A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 25 de agosto de 2014

Nuestro espacio interior...



Todos los días, al despertar y asomarnos a la ventana, posiblemente veamos hacia el cielo y la mayoría de nosotros le de gracias a  Dios por este nuevo día, otros ni siquiera notarán lo hermoso que amaneció, y sólo estará pendiente del reloj, de bañarse y arreglarse para ir a trabajar, dejar a los chicos en el colegio o ir al supermercado

Así que para ayudarnos en ese día a día, hoy he buscado apoyo en un libro de Eckhart Tolle, TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS UNO, de Editorial Random House Mondadori, S.A. Barcelona, 2009. Y he escogido el capítulo que habla sobre El Espacio Interior. Espero que les guste y sea de mucha ayuda.

...Cuando la conciencia ya no está completamente absorbida por el pensamiento, una parte de ella permanece en su estado original, sin forma, no condicionada. Ese es El espacio interior.

La vida de la mayoría de la gente está llena de cosas en desorden: cosas materiales, cosas que hacer, cosas en que pensar. Su vida es como la historia de la Humanidad, que Winston Churchill definía como ¨Una maldita cosa detrás de otra¨. Sus mentes están llenas de una barahúnda de pensamientos, unos detrás de otros. Esta es la dimensión de la conciencia de los objetos, que es la realidad predominante para muchas personas, y por eso sus vidas están tan desorganizadas. Para que la cordura regrese a nuestro planeta y la humanidad cumpla su destino, la conciencia de los objetos debe estar equilibrada con la conciencia del espacio. El surgimiento de la conciencia del espacio es la siguiente etapa en la evolución de los seres humanos.

La conciencia del espacio significa que, además de ser conscientes de las cosas _ lo cual termina siempre reduciéndose a percepciones sensoriales, pensamientos y emociones _ , hay por debajo una corriente de conciencia. Esta conciencia implica que no sólo estamos conscientes  de las cosas (objetos), sino que también somos conscientes de ser conscientes. Si puedes sentir un estado interior de quietud y alerta en el fondo mientras ocurren cosas en primer plano, ¡ya está!. Esta dimensión está en todas las personas, pero la mayoría es totalmente inconsciente de ello. Yo a veces lo indico diciendo: ¿ Puedes sentir tu propia presencia?.

Tener conciencia del espacio, no solo significa liberarse del ego, sino también de la dependencia de las cosas mundanas, del materialismo y la materialidad. Sólo esta dimensión espiritual puede dar sentido trascendente y auténtico a este mundo.

Cuando dejas de estar completamente identificado con las formas, la conciencia_  lo que tu eres_ queda libre de su encarcelamiento en la forma. Esta liberación es la aparición del espacio interior. Llega como una quietud, una sutil paz en lo profundo de ti,  incluso ante algo aparentemente malo. De pronto hay espacio alrededor del suceso. También hay espacio alrededor de los altibajos emocionales, incluso alrededor del dolor. Y sobre todo, hay espacio entre tus pensamientos. Y de ese espacio emana una paz que no es ¨de este mundo¨, porque este mundo es forma y la paz es espacio. Esta es la paz de Dios.

Ahora puedes aceptar y disfrutar las cosas de este mundo sin darles una importancia y una trascendencia que no tienen. Puedes participar en la danza de la creación y ser activo sin apego a los resultados y sin pedir exigencias irrazonables al mundo: hazme completo, hazme feliz, hazme sentir seguro, dime quién soy. El mundo no puede darte esas cosas, y cuando ya no tienes esas expectativas, todo el sufrimiento creado por uno mismo llega a su fin. Todo ese sufrimiento se debe a una sobre valoración  de la forma y a no ser consciente de la dimensión del espacio interior. Cuando esa dimensión está presente en tu vida, puedes disfrutar de las cosas, las experiencias y los placeres de los sentidos sin perderte en ellos, sin apego interior a ellos, es decir, sin hacerte adicto al mundo.

Cuando se pierde o se desconoce la dimensión del espacio, las cosas del mundo asumen una importancia absoluta, una seriedad y densidad que en realidad no tienen. Cuando no ves el mundo desde el punto de vista de lo sin forma, se convierte en un lugar amenazador y, en último término, en un lugar de desesperación. Es lo que debió de sentir el profeta del Antiguo Testamento cuando escribió: ¨ Todo está lleno de fatigas, más de cuanto el hombre puede decir¨.

Descubre el espacio interior creando huecos en el torrente de pensamiento. Sin esos huecos, tu pensamiento se vuelve repetitivo, sin inspiración, desprovisto de toda chispa creativa, que es como sigue siendo para la gran mayoría de los habitantes del planeta. No tienes que preocuparte por la duración de esos espacios. Con unos pocos segundos basta. Poco a poco se irán haciendo más largos por sí mismos, sin esfuerzo por tu parte. Más importante que su duración es hacerlo frecuentemente, de modo que tus actividades cotidianas y tu flujo de pensamientos tengan espacios intercalados.

Se consciente de tu respiración. Observa cómo esto desvía la atención de tu pensamiento y crea espacio.

Nota la sensación de respirar. Siente el movimiento del aire entrando y saliendo de tu cuerpo. Percibe cómo se contraen y dilatan el pecho y el abdomen al inhalar y exhalar. Una respiración consciente es suficiente para crear un poco de espacio donde antes sólo había una sucesión ininterrumpida de un pensamiento tras otro. Una respiración consciente (dos o tres veces sería mejor), realizada muchas veces al día, es un modo excelente para aportar espacio a tu vida. Aunque estuvieras meditando a través de la respiración durante dos o más horas como hacen algunas personas, con una respiración basta para hacerse consciente de ello; en realidad, no vas a ser consciente de más. El resto es recuerdo o anticipación, es decir, pensamiento. Respirar no es algo que tu haces, sino algo que presencias mientras ocurre. La respiración ocurre por si misma. La lleva a cabo la inteligencia interior del cuerpo. Tu sólo tienes que observar cómo ocurre. La respiración ocurre por sí misma. Fíjate además en la leve interrupción de la respiración, particularmente en ese punto muerto después de exhalar, antes de empezar a inhalar de nuevo.

Siempre que estás molesto por un suceso, una persona o una situación, la verdadera causa no es el suceso, la persona o la situación, sino la pérdida de la auténtica perspectiva, que sólo el espacio puede proporcionar. Estás atrapado en la conciencia de los objetos, inconsciente del espacio interior intemporal de la misma conciencia....



Así que amigos y amigas, sólo tenemos que hacernos conscientes de nuestra respiración una o varias veces al día, para ir entrenando nuestro pensamiento a hacerle espacio a nuestro yo interior, si es posible, meditando, aunque al principio, nuestro cerebro es un gran saboteador, pero como verán en muchos autores renombrados como: Depra  Chopra, Og Mandino, Dr. Wayne Dyer, Paulo Coelho, etc., todos tienen en común: la meditación, el encontrase con el yo interior.

Que tengan un feliz día y que Dios los Bendiga.

Mireya Pérez



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