No voy a hablarles del Amor poético, ni el amor romántico, no, les voy a hablar del Amor a nosotros mismos y a los demás, en palabras del Dr. Wayne Dyer, de su libro Tu Yo Sagrado, Editorial Grijalbo, Barcelona 1996.
Comienza el Dr. Dyer con un poema del Walt Whitman, que dice así:
Existo como soy, con eso basta
Si nadie más en el mundo lo sabe, permanezco sentado, contento
y si cada uno y todos lo saben, permanezco sentado, contento.
Un mundo lo sabe, y para mi es con mucho el más grande, y ese soy yo mismo.
Y si recibo el reconocimiento hoy o en diez mil
o en diez millones de años,
puedo recibirlo ahora con alegría, o con igual alegría,
puedo esperar.
- Lo primero que debemos recordar es fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por tanto, somos parte del amor de Dios, y no debemos apartarnos de ese sentir único y maravilloso. Pensando en ello cada día, dejaremos de sentirnos indignos y auyentará nuestros miedos, afirmándonos cada día en que somos parte de ese amor infinito de Dios.
- Debemos perdonarnos y perdonar a los demás; si somos capaces de dejar de auto criticarnos y de perdonarnos por las acciones u errores que hemos cometido, a veces contra nosotros mismos, seremos capaces después, de perdonar a los demás, y en el perdón encontraremos la paz que tanto necesitamos para vivir el día a día.
- Cuando pensemos o recordemos a alguien, recordemos sólo lo bueno que compartimos con ellos, no las cosas malas, esas deben quedar atrás, incluso sepultadas en el olvido, que es la mejor medicina para sanar nuestra alma, cuando ha sido herida.
- Siempre tenemos cosas buenas para compartir y talentos que ni siquiera habíamos utilizado, por temor o por vergüenza. No debemos temer, utilicemos todos los conocimientos que hemos adquirido en nuestra vida y compartámoslo con la gente, aunque no reciban una remuneración por ello. Si siempre les ha gustado cantar, ¿Por qué no asistir e ingresar a alguna coral?. Estarán haciendo una actividad que les gusta, y que no reciben dinero por ello, pero sí una recompensa espiritual, porque su alma se siente feliz, y hace feliz a otros, al compartir esa pequeña parte de ustedes.
- No hagamos caso de los ataques verbales o insultos que alguna persona, en un momento difícil pueda hacer contra ustedes, muchas veces cuando alguien tiene rabia o está borracho, dice cosas de las cuales luego se arrepiente. En esos momentos salga de la habitación, no pelee y respire profundo, cálmese y espere, hasta que el momento haya pasado, y luego si es algo que hay que aclarar, hágalo siempre desde el respeto y con la verdad por delante. No es ser cobarde, es no herir ni hacer daño, ni a unos ni a otros y menos a nosotros mismos.
- Tenga la certeza de que somos dignos de ser amados tal y como somos y apreciados, por la calidad de ser humano que somos. Pues nosotros somos mucho más que esa sola apariencia física, ese cargo o puesto de trabajo, y por supuesto mucho más que las posesiones que tengan o no. La gente vale por sí misma y por la experiencia que puede aportar. Estemos siempre dispuestos a sumar y no a restar.
- A veces nos cuesta ser sinceros con los demás o con alguien especial, por temor a que se alejen de nosotros. Llegado el momento, deberemos afrontar con valor nuestras verdades, nuestras cicatrices y también nuestras victorias. Quizás no haga falta que todos las conozcan, pero si, aquellos que son realmente importantes para nosotros, para nuestro corazón.
- Hicimos con nuestro pasado, lo mejor que pudimos, con las herramientas que teníamos, y fruto de ellas, somo los seres humanos que somos hoy en día, con nuestra cicatrices, con nuestras luces y nuestras sombras, únicos y maravillosos y sobre todo merecedores de ser amados, comprendidos y de ser felices. A fin de cuentas a eso vinimos a este mundo: para amar y ser amados, y ser felices y hacer felices a los demás. No hay tarea más hermosa que esa.
- Hagamos que nuestros pensamientos se centren en el amor y que nuestras acciones se dirijan al amor a los demás, a nosotros mismos y a nuestro entorno. Es al fin y al cabo la búsqueda final de su yo interior, el amor en plena armonía con su entorno y con su vida. No existe libertad más grande que el amor y el ser amados.
Si dejamos atrás el ego, que más que un compañero, ha sido un atormentador, podremos realizar muchas cosas, y emprender nuevos caminos.
La vida no termina hasta que se apaga la luz del escenario, e incluso ahí, posiblemente comiense una nueva etapa. No lo sabemos, porque nadie de los que se han marchado han regresado.
Pero mientras tengamos tiempo y ganas, debemos hacer por nosotros mismos y por los demás, dejando para los que vienen detrás nuestro legado. Y no hay mejor legado que el amor, así de simple y así de sencillo.
Que Dios nos bendiga y nos permita hacer cosas pequeñas, medianas y grandes, para dejar un legado de amor e integridad a los nuestros y a la gente que nos topamos en este camino que llamamos vida, y que es única e irrepetible.
Mireya Pérez
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