A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 1 de marzo de 2014

La aceptación. Una forma de no idealizar al que está ausente




En estos días, cuando la vida nos pone ante situaciones inesperadas, nos encontramos con que hay un miedo a ser comparados, a ser idealizados, a que no nos acepten tal como somos, o en mi caso, que alguien se haga una idea distinta sobre mí, que me idealice, lo que me pone contra las cuerdas imaginarias de un ring de boxeo, porque yo a lo largo de los años, como todos los seres humanos que conozco y he conocido en mi vida, hemos cambiado, hemos evolucionado, física y mentalmente e incluso espiritualmente. 

Para mí, desde hace más de 30 años, el cultivar mi vida interior, ha sido el motivo de mi vida, porque desde niña he aprendido que ni las posesiones materiales, ni el prestigio social, ni el prestigio académico, te sirven de algo cuando te marchas, bien sea porque cambias de empleo, ciudad, pueblo o nación y más aún cuando te marchas en ese viaje definitivo que llamamos muerte. En ese viaje sólo se va con nosotros nuestra alma, con las cosas que aprendió, con las vivencias compartidas y con lo que enseñó a otros. Todo, absolutamente todo lo demás, se queda en el plano físico que llamamos vida.

Y buscando en el rincón preferido de mi casa, mi pequeña biblioteca,  he encontrado este cuento que tan acertadamente el autor Jorge Bucay colocó en su libro El Camino de Las Lágrimas, Editorial Ramdom House Mondadori, Barcelona 2003.

Espero que les ilustre tanto como a mí.

...Había una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existían. Convivían por supuesto el Temor, el Odio, la Sabiduría, el Amor, la Angustia; todos estaban ahí.

Un día, el Conocimiento reunió a los habitantes de la isla y les dijo:
- Tengo una mala noticia para darles: la isla se hunde.
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
-¡No , cómo puede ser! ¡ Si nosotros vivimos aquí desde siempre!
El Conocimiento repitió:
-La isla se hunde.
-¡Pero no puede ser! ¡Quizás estás equivocado!
- Yo nunca me equivoco- aclaró el Conocimiento- Si les digo que la isla se hunde, es porque se hunde.
- Pero ¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntaron los demás.
Entonces el Conocimiento contestó:
- Bueno, hagan lo que quieran, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla... hagan un barco, un bote, una balsa o algo para irse porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.
- ¿No podrías ayudarnos?- preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
- No dijo el Conocimiento- La Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.
Las emociones dijeron:
-¡No! pero ¡no! ¿Y nosotros?
Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando como polizón al Miedo, que como es un zonzo ya se había escondido en el avión, dejaron la isla.
Todas las emociones se dedicaron a construir un bote, un barco,un velero... todos... salvo el Amor.
Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
- Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí...¿cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo...? ahhh... compartimos tantas cosas.

Y mientras cada uno se dedicaba a construir una manera de irse, el Amor subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos, tocó cada piedra... y quiso pensar con esta ingenuidad que tiene el Amor: ¨ Quizás se hunda un ratito y después...¨.
Pero la isla... la isla se hundía cada vez más.
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo podía llorar y gemir por lo que perdería.
Y otra vez tocó las piedras y otra vez se arrastró en la arena y otra vez mojó los piesitos.
- Después de tantas cosas que pasamos juntos...- le dijo a la isla.
Y la isla se hundió un poco más...
Hasta que, finalmente, de ella sólo quedó un pedacito. El resto había sido tapado por el agua.
Recién en ese momento el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad y comprendió que si no conseguía irse el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra. Así que entre charcos se dirigió a la bahía, que era la parte más alta de la isla. Fue con la esperanza de ver desde allí a alguno de sus compañeros y pedirles que lo llevaran.
Buscando en el mar vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas, y la Riqueza se acercó un poquito a la bahía.
- Riqueza, tu que tiene un barco tan grande, ¿ no me llevarías hasta la isla vecina?.
Y la Riqueza le contestó:
- Estoy tan cargada de dinero, joyas y de piedras preciosas que no tengo lugar par ti. Lo siento- y siguió su camino sin mirar atrás.
El Amor se quedo mirando y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y Flores de todos los colores, que llamaba mucho la atención. El Amor se estiró un poco y gritó:
 - Vanidad...Vanidad... llévame contigo.
La Vanidad miró al Amor y le dijo:
- Me encantaría llevarte pero... tienes un aspecto...¡ estás tan desagradables, sucio y desaliñado... perdón, afearías mi barco!- y se fue.
Y cuando pensó que ya nadie más pasaría vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.
- Tristeza, hermana- le dijo- tú que me conoces tanto, tu si me vas a llevar, ¿verdad?.
Y la Tristeza le contestó:
- Yo te llevaría, pero estoy tan triste que prefiero seguir sola- y sin decir más se alejó.
Y el Amor pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a estas cosas que tanto amaba iba a hundirse en el mar hasta desaparecer.
Y el Amor se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final... Cuando, de pronto, escucho que alguien le chistaba:
- Chist-chist-chist...
Era un viejito que le hacía señas desde un bote de remos.
El Amor dijo:
-¿A mí?
- Sí, sí- dijo el viejito- a ti. Ven conmigo, yo te salvo.
El Amor lo miró y dijo:
- Mira, lo que pasó fue que yo me quedé ...
- Yo entiendo. Dijo el viejito sin dejarlo terminar,- súbete, yo te voy a salvar.
El Amor subió al bote y empezaron a remar para alejarse de la isla, que en efecto terminó de hundirse unos minutos después y desapareció para siempre.
Cuando llegaron a la otra isla, el Amor comprendió que seguía vivo, que iba a seguir existiendo gracias a este viejito, que sin decir palabra se había ido tan misteriosamente como había aparecido.
Entonce el Amor se cruzó con la Sabiduría y le dijo:
- Yo no lo conozco y él me salvó, ¿ cómo puede ser?. Todos los demás no comprendían que me quedara, él me ayudó y yo ni siquiera sé quien es...
La Sabiduría lo miró a a los ojos y dijo:
- El es el Tiempo. Y el Tiempo, Amor, es el único que puede ayudarte cuando el dolor de una pérdida te hace creer que no podrás seguir.


Como verán el cuento tiene mucha razón,a pesar de que en el momento creemos que no vamos a poder seguir adelante, porque el dolor, la ausencia, la experiencia ha sido muy fuerte, el Tiempo todo lo cura, y al pasar, se lleva nuestra angustias y de nuevo veremos salir el Sol y sabremos que tenemos derecho a vivir de nuevo, a comenzar una nueva etapa de nuestras vidas, y lo más importante de todo, que estamos vivos.

Que Dios los Bendiga

Mireya Pérez



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