A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 28 de agosto de 2015

Aquello que nos ata...sin ataduras presentes...











¿Alguna vez se han puesto a pensar en los cientos de cosas, sin las cuales creemos que no podemos vivir?...

Yo lo he ido simplificando con el transcurso de los años, y me ha funcionado, quizás porque significa menos cosas que limpiar, menos cosas que guardar, o qué se yo!!!. A lo mejor son cosas de vieja, jajajaj, y uno debe reconocer que con los años, hemos ido agarrando manías o perseverando incluso, en algunas cosas, que para uno son imprescindibles, mientras que otras no.

Por ejemplo, para mi en lo personal, no necesito un micro hondas... Entonces mi hija, me lo trajo como regalo de Navidad, hace dos años, y lo habré usado en todo este tiempo, quizás unas 20 veces, nada más. Lo tengo en la cocina, pero desenchufado, no lo uso, me da pena que ella lo comprara con toda la ilusión del mundo, y yo no lo uso... Sin embargo, algo que si me gustaría tener, no lo he comprado, por falta de espacio para guardarlo, pero, como tenía una cantidad interesante de puntos en la tarjeta de la estación de servicios, donde pongo la gasolina para mi vehículo, un día, les pedí cambiar parte de mis puntos, por una parrillera eléctrica, y ahora sólo falta que me llamen, para ir a buscarla... jajajaj.

Cuántas cosas vamos acumulando, que no nos hacen falta para el día a día... Sin embargo, llenamos gavetas, armarios y cajas con cosas que apenas las habremos visto una o dos veces en un año. 

El Dr. Wayne Dyer, en su libro La Fuerza del Creer, nos dice que si tenemos cosas u objetos e incluso ropa, que no hemos utilizado en los dos últimos años, es porque no nos hace falta, y debemos sacarla de los cajones y armarios, revisarlas a ver si están en buen estado, y proceder a regalarlas, venderlas o donarlas, porque así, estamos llamando al Universo, para que nos traiga cosas nuevas, además de que, esas cosas que no usamos, quizás se conviertan en el tesoro de otros. 

Yo suelo hacer limpieza de armarios, con relativa frecuencia, y cuando algo me queda estrecho o se que ya no lo voy a utilizar, lo regalo o lo llevo a Cáritas, o lo deposito en unos containers, que tenemos en algunos puntos de la ciudad, que permiten recoger ropa y zapatos, para la ayuda a los más necesitados.

Esto de las cosas que nos atan, es en los últimos tiempos un afán en mí, porque me doy cuenta de que a veces, no nos damos cuenta y las cosas en vez de ser utilizadas, pareciera que nos utilizan a nosotros. 

Quizás esta reflexión venga de algo sencillo que pasó hoy, esta mañana cuando cambiaba las sábanas de mi cama, saqué un juego de sábanas blancas y cuando estaba ya armando el cuarto, me acordé que ese juego de sábanas, formaban parte de mi ajuar de novia, hace casi 41 años!!!!. jajajaj. Lo que pasa es que, como eran de hilo bordado, no las usaba sino cuando daba a luz, cuando estaba enferma, etc., porque mi madre siempre me inculcó que debía tener ropa para el día a día, ropa para las visitas, y ropa para los momentos especiales, como el nacimiento de un hijo, etc.... Ahora, esas sábanas las uso con frecuencia, ya no espero momentos especiales, pues todos los días son especiales para mi. Son una ganancia a la vida, y para qué voy a dejarle a mi hija, cosas que se que no le gustan, y que en todo caso regalará... Pues yo uso mis cosas especiales, ahora, no mañana, ahora!!!!.

Se por ejemplo, que hay prendas que guardo porque tienen importancia para mí, pero que el día de mañana, tendré que regalar a alguien, pues a mi hija no le gustan, y no se si a mi nieta le gustarán, sin embargo, las sigo guardando, como si yo fuera solamente su custodia temporal, se que la hija de una de mis amigas, le van a gustar y cuando escriba mis últimos deseos, lo dejaré escrito para que mi hija sepa qué va a pasar con cada una de mis cosas, que se que a ella no le apetecen o gustan. Sin embargo, cuando viene a casa, si se que algo le gusta, se lo doy en el momento, y así aprovecho para desalojar espacio, jajaja.

Esto de las ataduras y de sentirnos atados a las cosas, también lo podemos extrapolar a las personas, pues sin darnos cuenta, a veces nos volvemos dependientes de los otros, sin notarlo, dándole a ellos un privilegio, que ni siquiera son conscientes de tenerlo, y me voy a servir de un cuento para explicarlo:

¨ Hace ya muchos años, cuando las caravanas cruzaban el desierto para llevar sus mercancías de un lugar a otro, un rico mercader iba con su recua de 20 camellos por el desierto, tenía para su servicio a diferentes esclavos, que se encargaban de dirigir a los camellos, otros de limpiarlos y alimentarlos y un joven aprendiz para que los mantuviera unidos y a resguardo, durante la noche.

