A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

martes, 13 de enero de 2015

Solo soy un sembrador de sueños....


La madurez de la vida me agarra en un momento en que debo hacer cosas , para las cuales creía no estaba preparada...

Durante mi vida me pase el mayor tiempo estudiando, mirando, conversando, riendo, cantando, bailando con el viento, trabajando de sol a sol, para sacar adelante los sueños de familia, de pareja...

Pero con el tiempo tuve que aprender a despedirme, a decir adiós a gente que amaba entrañablemente; unos se fueron por otros caminos diferentes al mío, tomaron otro tren de vida, y se perdieron en el horizonte...

Otros sin embargo, se acercaron al puerto, donde el Velero de Cristal los vino a buscar, y alegres, con un adiós, se despidieron con un hasta luego, dejando una estela imborrable en mi alma: en ese velero que he visto muchas veces, se han ido mi hermana, mis abuelos, mis suegros, mi padre adorado, la luz de mis ojos, algunas amigas muy queridas y grandes maestras, algunas de mis madres de Consolación, alguna compañera del colegio o amiga de la Universidad... Tantos adióses, que dejaron huellas en mi alma, unas de inmensa gratitud por lo que me enseñaron, otras de profunda tristeza, porque era muy temprano... Pero Dios que todo lo sabe, me dio a entender que todos tenemos un momento para llegar y otro para partir.

Así, que una vez aprendida estas lecciones, decidí tomar el arado, y con los talentos que me dio, comenzar a arar la tierra, con alegría, aunque haya zonas áridas donde nunca ha llovido un poco de amor; otras donde la tierra está fangosa y los pies se me hunden, pero sigo tratando de sembrar..., en otros campos que parecen perfectos, he encontrado que los dueños me han sacado a trompicones, como si mis humildes semillas, ofendieran a los granos perfectos que han escogido... pero yo sigo mi camino, tratando de llevar mis semillas, el mensaje del Amor de Dios que todo lo puede, que todo lo cura, que cuando creemos que ya no podemos dar un paso más, aparece una mano anónima y nos da agua y una sonrisa y quizás hasta unas frutas, y seguimos caminando...

Se que la vida, no me dejará ver el fruto total de las semillas sembradas, pero espero que el día de mañana, cuando un maestro, cuando un niño, cuando un joven, lea algo de lo que he escrito, le sirva para crecer, para mejorar, para aprender o por lo menos para no cometer los errores que esta humilde mujer cometió alguna vez.

He amado, y sigo amando, y amaré hasta el final de mis días. Lloraré porque más de una vez tendré que despedirme de alguien que sea importante para mí, o porque mis locos bajitos harán cosas que me desvaratarán todos mis esquemas, y la felicidad será tan grande que mis ojos se bañarán de lágrimas de alegría.

Porque déjenme decirles que de felicidad también se llora...

Ahora, en estos  días o meses, me toca la tarea más difícil que puede tocarle a un ser humano, dar ánimos a alguien que debe emprender un viaje muy largo..., al cual le teme, aunque su alma, creo que está en Paz... Me encantaría que la oración le reconfortara, que viera en el sacerdote no a un cura, sino a un hombre, que ha visto y escuchado de todo, y que por eso mismo, no se va a asustar y que lo va a ayudar a no temer...

A mi, hace dos años un sacerdote en la Concepción, me permitió desnudar mi alma, y desde ahí soy otra, desde ese momento tengo una Paz enorme, y se que él también lo puede conseguir.

Su velero todavía no se divisa en el horizonte, y yo estoy aquí para acompañarlo hasta donde Dios quiera, sólo espero haber sido una buena compañera de viaje, y que llegado el momento aborde el velero lleno de Paz.

Sólo les pido una oración en nombre de todos los enfermos que como el mio, luchan sin cuartel, para vencer o por lo menos para no desfallecer...

....Dios te Salve María,llena eres de Gracia
El Señor escontigo, el Señor es contigo´
y Bendita tu eres entre todas las mujeres, 
y Bendito es el fruto de tu vientre  Jesús

Santa Mará Madre de Dios
ruego por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte 
Amén.

Gloria al Padre,
Gloria al Hijo, 
Gloria al Espíritu Santo,
como era en un Principio,
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.


Que Dios los bendiga siempre

Mireya Pérez






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