A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 16 de mayo de 2015

El camino marca una dirección... y la felicidad debe ser el resultado.



Una de las cosas más importantes que me han pasado en estos últimos quince años, fue descubrir a nuevos autores, escritores y personas que me han ayudado, sin darse cuenta, a seguir mi evolución como ser espiritual, porque llegada una etapa de mi vida física, me di cuenta de que lo externo, aunque nos proporcione cierta estabilidad, cierto status, etc., no nos llena, y a veces incluso es un obstáculo para seguir evolucionando.

En escritos anteriores, he conversado sobre la importancia de que las posesiones materiales no nos posean a nosotros, e incluso he destacado una verdad que es absoluta:¨nada de lo que poseemos se va con nosotros a la hora de partir, al contrario, todo se queda en este plano, e incluso causa desasosiego a los que nos heredan¨.

Leyendo de nuevo un libro de Jorge Bucay, El Camino de la Felicidad, Pinguin Random House Grupo Editorial, 2004; encontré un cuento que me ha parecido interesante compartir con ustedes: 

Cuestión de Resultados...

Había una vez en un pueblo, dos hombres que se llamaban Joaquín González. Uno era un sacerdote de la parroquia y el otro era taxista. Quiere el destino que los dos mueran el mismo día.

Entonces llegan al Cielo, donde los espera San Pedro:
_ ¿Tu nombre?_ pregunta San Pedro al primero.
_ Joaquín González.
_¿ El sacerdote?.
_ No, no, el taxista.

San Pedro consulta su  planilla y dice:
_ Bien, te has ganado el paraíso. Te corresponden estas túnicas labradas con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes. Puedes ingresar...
_ Gracias, gracias... _dice el taxista.

Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno al otro.
_ ¿Tu nombre?
_ Joaquín González.
_ El sacerdote...
_ Sí.
_ Muy bien, hijo mio. te has ganado el paraíso. Te corresponden esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito.

El sacerdote dice:
- Perdón, no es por desmerecer, pero... debe de haber un error. ¡Yo soy Joaquín Gonzáles, el sacerdote!.
_ Sí hijo mío, te has ganado el paraíso, te corresponde la bata de lino...

_ ¡ No puede ser! Yo conozco al otro señor, era un taxista, vivía en mi pueblo. ¡Era un desastre como taxista!. Se subía a las veredas, chocaba todos los días, una vez se estrelló contra una casa, manejaba muy mal, tiraba los postes de los alumbrados, se llevaba todo por delante... Y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia.¿ Cómo puede ser que que a él le den la túnica con los hijos de oro y la vara de platino y a mi esto?. ¡ Debe haber un error!.

_ No, no es ningún error_ dice San Pedro_ Lo que pasa es que aquí, en el Cielo, nosotros nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones como las que ustedes hacen en la vida terrenal.

_ ¿ Cómo,no entiendo?.

_ Claro...ahora nos manejamos por resultados...Mira, te lo voy a explicar, en tu caso y lo entenderás enseguida. Durante los últimos veinticinco años, cada vez que tu predicabas, la gente se quedaba dormida en la iglesia; pero cada vez que él manejaba, la gente rezaba.¡¡Resultados!!!. ¿Entiendes ahora?.

Y dice Jorge Bucay...

¨Evaluar la vida a partir de resultados es una postura demasiado menor para tomarla en serio. Privilegiando el resultado puedo con suerte conquistar momentos de gloria.
Sin embargo, privilegiando el proyecto y siendo éste el camino ¡Puedo cambiar esos momentos de esplendor por el de ser feliz!¨.

El Camino marca una dirección. Y una dirección es mucho más que un resultado. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario