A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

miércoles, 23 de abril de 2014

Un encuentro inesperado....









Este es un cuento basado en hechos reales, de personas conocidas por mí, y que como siempre, por respeto a su intimidad, no revelaré sus nombres, y algunos de los hechos serán cambiados, para que no puedan ser reconocidos, pues lo importante, no es quienes son o fueron, sino lo que pasó.

Allá por lo años sesenta del siglo pasado, una chica de 17 años y un chico de su misma edad, se conocieron cuando estaban haciendo la cola para comprar las entradas a un cine de la Caracas de ayer, la de los techos rojos, como decía Billo´s. Mientras esperaban pacientes su turno para llegar a la taquilla empezaron a hablar, ella sonreía nerviosa, él estaba apurado por preguntarle el nombre, pues se había dado cuenta que la chica no estaba sola, en la puerta del cine, había tres chicas esperándola y sonriendo entre ellas, al darse cuenta de la situación en la que se encontraba su amiga, casi ya estaban frente a la taquilla cuando carraspeando le dijo- me llamo Manuel y tu?- y ella, todo sonrosada le dijo que se llamaba Fabiola, y se dieron la mano, para hacer el gesto de que ya no eran dos desconocidos, ella nunca olvidaría la mirada de aquellos grande ojos azules y del cabello negro un poco ensortijado del chico, pero muy corto, y además no era muy alto, quizás unos cinco centímetros más que ella, pero como ella llevaba unas sandalias de correas blancas sin tacón, lo hacían verse más alto a su lado. El por su parte miraba atontado el rubio cabello de ella, que juraría que era natural y los ojos castaños muy grandes dentro del ovalo de su cara y la nariz pecosa.

Al final llegaron a la taquilla y cada uno compró las entradas que tenían previstas, ella 4 entradas y él tres. Sonriendo Fabiola se despidió y corrió junto a sus amigas para entrar en el cine, sin antes darle una última mirada a su Manuel, porque de ahora en adelante ese chico sería su sueño de ¨príncipe azul¨que todas las chicas tienen alguna vez en su vida.

Vieron la película, siempre con el anhelo de que los chicos se hubieran sentado cerca, pero no lo habían hecho, y desconsolada, Fabiola salió con sus amigas, al finalizar la película, por una de las puertas de salida, y no volvió a verlo más aquella tarde.

Habían transcurrido casi quince días desde aquel encuentro fortuito, y de repente en la Biblioteca pública de la Avenida Universidad, al venir con los libros que la bibliotecaria le había entregado, se lo encontró en una de las mesas, casi se desmaya, como las heroínas de la época, y al mirarse a los ojos, un leve rubor volvió a traicionar su vergüenza, apenada, solo atinó a saludarlo con la cabeza y siguió hasta la mesa donde sus compañeras la esperaban para consultar los temas del trabajo de investigación que debían hacer para el profesor de Historia. Manuel en cambio tomó nota mental de que este era quizás un sitio que las chicas visitaran con frecuencia, él también estaba estudiando porque quería graduarse ese año de bachiller y presentarse para estudiar medicina, que era el gran sueño de su vida.

De ahí en adelante fueron muchas las tardes,en que los jóvenes se encontraron,primero un saludo tímido, otro día charlaron un poco más, hasta que al cabo de unos meses ya se habían hecho amigos, se contaban sus sueños, lo que querían hacer en el futuro, las posibilidades que había según la carrera que cada uno quería hacer, sobre la música, y descubrieron que les gustaban los Beatles, pero también Los Dart, Cherry Navarro, etc.

El tiempo fue pasando, y un buen día casi sin pensarlo, Manuel le robó su primer beso, y ella toda azorada salió corriendo sin rumbo, turbada por la emoción y por un no se qué que le recorría el cuerpo, qué era esto que le pasaba? era esto el amor?, y si era así porque producía una sensación tan extraña...

Manuel por su parte, se quedó al principio sorprendido, pero después empezó a silbar,la cosa iba bien, pero muy bien, le gustaba mucho Fabiola, y le encantaba su timidez, además descubrió que nunca la habían besado, y eso le gustó más.

Quiero recordarles amigas y amigos que las cosas en esa época era diferente a estos tiempos., así que sigamos...

Como Fabiola no tenía teléfono en su casa, en realidad muy pocas lo tenían, ellos se veían o bien en la biblioteca o bien en el parque que había al final de La Gran Avenida, famoso por sus hermosos y frondosos Caobos; entre la arboleda había caminos para pasear y de vez en cuando bancos de madera para que la gente se sentara y disfrutara de la pureza del ambiente, se hicieron novios, y hacían planes, pero Fabiola quería contarle a sus padres lo que pasaba y Manuel tenía dudas, porque sabía que su madre, que era viuda era muy estricta, y lo de noviazgo tan joven no le iba aparecer bien, como en realidad así fue.

