A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 14 de enero de 2017

Había una vez...en un mundo muy lejano...







Así empiezan muchos de los cuentos que leía de niña, esa niña, que un buen día descubrió que existía una voz, dentro de ella, que escuchaba y sentía, que soñaba y reía, que quería escribir, traducir en palabras, todas las ideas que la habitaban... Pero tuvo que esperar que los años, que el tiempo, le diera ¨permiso¨para escribir, para soñar, para plasmar en palabras, los cientos de imágenes y sueños, que envolvían su mirada, su mente y su alma...

Pero gracias a Dios, no hay límite ni tiempo para el que espera, para el soñador, salvo que alguien, con ¨buena intención¨, quiera ponerles amarras, sin entender, que es imposible..., que las amarras sólo funcionan por un lapso de tiempo muy corto, porque el alma, cual mariposa, vuela en espirales y ayudada por el viento se traslada más allá de los muros, que alguna vez le fueron impuestos...

Para el que escribe, las palabras emergen desde un lugar mágico, inexistente, sólo y único, claro y diáfano, sólo sabe que necesita fluir, que necesita expresarse, que cual ninfa en el lago, se asoma al crisol de la mirada, al espejo de su alma y gira y danza, con la brisa, con las sonrisas, con las lágrimas, cuando han estado represadas, pero sin dolor, diría que, con alivio, de estar por fin libres, al son de su propia música, la que le habita, la que inunda sus sueños, y sus latidos, y danza dando giros, piruetas y saltos flexibles y únicos, como sólo las hadas pueden hacerlo...

_ ¿Hacia dónde van tus sueños?... 

_ No lo sé, dice la ninfa... y revolotea feliz de estar en ese mundo mágico y hermoso...

Danza y danza. escuchando la brisa entre los sauces, el ligero aleteo del colibrí que liba la miel de las flores, que inundan el mágico jardín de los sueños, y en las noches, cuando las luciérnagas emergen para danzar en busca de pareja, miles de pequeñas luces fosforescentes, llenan de mágica luz cada uno de los rincones de ese hermoso lugar y hasta los grillos y ranas parecen componer una mágica sinfonía de hermosos acordes... La naturaleza, en toda sus formas y expresiones, murmuran y cantan, al son de la brisa, del arroyo, del rocío, que baña las flores al amanecer, y es fantástico y único...

Así me siento yo, muchas veces, y sonrío de alegría y gratitud, porque entre los dones que nos han repartido, a mi me tocó el de ¨soñar¨y ¨plasmar en palabras¨los sueños...

Seguramente tendré que ensayar muchas veces, corregir miles, pero seguiré intentándolo, seguiré buscando en ese mundo especial de las palabras, la expresión de esos otros mundos, que emergen de los libros, mis amigos, mis compañeros de viaje, mis maestros especiales...

Ahora puedo, ahora es el momento, no antes, ni después, sólo el ahora, del que estoy plena y consciente, las palabras y yo, danzando en giros y piruetas, plasmando en blanco y negro las notas de colores de esos mundos amados y soñados. donde habitan las hadas, donde habitan los sueños, donde habitan y coexisten la mujer y la madre, la abuela y la joven, la niña y las estrellas...

Hoy,  mi mundo mágico se ha asomado a la ventana de vuestro ordenador, para decirles que están aquí, que viven y se expresan de formas singulares, pero que tienen sus motivos, sus razones, sus locuras sanas y alegres. Que quieren seguir expresando, como saben, como han aprendido, como aprenderán... Pero siempre desde el lado más hermoso de la vida, que es el amor y la comprensión, del afecto y el respeto, de los sueños y la realidad...

Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros.

Mireya Pérez


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