A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 28 de abril de 2014

Decir adiós...no es olvido, es solo un hasta luego.





Solo tú podías traspasar esta puerta... Que Dios te Bendiga

Para mi, desde niña, la amistad ha sido algo importante, quizás por no tener varios hermanos, o porque hasta los nueve años, cuando conocí a mi primera amiga, comprendí, que los hermanos te los pueden dar o no tus padres, pero los amigos, los escogemos o nos escogen, algunos comparten con nosotros todo el trayecto de la vida, el tren de mi vida, como suelo llamarlo, otros en cambio, por cosas de la vida, se apean en alguna estación, y de vez en cuando tenemos noticias de ellos, o nos volvemos a encontrar en alguna estación, un rato, en una reunión de compañeros del colegio, de la universidad, o en esas casualidades, en alguna reunión de amigos que desconocíamos que teníamos en común.

Pero aunque hayan pasado años, sin verlos, siempre los recuerdo, por sus características más singulares, hoy me han informado que una de nuestras compañeras de la Universidad, la más entrañable de todas, la más alegre, la que tenía las ocurrencias más oportunas, el alma más generosa de las tantas que he conocido, se nos ha adelantado en la partida.

Y quiero hoy rendirle un homenaje sencillo, pero sincero, a esa hermosa mujer, joven dinámica, coqueta, que amaba los zapatos y que tenía los pies más hermosos para modelarlos, tenía una voz un poco ronquita, pero eso le daba mayor atractivo, siempre con una sonrisa a flor de labios, la casa de sus padres se llamaba Mujercitas, porque estaba rodeado de mujeres, él era el único varón en esa casa tan especial, tan llena de alegría, desde la nana de las chicas, que trabajó en la casa hasta que ella también partió, y su partida fue sentida como la de alguien de la familia. Todos en esa casa son personas entrañables y afectuosos, por eso hoy, la partida de mi amiga, debe ser un gran varapalo para todos.

Era tan ocurrente, que en una de las tantas fiestas y jolgorios que armábamos a cada rato, siendo casi carnavales, se les ocurrió hacer una fiesta de disfraces, y ella que era menudita, pero bien organizada, se le ocurrió la idea de vestirse de Morticia Adams y a su novio, y futuro padre de sus hijos de Omero Adams. Fue el centro de atención, claro está, porque se puso unos tacones con plataforma altísimos, para que no la descubrieran, no quería hablar para que no supieran que era ella, el maquillaje, con la cara blanco verdoso de los dos, la peluca negra hasta más allá del fundamento y el traje super pegado que la hacía caminar con pasos cortos, igual al personaje, nos reímos tanto, esa noche... al final nuestro amado Dr. Breddy, la descubrió, por una parte de su anatomía, que sólo la tenía ella... ya se imaginan cual.

Pasamos muchos ratos juntos, porque todos los 24 nos hicimos una piña, y donde iba uno íbamos todos, nuestros profesores también se unieron a nuestras fiestas improvisadas, y éramos capaces de hacer música hasta con palitos, dos de nuestros profesores tocaban guitarra y hacíamos unas veladas de lo más agradables, fueron los dos mejores años de Universidad. Después vendrían las bodas, la llegada de los hijos, los bautizos, los viajes al exterior a estudiar, cada no fue agarrando su camino, pero siempre en la reuniones de ex alumnos, procurábamos encontrarnos, y ella era una pieza siempre presente, con su alegría desbordante, la que nos buscaba en la agenda y empezaba a llamar para que nadie faltara a la reunión.

Yo al mudarme al extranjero, no he estado ahí, pero desde aquí, amiga y compañera, siempre me tendrás, en estos días tuve un sueño, que no entendía, pero ahora sí, tenía que escoger una joya entre cuatro estuches preciosos y creo que el estuche con el cuarzo citrino, del mismo color de tus ojo, me llamaba mucho la atención, aunque escogí la amatista, por ser una de las piedras semipreciosas que más me gustan.

Querida amiga, se que Dios te acogió con los brazos abiertos, y que a medida que cada una de nostras nos llegue la hora, serás una de las primeras en darnos la bienvenida, te has ido muy pronto, muy joven, pero Dios necesitaba a un ángel especial y esa eres tú.

Descansa en Paz, nadie que te haya conocido alguna vez, podrá olvidarte, tus hijos y los nietos que algún día llegarán conocerán de esa mujer especial que fuiste, y estoy segura de que tus alumnos, así como nosotras, nunca te olvidarán.


Te quiero amiga y no te digo adiós, sólo hasta pronto!.



Mireya Pérez




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