Doña Manuela no quería saber nada de amoríos, él se tenía que esforzar por hacer la carrera de médico, y si no le obedecía, le escribiría a su padrino en España para que la ayudara, como al final hizo.

Fabiola le contó a sus padres que había conocido un chico que era muy juicioso y que quería pedir permiso para venir a visitarla de vez en cuando en casa, y siendo mucho más comprensivos, le dijeron que lo invitara el domingo después de misa a almorzar en la casa, y Fabiola loca de contenta le contó a Manuel las buenas nuevas, él por su parte no se atrevió a contarle lo que había dicho su madre, pensando que con el tiempo cambiaría de parecer.

Los dos terminaron ese año el último año de Bachillerato, ella en un liceo ubicado por El Paraíso, y él en un colegio de curas agustinos. Ambos habían planeado salir con el grupo de amigos para festejar el acontecimiento, pero una aparente fiebre de Doña Manuela, impidió que los chicos se vieran por unos días.

Fabiola y Manuel pasaron los días previos a la entrada a la universidad, haciendo planes, cuando terminaran sus carreras, que seguramente tendrían que esperar para casarse un poco más de los seis años de carrera de médico,porque después él tendría que hacer dos años de medicina rural, y seguramente ella no podría aguantar el clima y los mosquitos y plagas de la zona a la cual le destinaran. Manuel empezó Medicina y Fabiola empezó Farmacia, los padres de Fabiola estaban encantados con el chico porque se veía muy respetuoso, pero doña Manuela, era un hueso duro de roer, por lo pronto le había dicho a Manuel, que ya habría tiempo para conocer a la chica, y Manuel nunca desconfió.

Una tarde que Manuel había llegado más temprano de la Universidad que de costumbre, escuchó a su madre hablar con una amiga, diciéndole que ya tenía todo preparado para separar a Manuel de esa tal Fabiola, y que pronto le daría la sorpresa a su hijo,  Manuel incrédulo, salió de la casa sin hacer ruido y se fue a encontrar con Fabiola, y entre nervioso, apenado y preocupado, le contó la conversación, y los dos estuvieron nerviosos pensando qué hacer para que no los separaran, Fabiola como era normal se lo dijo a sus amigas y una de ellas le dijo-es fácil, se presentan en la Prefectura y dicen que quieren casarse, ustedes son mayores de edad, y pueden hacerlo sin consentimiento de sus padres- después de casados, la madre de Manuel no podrá hacer nada-

Fabiola si se lo contó a sus padres, estos no estaban de acuerdo con la locura que iban a cometer, pero si ellos creían que así resolverían su problema, pues que así fuera. Y prepararon sus documentos, los presentaron en la Prefectura y en la Iglesia, porque querían casarse como Dios manda, la boda en la Prefectura la fijaron para dos días más tarde, y la iglesia para 10 días después.

El día de la boda civil Fabiola se puso un vestido corto muy parecido al de una cantante de la época, y Manuel se puso la chaqueta y la corbata prestada de un amigo, pues sus madre no sabía nada de eso. Y se casaron, y luego se reunieron con los amigos un rato, y pasearon por la ciudad sintiéndose felices porque ya eran marido y mujer, y esa noche, por primera vez durmieron juntos, al día siguiente Manuel apesadumbrado dejó a Fabiola en casa de sus padres, diciéndole que se verían en dos días, porque su madre debía estaría nerviosa al no haber dormido en casa.

Cuando Manuel llegó a casa su sorpresa fue mayúscula, pues en la puerta de su casa estaba su padrino Paco, hermano de su padre y que había llegado a Caracas ayer en la tarde, pues lo abrazó y lo llevó para dentro de la casa y comenzaron a hablar y al no ver a su madre, el tío le dijo que estaba muy enferma y que había venido para llevársela con él a España y que Manuel también tenía que acompañarlos, Manuel desesperado le dijo que no podía, que se había casado con su novia, ayer en la tarde y que la boda en la Iglesia seria el próximo domingo, el tío le dijo, que no era posible, que se tenían que ir en avión, que se iban mañana, que le escribiera una carta a la chica explicándole lo que pasaba y que él se la haría llegar a través de alguna de sus amigas. Manuel confiado escribió la carta, la metió en un sobre y se la entregó a su padrino, confiando de buena fe que le harían llegar la carta a Fabiola, pero tan pronto Manuel se fue a hacer su equipaje, su tio Paco quemó la carta, que nunca llegaría...

