A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 27 de marzo de 2015

Lo que no valoramos...


A veces estamos tan inmersos en nuestro propio dolor, en nuestro amor propio, que nos olvidamos del resto del escenario que nos rodea. Esta bailarina, que está tan absorta en su soledad, quizás mirando al lago, no está atenta al público que la mira con espectación, esperando que los acordes de la orquesta den inicio al próximo movimiento, a veces es un solo con arabescos y piruetas, otras es un Pas de Deux, que nos muestra el baile de dos figuras...

La vida a veces, es como un ballet, donde hay una trama, un desarrollo y un desenlace...

Pero no tiene por qué ser trágico, como en el Lago de Los Cisnes o en Giselle. No, tan solo es una nueva etapa de nuestras vidas.

Posiblemente creemos que, por haber ¨aparentemente fracasado¨en una relación, la vida se acaba, no, eso sólo ocurría en las novelas del siglo XIX. Hoy en día, gracias a Dios, los seres humanos hemos aprendido que mañana vuelve a salir el Sol, y que si se fracasó en una etapa, lo importante es en verdad, saberse recuperar, hacer el duelo, si hace falta, y después, poco a poco volver a sonreír.

Siempre, siempre hay nuevas oportunidades, personas maravillosas que nos rodean y nos dan soporte en la horas bajas, y fantásticas por descubrir... Y si el destino es no tener una pareja definitiva, pues la soledad no es mala, siempre que te ames y valores lo suficiente. Porque nadie es el complemento de nadie, pero si se encuentra alguien que sea un buen amigo, que sea alguien que te valora y estima, que es amigo en las buenas y en las malas y que, por sobre todas las cosas, te acepta tal como eres, sin querer cambiarte para que te parezcas a alguien... Pues mejor que mejor.

Cuando reaccionamos con furia o frustración ante una situación, no nos damos cuenta de la pérdida de energía vital que desperdiciamos en un hecho que no tiene vuelta de hoja. A veces, nuestra propia mente nos juega malas pasadas, y es tan crítica que nos hace sentir como disminuidas ante una imagen aparentemente perfecta, pero irreal. Porque de sobra sabemos que nada es absolutamente blanco o negro, que existen miles de matices entre esos dos colores, tan absolutos. Y así somos los seres humanos, nadie es absolutamente bueno, como tampoco absolutamente malo. A veces se cometen errores, que quizás nos cuesten hasta la vida, pero la mayoría de las veces aportamos cosas positivas y valiosas a nuestro entorno y a nuestros seres queridos. Pero somos humanos, al fin y al cabo, y cambiantes, como las fases de la Luna...

Hay un libro que me pareció maravilloso cuando lo leí por primera vez, se llama El Camino de Las Lágrimas, de Jorge Bucay, Ramdon House Mondadori, S.A. 2003. En este libro, el autor nos habla de las diferentes fases del Duelo, que no tiene que ser sólo cuando perdemos a alguien, porque ha fallecido. No, también existe Duelo, cuando perdemos una pareja, porque la relación terminó, de una u otra forma; cuando nos mudamos de residencia o de país; cuando cambiamos de entorno laboral, etc. En todas las etapas en que nos vemos impulsados a hacer un cambio drástico en nuestras vidas, existe la añoranza por los tiempos vividos, extrañamos a los amigos o compañeros, extrañamos a la persona a la que de ahora en adelante ya no podremos tratar con la misma intimidad de antes, nos cuesta entender que delante de nosotros se abre una nueva etapa, quizás en solitario, pero nueva al fin y al cabo, donde quizás descubramos un nuevo Yo, que ni siquiera sabíamos que existía.

Tenemos mucho miedo al fracaso, pero esto solo es una palabra más, en realidad a veces, detrás de una decepción se esconde una oportunidad, detrás de una caída, tenemos quizás la oportunidad de descubrir fortalezas que desconocíamos. Detrás de un NO, hay millones de Si....Hay quien incluso dice que cuando cierras una puerta, se abren cientos de ventanas que llevan luz a tu interior.

Personalmente, (aunque también tendría miedo a comenzar en un área de mi vida, que en estos momentos permanece en estado de latencia, escondida, encerrada en sí misma, pero viva) creo que las personas, independientemente de su condición, raza, edad, circunstancias personales, etc. Tenemos capacidad para re inventarnos, para levantarnos como lo hará la bailarina de este cuadro y hará la parte más esperada de toda la velada, cuando haga los giros o foutté, la gente los cuenta, yo tenía una profesora de ballet que en sus mejores tiempos llegaba a hacer 36 giros y la gente aplaudía como loca y casi llevaba abajo al Teatro Nacional o al Municipal, y así lo han hecho cientos de grandes bailarinas en todos los tiempos...

Seamos como esas grandes bailarinas que se prestan a hacer la parte más importante de su coreografía personal... Todavía hay mucha vida por delante, no importa la edad en que estemos, cada quien tiene su propio camino, su propio ideario, su propio destino. Y esta etapa que creemos mala o desastrosa, es simplemente un aprendizaje para otra etapa mucho mejor.

Siempre, siempre ocurre lo mejor, aún en los momentos grises de nuestra vida. Les prometo que mañana volverá a salir el Sol y brillará majestuoso ante nuestros ojos, y traerá nuevas alegrías y experiencias por vivir.

Dios nos bendiga a todos.

Mireya Pérez



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