En el cuento de la cabra y el pastor hablé de dos personas en el cuento, ahora en este nuevo capítulo voy a contarles cómo la vida les cambió, después de encontrar a la cabra que se había perdido, espero que les guste.
Han pasado dos años desde aquel día en que Manuel tuvo que subir hasta los más alto de la montaña buscando a la cabra que junto al buey eran su único sustento, gracias a esta travesura de su cabra, y después de hacer amistad con el pastor del Norte, ya tiene un pequeño rebaño de cinco cabras y dos cabritos, nacidos en la primavera pasada ,ahora las condiciones económicas han mejorado para esta pareja, pues como tienen leche durante 265 días al año, Jacinta puede hacer queso de cabra, y llevarlo al pueblo para venderlo, con las ganancias se han animado a comprar otro buey y ahora tiene una yunta de bueyes para arar el campo, y también sus cosechas han mejorado, y Jacinta ha empezado a hacer mermeladas de frutas según la estación del año, y han tenido buena acogida en el pueblo vecino, pero la cabeza de Manuel sigue pensando, que ahora lo que le hace falta a su pueblo es gente que venga a habitar las casas y se le ha ocurrido una idea, a Jacinta le ha parecido bien, y mañana tiene una cita con el alcalde de la comarca para expresarle su idea y espera que esta de buenos frutos.
Muy temprano, después de ponerse sus mejores galas y acompañado de su Jacinta, han caminado hasta el pueblo vecino donde está el ayuntamiento y la casa consistorial, Jacinto se ha preparado un escrito con sus propuesta y ha escogido incluso las casas que podrían servir para su plan.
Ya están frente al Ayuntamiento, una casa del siglo XVII que está modernizada por dentro, aunque por fuera mantiene su fachada del siglo, sus ventanales altos y artesonados con madera, y el balcón con gran despliegue de artesanía realizada por ebanistas de la época.
El edecán del ayuntamiento los ha hecho pasar a una sala y les ha anunciado que el alcalde pronto los recibirá. Manuel, no usa sombrero, pero estruja sus manos en señal de nerviosismo, se juegan el porvenir del pueblo, y sus idea la ve él como beneficiosa para toda la comarca y espera que el alcalde le oiga y también le guste.
Así que cuando el edecán, los llama, Manuel se levantó de un golpe y agarrando la mano de su esposa caminaron con presteza para la oficina que le habían indicado. El alcalde al verlos, se acercó solícito, los saludó y los invitó a sentarse ofreciéndoles una taza de café, te o agua, si les apetecía, a lo que dijeron que no, que muchas gracias.
-Pues bien, querido Manuel, a qué le debo el honor de su visita.
-Manuel, extendiéndole la carpeta que con tanto esmero había preparado, le hizo una breve reseña de lo que se proponía, si la alcaldía aprobaba su plan.
. Don José, pues verá .Como usted sabe en nuestro pueblo apenas habremos treinta habitantes, siendo los más jóvenes, mi Jacinta y yo, los demás son gente mayor, incluso ancianos que no se atreven a dejar sus casas. Algunos no tienen hijos, otros los tienen en la ciudad a donde se fueron a estudiar y luego ya no regresaron, y nuestro pueblo tiene unas 300 casas de construcción de piedra con techos de madera, y la mayoría están deshabitadas. - a nosotros se nos ha ocurrido una idea, si es posible, poner en alquiler esas viviendas a gente joven, que no tenga empleo, pero que tenga niños pequeños, se le podría alquilar a precio módico las casas que están en mejor estado, y ofrecerles trabajar en el oficio: bien de pastor, de carpintero, de ordeñador, panadero, y reabrir la escuela, que ya lleva más de 15 años cerrada.
- Incluso, se les podría perdonar el alquiler por los dos primeros años, mientras se adaptan al pueblo, y empiezan a trabajar en él, es que el pueblo necesita gente joven, para que le de vida, y sabemos por las noticias que hay mucha gente trabajadora que no tiene empleo y por ende no pueden pagar sus viviendas, y si nosotros hacemos una invitación y selección de la gente que quiera venir al pueblo, habremos solucionado, su problema, y el nuestro, porque no queremos que el pueblo se convierta en en un pueblo fantasma, incluso alguna casa grande se podría arreglar para convertirla en un hostal rural, y así ver si poco a poco en el transcurso de unos 3 o 5 años, podremos colocar nuestro pueblo en las rutas de turismo rural- ¿Que le parece Don José, verdad que no es descabellada la idea?-.
