A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 12 de septiembre de 2015

Cuestión de Resultados...



Para las personas que hemos trabajado en el sector financiero y/o de servicios, esto que voy a narrar tiene mucho sentido, ya que el éxito de un equipo de gestión o de comercialización y/o ventas, se mide siempre en función de resultados: Incremento de cartera versus decrecimiento de la misma, ganancias versus pérdidas...

Si analizamos nuestra vida de ese modo, para algunos resultaría maravillosa y otros muchos se lamentarían, quizás porque utilizarían una herramienta de evaluación de resultados inadecuada. ¿Pero cómo puede ser eso?...Se preguntarán. Muy sencillo: hay que escoger bien el elemento de medición.

Por ejemplo: Si quiero medir la distancia desde un punto determinado a otro, utilizaré un instrumento de medición adecuado para ello, nunca se me ocurriría usar un centímetro de los que usan las modistas para coser, en una medición de una carretera... Por el contrario, el Ayuntamiento contrataría a un equipo de ingenieros y topógrafos con su instrumental necesario para evaluar el terreno, ver su desviación frente a un plano, etc...Y si es en el mar, sabemos que las distancias no se miden por Kilómetros, sino por Millas marinas.

Igual ocurre en una empresa: los resultados económicos se miden en función de los miles o millones de $ en ganancias o en pérdidas, nunca escogerían otra forma de medición, pues la moneda es la que fija el rendimiento o beneficio de una empresa y sus accionistas.

Ahora bien, en nuestro caso particular ¿cómo medimos los resultados?. Para algunos será la cantidad de beneficios económicos que han resultado de sus acciones como individuos, dentro del entorno en que se mueven o pertenecen, frente a otros de su mismo nivel socio económico... Para otros, en cambio, sus resultados los miden o valoran, en función de la familia que han formado, de lo bien que han sido criados sus hijos y en la felicidad que comparten cuando todos están reunidos...Incluso habrá algunos que piensen que no han logrado nada, y sin que ellos lo sepan, hay un ingente número de personas que se han beneficiado de su accionar, sin apenas darse cuenta...

Hoy voy a compartir con ustedes este hermoso cuento, que el Dr. Jorge Bucay, comparte con sus lectores en su libro: El Camino de la Felicidad, Editorial Pinguin Random House, 2004.


...Había una vez, en un pueblo, dos hombres que se llamaban Joaquín González. Uno era un sacerdote de la parroquia y el otro era taxista. El destino quiso que los dos murieran el mismo día, entonces llegan al cielo, donde los espera San Pedro:

_ ¿ Tu nombre?_ pregunta San Pedro al primero.

_ Joaquín González.

_ ¿El Sacerdote?.

_ No, no el taxista.

San Pedro consulta su planilla y dice:

_ Bien, te has ganado el Paraíso. Te corresponden estas túnicas labradas con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes. Puedes ingresar...

_ Gracias, gracias_ dice el taxista.

Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno a otro.

_¿Tu nombre?.

_ Joaquín González.

_ El sacerdote...

_ Sí.

_ Muy bien hijo. Te has ganado el paraíso, te corresponde esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito... 

El sacerdote le dice:

_ Perdón, no es por desmerecer, pero... debe de haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote!.

_ Sí, hijo mío, te has ganado el Paraíso, te corresponde la bata de lino...

_ ¡No, no puede ser!. Yo conozco al otro señor, era un taxista, vivía en mi pueblo, ¡era un desastre como taxista!. Se subía a la veredas, chocaba todos los días, tiraba los postes del alumbrado público, se llevaba todo por delante... Y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia, ¿cómo puede ser que que a él le den la túnica con hilos de oro y la vara de platino y a mí esto?. ¡Debe haber un error!.

_ No, no es ningún error_ dice San Pedro_ Lo que pasa es que aquí, en el Cielo, nosotros nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones, como las que hacen ustedes en la vida terrenal...

_¿Cómo?. No entiendo...

_ Claro...ahora nos manejamos por resultados...

Mira, te lo voy a explicar, en tu caso, y lo entenderás enseguida. Durante los últimos veinticinco años, cada vez que tu predicabas, la gente dormía; pero cada vez que él manejaba, la gente rezaba. ¡¡Resultados!! 
¿Entiendes ahora?.

Evaluar nuestra vida, comparándola con la de otros, siempre resulta en desventaja, porque el cristal con que medimos, no es el adecuado.

Si damos mucha importancia a los resultados, sin evaluar el proceso que nos llevó a los mismos, se pierde la esencia de nuestro camino, que es ¡Ser feliz!.

Cada uno de nosotros tiene un camino que andar, con una dirección determinada, y esa dirección es mucho más que, los resultados que obtengamos.

Queridos amigos/as de este camino de mi vida.

Alguien como yo, una simple mujer, emocional, romántica empedernida, creyente y aparentemente débil, les puede decir, sin que le quepa ningún asomo de duda, que cada uno de nosotros tiene un cometido importante en la vida, tanto, que influye en el de cientos de otros y éstos a su vez en miles y así hasta llegar al total de la raza humana. 

Con esto sólo quiero decirles, que independientemente de la cuantía de sus resultados, lo realmente importante, es lo que sucede desde el momento en que comienzan en un punto de sus vidas, y culminan en el siguiente. 

El camino, ¿cómo lo hacen?. La felicidad que generan y comparten, lo que aprenden, lo que enseñan. ¡Eso es lo realmente importante!. Y es lo único, que realmente nos pertenece. Lo demás, lo que nos adorna o lo que nos rodea, bienes materiales o no, todos, absolutamente todos, se quedan en este espacio tiempo, que llamamos Tierra. 

Nada se va con nosotros, mas que nuestra esencia, lo que nos anima, nuestra alma.

Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros/as.

Mireya Pérez.


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