A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 6 de diciembre de 2014

Esos pequeños detalles tan nuestros... y sin embargo son todo un mundo para otros...










Cuando actuamos en nuestro día a día, hacemos cosas sin pensar, simplemente del corazón a la acción, de una forma tan normal y tan lógica, a nuestra manera, sin darnos cuenta que a nuestro alrededor hay algunos ojos que nos observan y que guardan en su memoria, cada gesto, cada palabra, cada accionar del día a día, y no estamos conscientes para nada de que esto está ocurriendo a escasos metros de nosotros mismos, simplemente porque el día a día nos lleva en su vorágine y  cuando pasan los años, y alguien hace alusión a ese tiempo, es cuando de repente recuerdas, pequeñas cosas, quizás hasta detalles nimios, pero que sin embargo, han sido y significan un Mundo de cosas para esos ojos que nos miraban con atención.

Por supuesto que esos ojos pertenecen a esos locos bajitos que llamamos hijos, y que son nuestra locura, nuestro amor infinito, nuestros sueños y desvelos y para mí el Sol y la Luna: Mis Hijos, adorados, amados, soñados y queridos infinitamente...

Pues bien, ayer en una pequeña reunión familiar, pues mi marido ha llegado, gracias a Dios a sus 70 cumpleaños, vinieron a casa la hija, el yerno y los nietos, y después de cenar y cantarle al abuelo el Cumpleaños Feliz, en la sobre mesa, hablando de todo y de nada, vino a colación este tema, del cual les estoy hablando, porque a mi yerno, que ya tiene cinco años de casado, los cumplían ayer precisamente, le extrañaba sobremanera algunos cuentos que mi hija le confía sobre nuestra vida familiar, y una de esas cosas que le extrañan, porque lo vivió en alguna oportunidad, es el que mi marido y yo nunca hayamos peleado, ni siquiera en momentos de crisis fuerte, y mi yerno me contaba que mi hija no discutía nunca con él, aunque a veces el buscara la ocasión, solo para ver su reacción, y me preguntó:

- Suegra, ¿Es verdad que usted y el suegro nunca han peleado en 40 años de casados?-
Y yo le respondí sonriendo:

- Nunca hemos peleado...

La cara de asombro de él era un poema, y procedí a explicarle por qué nunca lo he hecho, y por qué eludo las peleas:

- La verdad es que me dan terror!!!!.

- A lo largo de mi vida he visto pelear a personas, de distintos niveles socio culturales y socio económicos, y nunca, nunca, he visto que alguno haya salido ganando. El que levanta la voz y grita, apabulla y hace sentirse muy mal al otro, al punto que en un momento dado, se siente tan mal, que hasta puede destruirse para siempre su propia auto estima, y el aparentemente vencedor, después no sabe cómo arreglar el entuerto producido en un arranque de rabia ciega.

Y entonces yo me pregunto, ¿Por qué si dos personas se aman, no deben respetarse mutuamente?. En mi vida de novia y de casada, que son ya casi 43 años, nunca peleé, aunque Dios sabe que ha habido momentos en que si hubiera tenido más agallas me habría bajado del tren, pero mi sentido de la responsabilidad, mi amor hacia él, hacia mis hijos, me hizo siempre pensar las cosas dos y tres veces, antes de que en un arranque de rabia, destruyera lo que con tanto esfuerzo, amor y paciencia había construido.

Han habido momentos muy duros, crueles incluso, sin embargo, antes que mi alter ego herido, antepuse lo que para mí era y es sagrado, la felicidad de mis hijos.

Recuerdo siempre las palabras sabias de la madre de mi comadre, cuando el día de mi boda, mientras mis amigas me ayudaban a vestirme, en ese torbellino de chicas emocionadas, me tomó de la mano un momento y me dio unos sabios consejos, que siempre he llevado a la práctica:

  • Nunca, pero nunca te acuestes sin haber hecho las pases con tu marido, recuerda siempre que si no lo haces, dormirás no con el hombre que amas, sino con un extraño, y entonces se habrá roto el hilo especial que los unes. No permitas nunca que ese hilo especial se rompa.
  • Recuerda ser siempre la novia, aunque tengas cincuenta años de casados... el hombre necesita sentirse siempre el conquistador, deja siempre algo de ¨intriga¨especial, de coquetería, que él siempre esté pendiente de la sorpresa que le vas a preparar en tal o cual fecha, especial sólo para ustedes. Y yo confieso, que siempre lo hice...
  • Cuando algo no sea como creías que debía ser, piensa antes de hablar o responder, escucha, razona mentalmente, y espera el momento oportuno para aclarar las cosas, pero siempre desde el corazón. 
  • Nunca grites, no hace falta, recuerda que mañana habrá hijos, que serán espectadores silenciosos y atemorizados, que nunca van a entender qué sucede y posiblemente lleguen a creer que son culpables de esas peleas. Protégelos de ti misma, de tu mal humor o de tus celos, si los padecieras en algún momento, si dedicas unos minutos a pensar en la situación, y no te dejas llevar por la rabia, ganarás tiempo, razonarás y verás la respuesta, sin perder lo más importante de una relación, que es el respeto mutuo.
  • Ama y dale libertad, no creas que controlandolo todo, vas a ser feliz y hacer feliz  a esa persona, al contrario estarás cavando tu propia tumba. Esboza siempre una sonrisa y da amor a raudales, también lo recibirás. Y cuando el tiempo pase, tus hijos recordarán siempre esa armonía infinita que vivieron en su hogar y la llevarán al suyo propio.
Quizás esas no fueron las palabras exactas de la mamá de mi amiga, pero así es como yo se las doy hoy.

En una relación de pareja, el tercero en discordia no puede ser el Ego, ni mucho menos el autoestima herida. No cabe en esta ecuación de dos. Yo suelo decir que :

- Entre dos que bien se quieren el tercero está de sobra- y añado- El undécimo mandamiento es no molestar!!!.

Que Dios los bendiga.

Mireya Pérez.


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