A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

martes, 5 de noviembre de 2013

Recordar con amor al que ha partido












Cuando alguien se va o parte, o se aleja de nuestras vidas, a veces tomamos medidas drásticas, que a lo largo nos pasan factura.

Hay una etapa en nuestras vidas que se llama Duelo; el duelo por alguien a quien hemos perdido, porque sencillamente no nos podíamos entender y el otro o uno decide el hasta aquí; el duelo porque partió hacia Dios  y no lo esperábamos,no nos dio tiempo de decirle lo importante que era para nuestras vidas; el duelo porque nos hemos trasladado de ciudad y vamos a estar lejos de la gente a quienes queremos, de los amigos,la familia, y así , podría enumerar innumerables tipos de adiós que nos ocurren en nuestra vida......

Según Jorge Bucay, autor del libro, El Camino de las Lágrimas,Editorial Ramdon House Editorial, 2003. Debemos trabaja la etapa que el llama El Olvido de la siguiente manera y cito textualmente:

¨ No intentes olvidar lo que pasó;al contrario, recuerda. Sin morbosidad, pero sin escapismos.
 
El proceso del duelo permite buscar para tu ser querido el lugar que merece entre los tesoros de tu corazón.
 
Es poder pensar en él y no sentir ya esa latigazo de dolor.
 
Es recordarle con ternura y sentir que el tiempo que compartiste con él o con ella fue un gran regalo.
 
Y esto es cierto para todas las pérdidas. la elaboración permite darle un sentido a todo lo que has vivido hasta aquí con lo ausente.
 
Es entender con el corazón en la mano, que el amor no se acaba con la muerte, o con la distancia.
 
En cierto modo,nunca volverá a estar como antes de una pérdida significactiva, porque ésta inevitablemente te cambia, pero puedes elegir si ese cambio será para mejor.
 
Terminamos este breve soliloquio,con un cuento, que me gusta mucho.
 
´Un pescador va todas las noches a pescar hasta la playa para tirar su red, sabe que cuando el sol sale los peces vienen a la playa a comer almejas, por eso siempre coloca su red antes de que amanezca.
 
Tiene una casita en la playa y baja muy de noche con la red al hombro.
 
Con los pies descalzos y la red medio desplegada entra en el agua.
 
Esta noche de la cual habla el cuento, cuando está entrando siente que sus pies se golpean contra algo muy duro en el fondo.
 
Toquetea y ve que es algo duro,con unas piedras envueltas en una bolsa.
 
Le da bronca y piensa ¨quién será el tarado que ha tirado estas cosas en la playa.y se corrige en mi playa.
 
Y encima yo soy tan distraido, que cada vez que entro me las voy a llevar por delante. Así que deja de tender la red, se agacha, agarra la bolsa y la saca del agua. La deja en la orilla y se mete con la red dentro del agua.
 
Está todo muy oscuro, y quizás por eso, cuando vuelve, otra vez se lleva por delante la bolsa con las piedras, ahora en la playa.
 
Y piensa, soy un tarado.
 
Así que saca su cuchillo y abre la bolsa y tantea. Hay unas cuantas piedras del tamaño de pequeños  pomelos pesados y redondeados.
 
El pescador vuelve a pensar quien será el idiota que embolsa sus piedras para tirarlas al agua.
 
Instintivamente toma una,la sopesa en sus manos y la arroja al mar.
 
Unos segundos después siente el ruido de la piedra que se hunde a lo lejos !plup!
 
Entonces mete la mano de nuevo y tira otra piedra, nuevamente escucha el ! plup!.Y tira otra para el otro lado y ¨Plaf¨ y trata de tirarlas más lejos y de espaldas y con toda la fuerza ! pluf, plap, plup!....
Y se entretiene , escuchándo los diferentes sonidos, calculando el tiempo y probando de a dos, de a una, a ojos cerrados, de a tres, tira y tira las piedras al mar.
 
Hasta que el sol empieza a clarear.El pescador palpa y toca una sola piedra adentro de la bolsa, porque es la última y porque el sol ya sale.
 
Y cuando estira el brazo para tirarla más lejos, el sol empieza a alumbrar y él ve que en la piedra hay un brillo dorado y metálico, que le llama la atención.
 
El pescador detiene el impulso para arrojarla y la mira. La piedra refleja el sol entre el moho, que la recubre. El hombre la frota como si fuera una manzana, contra su ropa y la piedra empieza a brillara aún más todavía. Asombrado la toca y se da cuenta de que es metálica. Entonces empieza a frotarla y a limpiarla con arena y con su camisa, y se da cuenta de que la piedra es de oro puro.
 
Una piedra de oro macizo del tamaño de un pomelo. Y su alegría se borra cuando piensa que esta piedra es seguramente igual que las otras que tiró.
 
Y piensa qué tonto he sido!.
 
Tuvo entre sus manos una bolsa llena de piedras de oro y las fue tirando fascinado por el sonido estúpido de las piedras al entrar al agua. Y pienza que es un desgraciado, que es un pobre tipo, que es un tarado, un idiota...
 
Y empieza a pensar, si entrara y se consiguiera un traje de buzo, y si fuera por abajo del mar, si fuera de día, si trajera un equipo de buzos para buscarlas, y llora más todavía mientras se lamenta a  gritos....
 
El sol termina de salir
 
Y el se da cuenta de que todavía tiene la piedra, se da cuenta de que el sol podría haber salido más tarde, un segundo más tarde o el podría haber tirado la piedra más rápido, que podría no haberse enterado nunca del tesoro que tuvo en sus manos.
 
Finalmente se da cuenta que tiene un tesoro en sus manos y de que este tesoro es en si mismo una fortuna enorme para un pescador como él.
 
Y se da cuenta de la suerte que significa poder tener el tesoro que todavía tiene.......¨
 
 
 
Ojalá pudiéramos siempre ser tan sabios para no llorar por aquellas piedras que quizás desprevenidamente desperdiciamos, por aquéllas cosas que el mar se llevó y tapó y estuviéramos, de verdad, preparados para ver el brillo de las piedras y dispuestos a disfrutar de ellas por el resto de nuestra vida.



De Mr Johann Strauus Viena.

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