A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 8 de septiembre de 2014

El libro de Anna... y el Señor Dios











Hace ya muchos años que leí por primera vez, el libro de Anna y el Señor Dios,  me conmovió enormemente, porque se trataba de una niña de unos cuatro a seis años, abandonada en la calle, que fue acogida en la casa de FYNN Y SU MADRE, y cómo ella le va descubriendo sus hallazgos que demostraban que Dios estaba en todos y en cada uno y una de las partes del mundo que nos rodea y en nosotros mismos. Es una historia en verdad conmovedora y aleccionadora, sobre todo de Humildad.

Hoy gracias al segundo libro que escribiera el autor, cuyo nombre sirve de titular de mi post de hoy, compartiré un pedacito de ese inmenso conocimiento sencillo de Ana y el Señor Dios. 

Ojalá que esta lectura les haga retroceder en el tiempo y recordar cómo amábamos sin tener la certeza de que existía, sin tener una imagen tangible, sólo por el hecho de Creer.

...El Señor Dios es como un lápiz, pero no como un lápiz que puedas ver sino como un lápiz que no puedes ver, así que no ves que forma tiene, pero puede dibujar todas las formas que hay y así es el Señor Dios.

Cuando crees que te pones un poquito raro porque quieres que el Señor Dios tenga realmente forma como de un señor viejo con patillas y arrugas en la cara... Pero el Señor Dios no se parece a eso.

Cuando mi amigo Twink juega a trenes, tiene una caja grande de madera. A veces la caja es como un tren y a veces como una casa y a veces como un barco y a veces como un coche y a veces le pones algo adentro y otras veces no le pones sino que le sacas. Y la caja es como el Señor Dios. A veces parece una cosa y a veces parece otra cosa. Si dices que el Señor Dios es verde, entonces no puede ser rojo, pero es. Si dices que el Señor Dios es grande cómo vas a decir que es pequeño, pero es. Y si dices que el Señor Dios es gordo, no puedes decir que sea flaco, jajajaja, ¡Pero también es!.

Cómo puedes hablar del Señor Dios, si no puedes. Pero yo puedo porque tengo un libro secreto que me dio Fin. Es un libro lleno de copos de nieve y cada copo de nieve no es igual. Si miras la forma de un copo de nieve no es lo mismo que la forma de otro copo de nieve, así que realmente no tiene forma de copo de nieve. Pero a eso sólo puedes llamarlo nieve y no puedes llamarlo forma, y ves, ES COMO EL SEÑOR DIOS. Al Señor Dios no puedes llamarlo forma y al Señor Dios solo puedes llamarlo Señor Dios...

El Libro de Anna, Ediciones Urano , Barcelona 1986

Como han visto en apenas unas breves palabras, esta pequeña gran maestra nos reconcilia con todos y cada uno de los esquemas mentales y nos borra muchos otros que nos hallamos hecho dentro de nuestra mente sobre el Señor Dios, a quien vemos en cada uno de los instantes de nuestra vida, en cada gota de rocío, en cada grano de semilla, que por muy pequeño que sea, guarda en su interior el genoma que dará origen a la planta o al árbol, a la flor o al fruto y todo en este hermoso planeta y en el Universo entero, forman parte del gran proyecto de nuestro Dios.

Gracias Padre por todo lo que nos has dado, y por las oportunidades y los tropiezos, porque son enseñanzas para poder seguir el camino que tu nos has marcado, para evolucionar como almas e hijos e hijas tuyos. Amén.


Que Dios los bendiga.

Y si alguna vez,en alguna librería perdida por el mundo o en una biblioteca pública encuentran uno de estos libros, agárrenlo y léanlo con los ojos del niño que una vez fueron, sé de antemano que no volverán a ser los mismos.


Mireya Pérez.



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