de conciencia que se produce entre vosotros, se convierte en el propósito primario de la interacción. Ese campo de conciencia se convierte en más importante que la cuestión de la que estáis hablando, más importante que los objetos físicos o mentales. Ser humano se convierte en más importante que las cosas de este mundo. Esto no quiere decir que descuides lo que debes hacer en el terreno práctico. De hecho, lo que se hace resulta no sólo más fácil, sino también más potente, cuando se reconoce la dimensión del Ser y se convierte en primaria. La aparición de ese campo unificador de concienciar entre seres humanos es el factor más importante en las relaciones en el nuevo mundo.
El perdón surge de manera natural cuando te das cuenta de que tus agravios no tienen más propósito que reforzar un falso sentido del yo, mantener al ego en su puesto. Ver es liberarse. La enseñanza de Jesús: ¨Perdona a tus enemigos¨, se refiere al desmantelamiento de una de las principales estructuras egóticas de la mente humana.
Sólo existe un perpetrador de la maldad en el planeta: La inconsciencia humana. Comprender eso, es perdonar de verdad. Con el perdón, tu identidad de víctima se disuelve, y emerge tu verdadero poder, el poder de la Presencia. En lugar de culpar a la oscuridad, prende la luz.
Cuando estás conscientes, cuando estás presente en el Ahora, esa Presencia fluirá en lo que hagas y lo transformará. Habrá calidad y poder en ello. Estás presente cuando lo que haces no es ante todo un medio para conseguir un fin (dinero, prestigio, fama, triunfo), sino una satisfacción en sí misma, cuando hay alegría y vitalidad en lo que haces. Y por supuesto, no puedes estar presente a menos que te hagas amigo del momento presente. Esa es la base de la acción efectiva, no contaminada por la negatividad.
La base de todo lo que nos enseña este capítulo, se basa en dos elementos importantes: el perdón, y vencer el ego. Muchas relaciones personales y familiares se pierden y obstaculizan, cuando el ego interfiere, porque hace que la persona tome decisiones, de las cuales posiblemente se arrepienta después, pero el mismo ego, el pensar que el otro pensará que es un blandengue o sin personalidad (ego al 100%) hace que la relación se dañe o se rompa, y nunca se restablezca, porque el ego impide la aparición del perdón y la aceptación de la posibilidad de cometer errores de apreciación o de cualquier tipo. Dicen que no hay palabra mal dicha, sino mal interpretada. Y es cierto, a veces lo que escuchamos no es recibido en nuestra mente en el mismo contexto con el que fue dado. Se cometen errores de apreciación y hacemos de una mota de polvo, una bola de nieve gigantesca, capaz de destruir en un instante, lo que nos llevó años construir: la amistad, el amor, la confraternidad...
Volvamos a nuestra conciencia interior, y demos cabida en nuestras vidas al Amor en el gran sentido de la palabra, con el amor va pegado el perdón, la aceptación y la ausencia del ego. Se que no es fácil, que debemos trabajar duramente todos los días, para no dejarnos influenciar por ese pequeño demonio que está en nuestra mente y que nos hace creer que somos mejores que los demás, somos iguales, pero a la vez diferentes y únicos, todos los somos, y esa es la gran maravilla de la creación de Dios.
Que Dios los Bendiga
Mireya Pérez.
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