La vida, a lo largo de los años ha hecho que en mi caso particular, haya tenido que cambiar el rumbo de mi vida muchas veces, es como quien conduce su coche por una ruta de autopista, y de repente se encuentra ante una bifurcación y debe elegir, a la derecha o a la izquierda, a veces habré doblado a la derecha, que es mi sentido lógico ( por lo de que al subir a un ascensor y salir en el piso marcado, siempre miro primero a la derecha, aunque la oficina que busco muy probablemente esté a la izquierda), seguramente les pasa a muchos de ustedes, creo que si mi memoria no me falla se debe al hemisferio cerebral que tengamos más desarrollado, yo sé que el mío es el izquierdo, pero esa es otra historia, que quizás algún día comparta o no, ¿quién sabe?.
Pues bien, hablando de los diferentes caminos, hoy que tengo que analizar algunas cosas de mi vida personal, y tengo que revisar y poner al día otras, me he dado cuenta de la diversidad de caminos que he transitado, y aunque no voy a analizar hoy por qué he llegado hasta aquí, si quisiera hablarles sobre las oportunidades y la manera en que a veces las aprovechamos, otras ni nos damos cuenta, y en la mayoría de los casos, por miedo o incertidumbre, no las hemos tomado.
La primera vez que me encontré con dilema casi existencial, fue cuando me gradué en la Universidad, después que me entregaron el título y escuchamos al rector de la Universidad y a la Coral de la UCAB, de repente, mi cabeza hizo clic y me pregunté ¿ Y ahora qué voy a a hacer?. Llevaba estudiando sin parar los últimos 20 años de mi vida, desde que entré en mi colegio en pre escolar hasta que me gradué de bachiller y todavía seguía conectada a mi colegio, pues daba clases en primaria, como maestra auxiliar.
Debo aclarar, que yo hice toda mi carrera casada, e incluso tuve a mi hija mayor cuando estaba cursando 4ºaño de la carrera, así que en ese sentido mi vida estaba organizada, tenía un hogar, una familia y mis responsabilidades, pero mi ser interior necesitaba nuevos alicientes, así que me decidí a cursar o hacer cursos de especialización, los fui haciendo, también trabajaba, ya daba clases en bachillerato y conocería y haría de mis alumnas, mis hijas putativas, pues aunque yo quería tener más hijos,la vida sólo me permitió tener dos. Y ellas cubrieron con creces, esa necesidad maternal de tener una familia grande, mi sueño era haber tenido cuatro hijos, de ser posible tres varones y una niña, pero tuve una niña primero, y luego con mucho esfuerzo y dedicación a los cuatro años y medio,el varón, después ya no vendrían más hijos, sin embargo, como me dijera una de las hermanas en la orden de Terciarios Franciscanos a la que pertenezco, aunque yo en lo personal no hubiera tenido todos los hijos que soñé, sería como mi árbol de fuego, cuya copa es tan amplia, que bajo su cobijo se pueden guarecer muchas personas.
Y aunque no lo crean, en los distintos caminos que he cruzado, unos por aventurarme, otros por obligación familiar, y la gran mayoría porque mis pasos me han guiado ellos solos, siempre, siempre, bajo mis alas he acobijado a muchas personas, para mí eran mis niños, y abogaba y los defendía a capa y espada si fuera necesario, porque para mí el sentido de honestidad y de responsabilidad me llevaba a incluso anteponer mis sentimientos personales, en aras del bien del grupo al cual dirigía, coordinara o supervisara.
La vida me ha dado palos, o enseñanzas muy duras, hasta difíciles de asimilar, e incluso crueles, todavía sigo luchando y lucho contra un enemigo cruel, al cual le he ganado algunas batallas, pero no le he ganado en la guerra, cuando en mi ignorancia creo que por fin ya lo he vencido, viene él y me da un nuevo zarpazo, me siento como si estuviera luchando contra Atila, pero es que este enemigo tiene estrategias muy crueles, y yo que a lo largo de estos años de lucha me he ido convirtiendo poco a poco en una guerrera, pasando de la casta y tímida paloma, al águila fuerte y tenaz, reconozco que tengo episodios de miedo, porque yo no estoy luchando por mí, mi guerra es por otra persona, por un guerrero fuerte y tozudo que no se ha dejado vencer, que aún ahora, está plantando batalla con entereza y con valor, creo que es uno de los seres más valientes que he conocido, y es un gran maestro, no sólo para mí, sino para los que nos conocen.
Tengo frente a mi, en el futuro inmediato decisiones normales, como a todos los seres humanos, a mediano plazo, la cosa será diferente, y aquí tendré que mirar al horizonte y respirar, y rogar a Dios que me guíe por el camino adecuado, sólo El sabe, cuál es el camino que debo tomar cuando llegue ese día. Y yo que soy una mujer de mil batallas, tengo que reconocer que a veces he sentido y siento miedo, porque no se cómo voy a reaccionar, mi gente espera de mi sensatez, tranquilidad y ecuanimidad, pero no se si, cuando tenga que cruzar ese río, los sentimientos reprimidos tanto tiempo se desbordarán y se convertirán en un mar de llantos, o simplemente, las lágrimas se convertirán en aguas subterráneas, que correrán por galerías internas, que solo mi cuerpo y yo sabremos que existen.
Por ahora, debo caminar, dando apoyo y batallar, hasta el final, es la gran promesa que hice y le hice, juntos hasta el final.
Sólo le pido a Dios que nos dé Fortaleza, Entereza, Fe, Paz y Amor en abundancia para seguir y aceptar lo que esté destinado, pues nada ocurre sin que tenga un por qué, aunque a veces queramos rebelarnos y negarnos a este presente tan ingrato, pero espero, que como ocurre en las grandes tormentas, cuando las nubes negras se hayan disipado, aparezca el Sol y resplandezca hasta llenar de luz cada parte de nuestras vidas.
Que Dios nos de la Paz, el amor, la fuerza, la entereza y la Fe, suficientes para seguir este tramo que queda del camino.
Que Dios los bendiga
Mireya Pérez
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