Cuando alguien muy amado se nos va, nos queda en el alma ese vacío infinito, y la certidumbre de no volver a ver aquel rostro amado, ni siquiera la posibilidad de volver a escuchar su voz, la inflexión con que decía tu nombre o cómo te decía Mamá...
Es cierto que a medida que nuestro propio calendario vital va sumando años, meses y días, lo lógico es que los mayores nos antecedan en ese viaje último que todos vamos a realizar algún día, pero cuando es gente joven la que se marcha, tenemos ese sentimiento de culpa y de dolor profundo, nos preguntamos ¿qué más podíamos hacer?, y surgen los mil si hubiera..., que en la mayoría de los casos quedan sin respuesta.
Como seres humanos creemos que nuestro amor será suficiente para acunarlos, criarlos, defenderlos, pero lamentablemente no es así. Y surge poco a poco ese sentimiento de impotencia, porque no pudimos hacer más. Todo el amor del mundo y no pude hacer nada...
Hoy no se más que ayer, no puedo buscar más, pues no hay rincón en donde no te haya buscado, solo mis oraciones me acompañan en este duro camino sin ti, tengo pocos retratos tuyos, no te gustaba hacerte fotografías, pero en mi alma estás grabado a fuego carmesí. Tus hermosos ojos verde aceituna, tus cejas pobladas y tu sonrisa siempre cantarina, siempre echando bromas, riéndote de todo, y esa caballerosidad que no dejaba que su madre cargara ninguna bolsa y que cuidaba que la puerta del ascensor no se cerrara sin entrar su madre antes. Decías que las madres debían ser gorditas para que los amigos no dijeran que eran guapas, y yo me reía y tu te enfadabas... Tantos recuerdos mi cielo, y yo con mis brazos vacíos y mis ojos secos con mi mirada perdida en el horizonte... ¿Por qué no estas? ¿A dónde has ido?.
Ayer soñé contigo y me decías que no me angustiara que estabas bien, y yo solo quería grabarme en la mente cada uno de tus rasgos como si no lo estuvieran ya, pero el sueño fue muy corto y no pude retenerte, solo puedo escribir esto, y compartir con muchas mujeres que como yo han perdido un tesoro, un amor tan grande que no hay palabras para expresarlo, Dios te Bendiga mi cielo, donde quiera que estés, mi amor siempre estará contigo hasta el día en que podamos reunirnos de nuevo, y ese día cumpliré la promesa de estar juntos para siempre. Mi hijo amado. Te quiero y te extraño, ¡que soledad tan grande ha dejado tu ausencia!. Pero siempre estarás en mi corazón, en mis oraciones y en mi pensamiento.,,
Solo soy una mujer, una madre, simplemente yo.
Mireya Pérez
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