Fabiola y sus padres, no sospechaban lo que pasaba,y aunque Manuel no había vuelto a aparecer por la casa pensaron que si llegaría a la Iglesia el día fijado, pero Manuel no apareció, esperaron en la puerta de la Iglesia, hasta que el párroco les dijo que lo sentía mucho pero que debía cerrar y que se fueran a su casa. Fabiola lloró y lloró, toda la noche, mientras sus padres se debatían en qué hacer, hasta que don Porfirio le dijo a su mujer que él iba a hablar con ese muchacho y se marchó rumbo a La Pastora a casa de Manuel, cuál no sería su sorpresa cuando le dijeron que Manuel, su madre y un tal Don Paco se habían marchado a España, y que aparentemente no pensaban volver más.

Don Porfirio estaba indignado, pero su corazón de padre sufría por su hija, ¿cómo decirle a Fabiola que la habían engañado?. Cuando llegó a casa, su hija nada más verle supo lo que se temía. Manuel nunca la habría abandonado, pero como no tenía más que 19 años, su madre podía ejercer la Patria potestad del hijo, y por eso se lo había llevado...

Desconsolada buscó información con las vecinas y a través de una de ellas, logró tener una dirección en Galicia a donde escribirle y así empezó a escribirle, al principio tristes, luego a los dos meses esperanzada porque estaba embarazada e iba a tener un hijo suyo, y pensó que eso le ablandaría el corazón, pero nunca recibió respuestas a ninguna de sus cartas, y así pasó el tiempo, cuando llegó la hora del parto, la llevaron al hospital donde tuvo a su Manuel, y como estaba legalmente casada, el niño llevaba los dos apellidos, Fabiola lo crió con la ayuda de sus padres, no fue fácil estudiar y criar aun bebé, nunca se atrevió a ir a España a buscarlo y enfrentarlo con la realidad, y cuando Manolín iba a cumplir los seis años, llegó  la primera carta de Galicia, de un bufete de abogados, solicitando el divorcio, Fabiola se derrumbó, no tenía más fuerzas, tanto escribir y nunca una carta ni siquiera pidiendo perdón, y ahora el divorcio, como sonámbula firmó los papeles, y más nunca volvió a escribir.

Su hijo Manuel creció se hizo ingeniero, y un buen día cuando iba a contestar una oferta de trabajo para una transnacional, le llamó la atención que la persona que firmaba la carta tuviera su mismo nombre y los apellidos de su padre, ¿qué cosa más rara?. Llamó a su madre a la Farmacia y le contó lo que pasaba, y luego de casi desmayarse, Fabiola le dijo que al salir del trabajo se encontraran en su casa, y hablarían para ver qué podían hacer, que quizás solo fuera una coincidencia macabra.

Pero Manuel, no esperó y se metió en Internet a indagar e informarse quién era esa persona, e incluso imprimió la breve biografía que tenía la empresa sobre este señor con la fotografía. Manuel no tuvo dudas, este señor de ojos color acero y pelo canoso casi blanco era igual a él, éste debía ser su padre, pero no quiso decirle nada a su madre hasta hablar con ella. 

Cuando al final, Fabiola regresó a su casa, nunca se había vuelto a casar, y vio los papeles que su hijo le mostraba, las manos le temblaban, y lejos de odiar al hombre que le había hecho sufrir tanto, acarició la foto, como si de esa manera pudiera acariciarle el rostro y le dijo a su hijo, que ella creía que era él, pero que ahora debían hablar con un abogado, porque esta vez ella sería la que le plantaría cara a él y quería hacerlo de una forma adecuada, pero firme.

El abogado les aconsejó hacer un escrito, acompañado de los documentos del hijo, y algunas fotografías, y un número de móvil a donde poder llamar, y como no quería esperar más, habían pasado casi 35 años, se lo enviaron vía correspondencia expresa, cosa que en dos días le habrían llegado los papeles a su despacho.

A los dos días Don Manuel llamó, era la misma voz que Fabiola recordaba, pero le dijo que no sabía nada, que su madre nunca le dio ninguna carta y que él le escribía todos los días, y que tampoco recibió respuesta nunca... Por eso, después de mucho tiempo se caso con la hija de la vecina de su madre y tenía tres hijas. Le pidió la dirección y le avisó que el lunes llegaría a Caracas a conocer a su hijo.

Así lo hizo, le pidió perdón por no sospechar nunca de las intenciones de su madre, y los invitó a visitarlos en Galicia donde vivía para que conociera a sus hermanas.

Lo demás, no es importante, solo que al cabo de mucho tiempo la ignorancia y la soberbia de un ser humano, fue subsanado con el perdón, el amor y la felicidad.


Que Dios los Bendiga


Mireya Pérez.









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