A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

martes, 22 de septiembre de 2015

De un patio de vecinas... hasta hoy...









A mediados del siglo XX, y a pesar de que en los países más industrializados existían las lavadoras o máquinas de lavar, en algunos países, eran considerados un producto de lujo y la gente de clase media baja y pobre, pues no se podían costear la compra de uno de estos equipos tan necesarios hoy en día, que se nos haría casi impensable no tenerlos en el hogar. 

Pues bien, de niña vivíamos en una zona de la ciudad de Caracas que se llama Campo Claro, que luego se haría de cierto renombre, pues se construyó en esa zona la Casa Presidencial llamada La Casona, siendo el Dr. Raúl Leoni y su esposa Doña Menca, los primeros en vivir en esa nueva Residencia.

A finales de los 50 y principios de los 60, al no haber lavadoras en el edificio donde vivíamos, las vecinas se reunían o turnaban para lavar en el Patio de Lavado. Recuerdo acompañar a mi madre y a mi madrina a este patio que tenía en línea recta 6 o 7 pilas de lavar, plantas en materos de lata, y los tendederos, que tenían reservados cada una de ellas. Me llamaba la atención que todas respetaran el espacio de las otras, y nunca escuché que discutieran por ello, por supuesto que a nadie se le hubiera ocurrido robarle una pieza a otra vecina, eso era sagrado...

Así que en ese patio, llegué a escuchar los cuentos más simpáticos de cada una de ellas, era una especie de ¨Terapia de Grupo¨, pues aunque algunas veces me mandaban a buscar ¨tente allá¨... jajajaja....me sentaba en uno de los escalones del patio a observar este vario pinto grupo de mujeres: solteras, casadas, viudas, jovenes, mayores...unas ¨sabiondas¨, como decía Doña Petra y otras inocentonas como mi madre, jajajaj.

Ellas arreglaban el mundo, con sus cuentos, sus resabios, sus consejos, las recetas de cocina, y hasta algunos consejos para las que se iban a casar, ahí irremediablemente, me mandaban a buscar el consabido ¨tente allá¨...

Pero el tecnicismo llegó a las ciudades y a nuestra casa, en forma de flamante lavadora de una marca muy conocida que empieza por W..., pues gracias al crédito de una gran superficie, Sears, por fin mi madre contaba con este adelanto maravilloso, jajajaj. Sin embargo, esto trajo que  cesaran poco a poco las tertulias, y cada una de ellas se fue encerrando en sus casas, se encontraban en las escaleras, se daban los buenos días...pero esos ratos de tertulias y de prisas para buscar la ropa antes que la lluvia las mojara, se fue perdiendo poco a poco.

Y ahora, en vez de hacer esa ¨terapia de grupo¨ entre gente con los mismos intereses y circunstancias, pues pagamos a un Psiquiatra o a un Psicólogo, para que nos escuche y nos ayude a encontrar ese centro, que a veces tanta falta nos hace.

Sin embargo, hoy gracias a las tecnologías y a la aparición de los correos electrónicos, del Facebook y últimamente al Whatsapp, hemos retomado la costumbre de conectar con las amigas/os y hacer, sin darnos cuenta, esa terapia en las ¨redes¨, pues tenemos a nuestra disposición, ¨cientos de miles¨ de páginas Web dedicadas al crecimiento personal, a la divulgación de pensamientos de autores de libros y best sellers, que nos prestan su aliento y su voz, para poner en palabras los sentimientos que a veces, llevamos encerrados mucho tiempo. 

Es el gran ¨patio de lavado¨ de nuestra época en pleno siglo XXI, sólo que con un mayor alcance, mundial nada más y nada menos, y a sólo un click de distancia...

Jamás en mis sueños más tenaces, me hubiera imaginado poder contactar, sin usar un teléfono y menos ver en directo, a personas que perdí de vista, hace eones de años, porque la vida, las circunstancias y nuestro propio ritmo de trabajo y estudios, nos llevó por diferentes caminos e incluso países. Sin embargo, ahora es posible incluso, hacer una conversación en línea con varias personas, en distintos puntos del planeta y de manera simultánea. Las distancias dejaron de ser una excusa para conversar, para dialogar, para compartir las buenas cosas de la vida, los acontecimientos más importantes y la vida misma. Sólo necesitamos querer hacerlo y sobre todo sentir afecto y amistad por esas personas especiales de nuestro presente y de nuestro pasado.

Gracias a las tecnologías podemos mantener contacto o retomarlo con compañeras de escuela, de la universidad o de la vida, y es muy gratificante, aunque estemos en polos opuestos del planeta o a dos calles de la casa, jajaj, que también ocurre, no vayan a creer que no. Estos avances tecnológicos, muy distantes de aquellas primeras lavadoras de rodillos y las que vinieron después, nos han permitido, poco a poco, pasar de aquellos pasillos de vecindad, patios de lavado, patios del colegio; a un chat entre varios o varias amigas, clases por Internet y aprendizajes de múltiples disciplinas, a solo un click y de manera casi gratuita.

Todas estas cosas me hacen sentir por un lado inmensamente agradecida, por haber podido conocer todos estos adelantos, y por el otro inmensamente pequeña, pues en la medida que la humanidad va avanzando a pasos agigantados, me doy cuenta de que me falta un mundo inmenso por conocer y aprender, y estoy convencida de que no tendré tiempo suficiente para aprenderlo. Sin embargo, le doy gracias a Dios por esas mentes maravillosas que los han hecho posibles.

Soy tan pequeña...

Soy tan pequeña, 
y no se casi nada
soy tan pequeña, 
que apenas abarca mi mirada,
apenas hasta el horizonte...
pero se que si me acercara,
éste se haría más y más lejano.

Soy tan pequeña
que mis pensamientos vuelan
cual cometas al viento,
cual mariposas de alas veladas,
cual copos de nieve en la ventisca.

Soy tan pequeña,
pero a la vez tan humana,
que me alegro de todo y por todos. 

Cuando un niño ríe, 
cuando un niño llora,
mi alma se agita
tratando de aquietar su miedo
y compartir su alegría.

Pero soy tan pequeña
que si me acerco,
no me notas,
pues estoy y no estoy
diluida en este espacio, sin espacio,
entre este océano de gentes,
a un click de tu mirada

Pequeña y cercana
solo estoy aquí
si me buscas
o me llamas...

Mireya Pérez.

Que Dios nos bendiga a todos.


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