Don José miró la cara de Manuel, llena de vida al contar su propuesta y la de Jacinta que desde que vendía sus mermeladas caseras y sus quesos de cabra en el pueblo, había dejado de ser la chica casi sin vida.- si esto lo había logrado el milagro de una cabra que huyó al monte, de repente esta idea sería interesante, pero habría que estudiar varias cosas- pensó- Bien Manuel, trajo usted algunos papeles por lo que veo, prometo que voy a estudiarlos, y posiblemente la semana que viene vayamos al pueblo para hacer una visita ocular, le parece?-
-Sí, Don José, muchas gracias, va a ver que el pueblo tiene oportunidades y los demás aldeanos ya están al corriente y están deseando volver a tener chiquillos corriendo por nuestras calles-
- Pues bien, déjeme esto aquí que lo vamos a estudiar en el consistorio, vamos a revisar a quien pertenecen las casas, si hay herederos, etc, y la semana que viene, personalmente los iré a visitar, y espero que me inviten a probar de ese famoso queso suyo, doña Jacinta- y Jacinta se puso de color de grana- que tengan feliz día.-
Y así Manuel y Jacinta emprendieron el camino de regreso, cada uno pensando en cosas diferentes- Manuel en la reunión con los vecinos para contarles las buenas nuevas, y Jacinta en su inventario de quesos y mermeladas.
Pasó la semana y un buen día llegaron al pueblo, el alcalde Don José, acompañado con el encargado del acervo histórico del pueblo, de una asesora del gobierno de la comarca para la educación, y de un ingeniero de obras. Todos querían conocer una a una las casas, sacaron fotografías, revisaron planos, midieron el terreno, vieron la escuela cerrada, la abrieron, miraron las condiciones en que estaban y después de ver todo se sentaron en la casa de Manuel a probar el delicioso pan recién horneado y el queso de cabra y las mermeladas de Jacinta, estaban satisfechos.
Don José al despedirse palmeó cariñosamente el hombro de Manuel y le dijo que les gustaba mucho el proyecto, y que se lo iban a presentar al presidente del gobierno de la región a ver qué le parecía.
Y Manuel brillaba de contento, quizás el proyecto se llevase un tiempo, pero a lo mejor dentro de un tiempo, lo verían hecho realidad y su pueblo volvería a bullir de gente joven y de niños que alegraran las tardes y la iglesia los domingos.
Llevar el proyecto de Manuel, fue largo,porque hubo que hacer muchas cosas, pero Don José lo había tomado como si la idea se le hubiera ocurrido a él, y cuando se lo presentó al gobierno de la comarca, también le gustó a su presidente, así, que ahora había que estudiar el presupuesto que había presentado la gente de acervo histórico y de conservación de estructuras, y la iglesia estaba también emocionada, porque eso significaba que el pueblo iba a tener nuevos y buenos feligreses y niños a los que llevarle la palabra de Dios, por fin podrán bautizar y dar comunión a niños en el pueblo, y darle vida a esa aldea tan particular.
El proyecto necesitó 5 años en total, durante los cuales se invirtió una cantidad importante de dinero, para adecuar las casas, instalar los servicios mínimos de alumbrado, aguas servidas y aguas limpias, las empresas de telecomunicaciones también aportaron su granito de arena para hacer que el pueblo tuviera comunicación con el exterior, y por fin después de cinco años, se pusieron los primeros avisos en la prensa solicitando familias jóvenes con o sin niños, que supieran hacer algunos oficios como carpintería, ebanistería, artesanía, etc, y que estuvieran dispuesto a venir a vivir en esta aldea; a cambio estarían excentos de pagar alquiler los dos primeros años, sus hijos irían a la escuela, que también abrió sus puertas y se contrataron dos maestras interinas para los primeros cursos. El alcalde decidió invitar a algún canal de Tv para que les hiciera propaganda y pronto les llegaron como moscas buscando tomar los mejores planos, y haciendo entrevistas a todos, Jacinta, se escondía, pero Manuel, que veía su sueño hecho realidad habló si tapujos del proyecto y de la ayuda del alcalde y su equipo.
Tuvo tanto éxito la convocatoria, que al final tuvieron que rechazar a gente, porque no tenían suficientes casas habilitadas, y hasta consiguieron abrir un pequeño hostal en la vieja casa solariega de Don José Miranda, que murió sin descendencia, y cuya casa era ideal para iniciar un negocio de hostería rural, además que los paseos a la montaña, por los caminos de las cabras, era un viaje de descubrimiento para los turistas en toda época del año.
Cuando el proyecto empezó a dar sus frutos, la alegría de Jacinta era enorme, ahora podía conversar con otras mujeres, aunque fueran 20 años más jóvenes, y habían niños de todas las edades, y las maestras estaban contentas con los tres cursos que abrieran.
Así podemos ver, como un simple hecho como la escapada de una cabra, en un día cualquiera había comenzado una serie de sucesos en forma de cascada, que al final fueron a dar con el beneficio de rehabilitar las estructuras y casas de un pueblo casi abandonado, y que ahora forma parte de la ruta rural para los viajeros, que encuentran no solo hospitalidad sino también, la alegría de un pueblo que tiene futuro, pues los niños llenan con sus gritos y sus juegos las calles y plazas del pueblo.
Jacinta y Manuel, miran con lágrimas en los ojos, todo lo que han conseguido gracias a su cabra, la cabra canela, que ya se hace vieja, pero que será feliz al ver s sus retoños y lo que logró por instinto, un día cualquiera.......
Mireya Pérez 27/12/2013
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