A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 4 de septiembre de 2014

El hombre hace a la mujer... y la mujer al hombre.








Desde que era niña, he escuchado decir, primero a mi madre, y luego a otras mujeres sabias y hermosas, esta premisa: El hombre hace a la mujer... y la mujer al hombre.

Aunque reconozco que esto puede llevar a muchas y diversas ópticas o puntos de vista, hoy me voy a ayudar de las palabras sabias de una mujer, adelantada a su época, y que está considerada como Doctora de la Iglesia, no es otra mas que Santa Teresa de Jesús, nuestra Teresa de Ävila, del libro Disertaciones de Santa teresa de Jesús, el capítulo sobre La Pareja, y estas son algunas de las perlas de sabiduría que Santa Teresa nos ha legado. Espero que les ayude tanto como a mí.

La pareja está formada por la expresión femenina y masculina de la misma Esencia.
A la mujer le es mucho más fácil oír su conciencia. La mujer tiene más sensibilidad que el hombre, es más intuitiva y al intuir puede explicar. El papel de la mujer, con el permiso del hombre, es mucho más grandioso. La mujer es baluarte, la mujer es guía, la mujer es de mayor sabiduría porque sabe muchas cosas callar. 
 En la  mujer está el resultado de lo que el hombre puede ser. Una mujer débil hace que el hombre permanezca en su error, en su debilidad. La mujer puede abrir los ojos, si la mujer no es condescendiente, si  la mujer no baja la cabeza, sino sostiene con rectitud lo que debe ser y tiene fuerza para resistir los embates del contrario.
 En cambio, el hombre es fuerte, musculoso, porque a través de los años, él los pudo desarrollar. Pero aún más fuerte es la mujer ante el dolor cuánta más calidad para enfrentar lo espiritual la mujer tiene porque ella es la que puede conducir al hombre, es ella la que toma de la mano y es por eso por lo que la mujer puede ser Madre. Por ese instinto que la mujer trae, no sólo es esposa, sino que es madre del hombre que elige.
La mujer al hombre fácilmente puede guiar. La mujer en el matrimonio es un ángel tutelar y aunque el hombre grite y vocifere y pantalones diga tener, detrás de esa pantalla, la voluntad fiera de la mujer y el buen o mal consejo a ese hombre puede hundir o elevar. La mujer tiene la habilidad que el hombre no tiene, que es la intuición para elevar, para construir. Pero fue dada para el bien, jamás para el mal, para un hombre seducir, para a un hombre  al pozo llevar.
Los hombres se vuelven guiñapos ante una mujer que trabaje con gran adulación, mas casi siempre esas mujeres hunden pues no aconsejan bien. Siempre está atenta, siempre con el discernimiento orientándole, sin que mucha cuenta se dé de él. Por ello no es fácil el puesto de esposa. ¡De mujer mucho más fácil es, pues la mujer va a la  cama con el marido y puede hacerlo muy feliz!. Mas lo grandioso de la unión, es ser esposa, es ser ese ángel tutelar, lo demás se pierde y a nada conduce, pues sólo queda el goce de un momento y después ¿que? 
La pareja no es solamente el contacto sexual, el convivir en una casa, el tener hijos sin saber por qué se tienen. Sino la pareja es exactamente cuando hay una compenetración total de las dos personas. Cuando son capaces de saber comprender, de señalarse sus fallas para poder permitirse dar el perdón al fallar el otro. Cuando son capaces de poder sentarse y hablar de los errores cometidos sabiendo que  uno y otro van a hallar la ayuda necesaria, que no van a encontrar la palabra que los culpe, sino la palabra que al ir avanzando el hecho, va a dar el camino, va a marcar la pauta, para transmutarlo en bien. Eso es una pareja. Una pareja que puede saber con seguridad que cada uno es el punto de apoyo del otro. Todo lo demás, hijos míos, se pierde en esta materia.
Es triste cuando uno se asoma a la ventana de este mundo y ve que miles de parejas que en el fondo no sienten nada el uno por el otro, porque no cumplieron su cometido, cuando debido era. ¡ Qué pesada se hace la carga, ¡oh vacilante!¡ válgame Dios, qué pesada!No hay vaso de agua que pueda calmar la ansiedad que ese ser lleva dentro!. Pero aún así, si por un momento brilla la luz en él o en ella, son incapaces de tomar la determinación debida, porque los arrastra el animal feroz, los arrastra la pasión, el querer, los deseos.
El matrimonio en sí, se realiza en su parte esencial para uno con el otro ir limando, ir purificándose, ayudándose mutuamente con Amor, con rectitud, con justicia, siendo cada uno el báculo del otro.
Lo ideal y lo que significa un matrimonio, es cuando dos seres se identifican, no en la materia, no en lo sexual solamente, sino en lo espiritual, pues se forma un campo esplendoroso, maravilloso, de luces que van haciendo a esa pareja más rica en sus logros y poco a poco va perdiendo  el interés en lo que la mayoría de los hombres y mujeres a un matrimonio llevan, buscar el auténtico Matrimonio y en el cual sí no existe la separación. Porque ¿qué es lo que se separa en el matrimonio?¡Son los cuerpos, hijos!.

Termina Santa Teresa diciéndonos: 

Cuando hay un problema en la pareja, los dos deben sentarse a analizarlo, y conversarlo, siempre respetando al otro, como ser humano que es, sin hacer ofensa el uno del otro, porque ¿como te puedes llevar bien en lo físico, si en lo espiritual y emocional hay separación?. Acuérdense que en el matrimonio no están solos, que en ese barco, también van los hijos, y a ellos hay que darles un buen ejemplo, para que el día de mañana, cuando ellos formen su propia familia, lleven como un tesoro, el ejemplo recibido. En la pareja debe reinar el amor, la comprensión, la calma y el sosiego, no puede dar cabida a los celos, porque ese veneno enferma no sólo el alma, sino también al cuerpo. 

Debe reinar el respeto ante todo, no se puede levantar una voz más alta que la otra, ni tampoco utilizar palabras hirientes hacia la pareja, que lo desmoralicen y lo hundan, eso no es amor, si la pareja se comporta de esta manera, y el otro acepta con resignación los vejámenes que le propinan, se convierte en una cruz muy pesada de llevar y en un mal ejemplo para los hijos, que a la larga son los perjudicados, no sólo por el mal ejemplo de vida, sino porque se convierte en un no vivir. 

Tenemos una misión que cumplir y es la de ayudarnos mutuamente a evolucionar espiritual y físicamente, es un trabajo de dos, y se debe realizar en armonía, aceptando al otro tal como es, pero entendiendo que de nuestra actitud ante la pareja, haremos que haya felicidad, entrega mutua, satisfacción y crecimiento. Y habrá paz y amor y seremos el espejo donde otras parejas se mirarán para lograr ellos también la evolución que todos anhelamos.

Que Dios los bendiga.

Mireya Pérez.



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