Una noche, el joven aprendiz, contaba las cuerdas con las cuales amarrar a los camellos y notó con preocupación que a pesar de tener veinte camellos, sólo tenía 19 cuerdas, y se dirigió al esclavo que los alimentaba y le preguntó qué hacer:

- Tengo un problema, debo amarrar a los camellos, y sólo tengo 19 cuerdas, y como sabe tenemos 20 camellos, ¿qué hago?.

El le dijo:

_¿Has notado que los camellos son bastante bobos?, en realidad no son muy inteligentes, así que los puedes engañar. Ata a todos los camellos y cuando llegues al número veinte, haz como silo estuvieras atando a él también. Verás como se queda quieto.

El chico, aun con desconfianza hizo lo que el cuidador le dijo que hiciera, y en la mañana temprano, cuando el cuidador fue a donde los camellos vio, que estaban los veinte.

Cargaron de nuevo las mercancías sobre los camellos y la caravana, se puso en camino, pero el joven vio que el camello número veinte no se había movido, y fue asustado al cuidador.

_ Señor, el último camello no se ha movido del sitio, y no sigue a la caravana, ¿qué hago?.

- ¿Es acaso el que no ataste ayer porque no tenías cuerda suficiente?.

_ Sí, señor.

_ Anda, corre y haz como que lo desatas, y ya verás como se pone a caminar, pues mientras crea que está atado, no se moverá.


Este simple cuento nos indica cómo a veces, con palabras o con acciones simples, nos dejamos doblegar, permitiendo que nuestra pareja, un amigo o amiga muy allegado, e incluso un jefe, nos doblegue hasta el punto, de ser totalmente inconscientes de que estamos siendo manipulados por otros, e incluso, permitiendo que ocurra durante mucho tiempo. 

No lo debemos  confundir con la obediencia, la fidelidad, y el compromiso con la gente a la que amamos, o a la cual estamos subordinados, no, se trata de tener autonomía propia, y no hacer las cosas, porque lo dice fulano o mengano, salvo que sea una orden de un jefe y la orden en cuestión tenga que ver con algún ejercicio propio del desarrollo empresarial, no podemos permitir y menos aceptar, situaciones como el acoso sexual en la empresa, jamás!!!!.
  
Recuerdo cuando era jovencita, un matrimonio amigo nuestro, que la esposa quería que nosotras tuviéramos una tarde de chicas, y hasta ir a ver una película al cine, y el marido que la escuchó cuando me lo planteaba, nos dijo que no, que las mujeres que iban solas a algún sitio, era porque querían ir en busca de algo que no se les había perdido... Me quedé, literalmente en el sitio, le dije que tenía mucha pena por él, y me fui a atender a mis hijos. Mi amiga, con el tiempo, decidió separarse, pues no la dejaba respirar si él no se lo permitía, tenía unos lazos tan fuertes, que sin estar atada, no la dejaban ser ella misma.

A veces creemos que si nos apegamos a alguien y si nos doblegamos a todo lo que dicen y hacen, vamos a ser felices, y no puede ser, cada uno es un individuo, con necesidades, pensamientos y sentimientos propios. Se puede compartir la vida con alguien, amar a alguien, pero manteniendo siempre su propia esencia viva, al fin y al cabo, parte de esa esencia debe haber influido para que el otro u otra se enamorara, si no, no tendría sentido.

El hecho de mantener nuestra individualidad, lo que nos gusta, lo que somos, no significa que no nos impliquemos en un proyecto común, al contrario, estamos aportando, sumando al conjunto, para hacer algo mucho mejor.

Nunca permitan que las quieran anular como personas, nadie puede esgrimir en aras del amor, que ustedes tienen que cambiar. Pueden mejorar, evolucionar, aprender cosas nuevas, pero dejar de ser, quienes son, para cumplir los deseos de un tercero, no tiene sentido, y si el argumento que emplean es el amor, les digo que no es verdad. Quien ama, acepta al otro tal cual es, incluso no quieren que cambies, porque los ama por lo que son, como seres humanos, como persona, por sus defectos y por sus virtudes. 

Quien te ama de verdad no te pide que cambies, a lo sumo, te acompaña en tu evolución y será feliz de la misma.

Una de las primeras lecciones que debemos aprender en la vida es amarnos, y lo dice una de los Diez Mandamientos: Amar al prójimo como así mismo... O lo que es lo mismo, primero ámate y luego ama a los demás, como quieres ser amada.

Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros.

Mireya Pérez


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