A lo largo de la vida, y cuanto más larga es, más lo notamos, vamos encontrado espacios vacíos, que se van ampliando aunque no queramos, pues las ausencias de personas amadas, dejan esos espacios, que nadie, nunca, por más amor que nos den, podrán ocupar jamás.
Y no se trata de sustituir a nadie, sólo es que el lugar de alguien a quien hemos amado, le pertenece, única y exclusivamente a ese ser amado. No importa si es un padre o una madre, un hermano, un amigo o amiga, un hijo o hija. Nada absolutamente nada, puede hacer que logremos ver el espacio que ocupaban de otra manera, mas que vacío...
Sin embargo, Dios en su infinita misericordia, nos muestra en el camino, a seres humanos maravillosos, que se montan en el tren de nuestras vidas, a veces por períodos cortos, otros largos e infinitos, cuya finalidad es la de ayudarnos a sanar las heridas, y aminorar el dolor de la ausencia, y nos infunden luz en el camino que veíamos desolado, triste y oscuro. E incluso logran sacar de nuevo una sonrisa, e ilusiones nuevas, para continuar, sin que por ello, hayamos olvidado al que ya no está, sólo que seguimos vivos, y debemos seguir con la tarea, que desconocemos, pero que se va expresando a medida que vamos caminando palmo a palmo.
Ninguno de nosotros ha llegado con un manual de instrucciones, y tampoco con la lección aprendida, no, la vamos descubriendo y aprendiendo a medida que vamos pasando y aprobando cada uno de los test, a los que somos sometidos, a lo largo y ancho de nuestra existencia. Muchas veces habremos aprobado con sobresaliente o con matrícula de honor, y muchas más de las que quisiéramos recordar, habremos salido por las rendijas de la puerta, de tan mal que nos fue, o de lo mal que lo hicimos. Pero la vida, siempre, siempre nos da nuevas oportunidades, y las personas que se dedican a la creación o investigación, saben de lo que les hablo, porque hay que dedicar horas y horas en un proyecto, que al final de mucho tiempo y cuando creemos que está listo, el azar o la casualidad hace que nos demos cuenta que el planteamiento está errado y tengamos que comenzar de nuevo.
Cuando estudiaba el último año de la carrera de Educación en Ciencias Biológicas, y como estaba estudiando en paralelo la carrera de Biología en la UCV, mi tesis de grado la hice en el Laboratorio de Genética de la UCV en el complejo de Investigaciones de Ciencias en Lomas de Bello Monte, en una edificio que supuestamente era una casa solariega construida para Pérez Jimenez, pero que nunca estrenó, y el gobierno y la UCV, la fue adaptando poco a poco a las necesidades de la facultad de Ciencias.
Si les digo que en lo que era la piscina, nuestros profesores criaban caimanes del Orinoco, sería sólo un ejemplo de la utilización maravillosa de los recursos que se hacía en aquella época de 1979-80.
Pues bien, mi tesis era sobre siete cepas mutante de Escherichia coli, la bacteria que además de producir colitis y diarrea, también forma parte de la colonia de bacterias que podemos encontrar en forma normal, dentro de un examen de heces fecales. Salvo que si hay en demasía, nos produce enfermedades.
Bien, llevaba ya diez meses haciendo pruebas sobre estas cepas, tanto en condiciones de crecimiento aeróbicas (presencia de oxígeno), como en anaerobiosis (ausencia de oxígeno). Y habíamos llegado, mi tutora y yo al convencimiento de que, dos de las cepas mutantes no crecían en anaerobiosis. Recuerdo que ese sábado, había ido al laboratorio, para recoger todas las cosas, poner en orden mi mesa de trabajo y sacar los últimos resultados... pero ahhhhh, sorpresa, las dos últimas muestras, de repente, presentaban crecimiento, y eso hizo, que tuviéramos que repetir de nuevo todos los experimentos.
No pude graduarme con mis compañeras de clase en octubre de 1979, tendría que esperar a presentar la tesis en abril del año siguiente, y graduarme con otros estudiantes de otras facultades, y no con mis compañeras y compañeros. Pero así es la ciencia, nada es absolutamente cierto.
Treinta y cinco años después, hace ya dos años, volví a estudiar la carrera en la Universidad de La Laguna, en Tenerife, claro que lo que en aquella época era meramente una teoría, ya lo sabemos e incluso está totalmente identificado, y ¿saben?. Ha sido una experiencia maravillosa, mis profesores de esta facultad, eran más jóvenes que yo, y muchos de ellos no habían ni siquiera empezado a soñar con ser Biólogos, cuando yo me gradué en 1980, pero la vida es fantástica, y me ha dado la oportunidad de conocer, estudiar y descubrir infinidad de cosas y personas maravillosas. Y sobre todo, demostrarme a mí misma que la edad no es un impedimento, al contrario, volver a la facultad, estudiar en la Biblioteca, descubrir y reconocer cosas que había aprendido, ha sido memorable. Y lo logré!!!!.
Los espacios vacíos, si los examinamos en un microscopio, nos demostrarán que no es tal cosa, que entre uno y otro, hay algo que lo habita, invariablemente la naturaleza y Dios nos demuestran a cada palmo del camino, que lo que consideramos un error o un castigo, es todo lo contrario, una nueva oportunidad. Aún el dolor de la pérdida del ser a quien más hemos amado, es una lección, no para nosotros, que lo sufrimos y sufriremos, sino como imagen en el espejo, reflejará nuestras acciones, para que otros puedan verlas y aprender.
Nunca me había dado cuenta de lo importante que son nuestras acciones, de lo importante que es el accionar de cada día, y de cómo, sin saberlo, influimos en los demás. Hasta que alguien me hizo una pregunta, y me quedé helada, en el sitio, como el que dice, y ahí caí en cuenta de la gran responsabilidad que tenemos, para con nosotros mismos, y para con los demás. Mi actuación, de cada día, que a mi me parecía insignificante, lo había sido todo para otra persona, y ha hecho que reaccione ante lo adverso con serenidad, sin perder la compostura, y saber esperar el momento oportuno para hablar y aclarar las dudas, sin ser presa del desatino del momento, al contrario, segura de sí misma y entera y valerosa. Y me ha llenado de gratitud infinita y de orgullo personal, porque quiere decir que a pesar de todo, algo hice bien, y eso es muy bueno para mi alma.
Los espacios vacíos, siempre estarán entre nosotros, e incluso se irán haciendo cada vez más numerosos, pero si en vez de ver el vacío, vemos las infinitas posibilidades de aprendizaje, enseñanza, colaboración y actitudes ante la vida y el entorno, sabremos que nuestro dolor, será apenas un suspiro, y que habremos aportado en la vida de otros, conocimientos invalorables para su crecimiento como individuos y como grupo. Y la vida habrá valido la pena vivirla, aún y sobre todo, por encima del dolor y de nosotros mismos.
Que Dios nos bendiga, nos de serenidad para aceptar las pruebas del camino, entereza y valor para seguir adelante y la capacidad de sonreir, aún cuando el alma del payaso, que algunos llevamos dentro, quiera llorar. Como le decía a mi hija cuando era niña: - Te prometo que mañana llloraré contigo....
Los amo y los recuerdo siempre, a todos y cada uno de ustedes, donde quiera que estén.
Mireya Pérez
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