A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 23 de enero de 2015

La importancia de escoger un camino y seguir hasta lograr las metas...






Desde niños, nuestros padres, maestros, profesores, y familiares en general nos han guiado para hacer las cosas de manera ¨correcta¨: la mejor forma de hablar, de comportarse en la calle, con los compañeros de estudios, el respeto a los mayores, y un largo etcétera que forma parte de nuestro equipaje para emprender una parte del camino de la vida, que comienza justo, al día siguiente de que en el colegio, o instituto de estudios de bachillerato, nos dicen que  hemos cumplido con esa primera gran etapa, y digo gran etapa, porque desde el maternal al bachillerato habrán pasado unos 15 años, sin darnos cuenta, de educación pura y dura...

 Pero buena eh, muy buena, será nuestra base de salida...

Muchos ya tienen sus proyectos más o menos definidos, antes de terminar el bachillerato, y saldrán del instituto directo a la Universidad, otros por diferentes razones, empezarán primero a trabajar, y después sobre la marcha, cuando se presenten las oportunidades, tomarán o no, la decisión de continuar su formación.

Hasta aquí esto es lo normal lo que todos conocemos o hemos hecho en nuestras vidas, pero sin embargo, llega un instante en que quizás hagamos un alto en el camino y nos preguntemos ¿Hay algo más que lo que he hecho hasta ahora?¿Puedo cambiar de rumbo?¿Esta decisión que tome, puede afectar a mi familia?.

A veces la vida,nos pone en el predicamento de tomar decisiones que nos llevan a nuevos derroteros, donde tendremos dudas y quizás hasta suframos alguna que otra frustración, porque las cosas no salieron como esperábamos, pero quizás viendo el ejemplo de otros seres humanos, podemos entender que lo importante en sí es escoger el camino y seguir adelante y si hay que cambiar de dirección, pues hacerlo, siempre se puede volver a comenzar...

Pensando en eso, y en los miles de seres humanos que cada día están tomando decisiones trascendentales en su vida, para ellos y para sus familias, comparto con ustedes este cuento del libro El Camino de La Felicidad de Jorge Bucay, Editorial Sudamericana 2002.

Moses era un joven que vivía en una ciudad judía, despreciado por el resto de la comunidad por su pobreza y su falta de posibilidades.Sumado a lo familiar, Moses era más despreciado todavía porque había nacido con una deformación en la columna que marcaba su espalda y en su postura una joroba verdaderamente desagradable.

Era muy buen hombre, inteligente, noble, pero no era un hombre exitoso.

Un día escapando de las persecuciones antisemitas, llega a su pueblo una familia judía bastante bien avenida, con una hija llamada Esther, realmente preciosa.

Cuando Moses Mendelssohn la ve, queda fascinado y advierte rápidamente que tiene que hacer algo para establecer contacto con ella, para hablarle, para conocerla.

Entonces, encolumnando su vida con esa decisión- ya no con su rumbo, sino con decisión-, empieza a mover contactos, incluso llega a trabajar gratuitamente para alguien que le promete conseguir una manera de conectarse con la familia: afinar el piano que estaba en la mansión donde ella vivía.

Así consigue Moses entrar en la casa y esa noche lo invitan a cenar. Durante la velada, él se las ingenua para sacar el tema del destino, y entonces se implanta la discusión sobre si existe un destino o si no existe, si las cosas están predestinadas o si no lo están y demás.

Moses Mendelsshon dice:
-Yo no tengo ninguna duda de que la vida está predestinada, sobre todo, con quien uno va a hacer pareja, con quién uno va a armar una familia.

Esther lo mira con desconfianza; nunca había pensado siquiera en hablar con alguien que tuviera este aspecto tan deplorable, pero le interesa mucho lo que dice, y le pregunta:
- ¿De verdad lo crees?-
-¿Cómo no lo voy a creer?- dice Moses- me pasó a mi.
-¿Cómo que te pasó a ti?-pregunta Esther.

Entonces Moses responde:
-Antes de nacer me encontré cara a cara con mi ángel guardián y él me dijo ¨Una mujer muy buena, muy noble, de gran corazón, va a ser tu esposa, y con ella vas a tener muchos hijos¨. ¨¿En serio?- dije yo, pero ¿por qué esa mujer tan noble se va a fijar en mi... si yo voy a nacer en una familia pobre, sin apellido y sin dinero¨. Y el ángel me contestó: ¨Esa mujer se va a fijar en ti también, porque hay algo guardado también para ella: va a tener una terrible joroba que le va a deformar la espalda¨. Entonces le dije al ángel: ¨Una mujer tan noble y tan buena no merece tener una deformación en la espalda, dame a mi la joroba y deja a la mujer libre de ella¨.

Cuenta la historia que Esther  se casó con Mendelsshon para parir tres hijos, quienes les dieron cuatro nietos, uno de ellos científico y otros tres músicos..

Uno de ellos llamado Moisés, en honor de su abuelo escribió una pequeña sinfonía llamada El afinador de pianos. 

Este cuento de Jorge Bucay nos dice que a veces, cuando no sabemos de dónde sacar las fuerzas para seguir un camino o para escogerlo, el Amor puede ser la respuesta.

Si Moses no se hubiera enamorado de Esther, no hubiera hecho todo lo que hizo para alcanzar su propósito, que era  llegar a ella y casarse con ella..

La moraleja del cuento quizás sea, que aunque no sepamos por dónde empezar a buscar el camino que nos lleve a la meta que nos propongamos, lo realmente importante, es no detenerse nunca, si fallas, vuelve a intentarlo, si vuelves a fallar, inténtalo de nuevo, ya sabes dos formas diferentes de no cometer el mismo error, y así hasta lograr tu sueño..

Agrega Bucay:
  • No te quedes parado esperando que el camino se ilumine como en Alicia en el País de las Maravillas.
  • No te quedes parado esperando que alguien venga a buscarte o a ofrecerte una oportunidad, debes buscarla y luchar por ella, prepararte, estudiar...
  • Y sobre todo que no te quedes esperando que el sentido de tu vida llegue a tu vida.
Y yo añado, si haces eso, te parecerás a la mujer aquella que se quedó esperando en el andén del tren esperando que el amor regresara algún día, que llegó quizás muy tarde o que nunca regresó.


Que Dios nos bendiga

Mireya Pérez.


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