2ªParte...
Abrió de par en par la puerta con innecesario vigor y entró en la habitación blanca y azul. Miró a su alrededor.
No había nada allí más que muros de mármol, un sillón de mármol con almohadones azules y una especie de alcoba cubierta con cortinas. Sonrió con superioridad. Lo mismo que esos investigadores sexuales, el informe Kinsey, o algo así. El interrogador oculto tras una cortina, de modo que el entrevistado no se sienta apurado y hable con entera libertad. Se sentó en el sillón de mármol y sintió que recuperaba su habitual buen humor.
- Hola, dijo con una voz fuerte e insolente- Estoy aquí. Yo.Nadie le contestó. No hubo el menor sonido en la habitación ¿es que no habría nadie?
-¿No hay nadie? preguntó
Tampoco hubo respuesta. Se levantó y fue a las cortinas y tocó cuidadosamente sus pliegues e intentó moverlas.Pero parecían de acero. Vio el botón que le informaba que podía ver al hombre que escuchaba si así lo deseaba. Con una nueva sonrisa y un floreo en sus dedos dio al botón.Las cortinas no se movieron.
- De acuerdo de acuerdo- dijo con indulgencia. Si quiere seguir oculto, es cosa suya. ¿ Ética profesional? de acuerdo. En realidad, no me importa. Lo prefiero así. usted no me conoce y yo no lo conozco. No podemos vernos... -se detuvo- Oiga, ¿Puede usted verme desde ahí? ¡Hay como un agujerito para que usted pueda mirar o algo así?
El hombre guardó silencio. Pero con cierto inquietante temor Johnnie se sintió seguro de que el otro podia verle claramente. Volvió deprimido al sillón, cruzó las piernas y los brazos y miró sombriamente la cortina.
-Acabemos con esto- dijo- Yo no soy como todos esos viejos, desechos y basura, que ha estado entrevistando. Yo solo quiero un divorcio. sencillo ¿ No? Es cierto. Mi esposa me envió a hablar con usted. Luego me concederá el divorcio. Por eso estoy aquí. Dio un golpe al brazo del sillón con aire de determinación.
-De acuerdo- dijo con énfasis- Ya he hablado con usted. Eso es todo lo que le prometí hacer. Así que,¿para qué quedarme más?. Ya he visto el aspecto que tiene esta habitación, y puedo contárselo a Sally. Eso es lo que ella quiere. De modo que hemos terminado. Toque la campana para la chica que viene ahora. La mujer, quiero decir, con todas sus arrugas. Adiós.
Nada escuchó. por lo visto a aquel hombre le era indiferente que se quedara o se fuera, que hablara o no. Y Johnnie Martin no estaba acostumbrado a la indiferencia,ni a verse ignorado. Vaciló.
-No me habría importado hablar con usted-dijo- ¿Era su imaginación la que le hacía sentirse repentinamente seguro de que el hombre le miraba intensamente tras las cortinas?- No, no me habría importado nada hablar con uno que arregla cabezas faltas de algún tornillo a ver si me daban cierta medida de comprensión. Y no es que yo ande mal de la cabeza; la que sí lo está es Sally, una vieja frustrada que consiguió pescarme cuando yo solo era un chiquillo y no sabía de qué iba la cosa. Se sentó de nuevo, lentamente, como sin volición - Entre ella y mi madre Sally fue incluso peor que las otras que también me pescaron, peor que las otras... bueno, si eso es posible. Pero, aunque sea joven soy justo. Mamá no tuvo nada que ver con mis dos primeras esposas. En realidad intentó impedirme que me casara con ellas, y ojalá la hubiera escuchado. Ahora no tendría todos esos críos colgándome del cuello.
Se río afectuosamente de sí mismo,y se acarició con satisfacción el mechón rubio que le caía sobre la frente. incluso se tiró de la oreja, como un padre.
- ¡Yo con hijos ! ¿Se lo imagina, a mi edad? Tres críos, y yo solo soy un muchacho. Una vergüenza, ¿no?.
Pero ahora ya no sonreía con satisfacción, pues de pronto había recordado algo. Sally era la única con quien se había casado en la iglesia; por tanto, según la ley natural, ella era su única esposa y no las otras con las que se casara apresuradamente ante jueces de paz en otras ciudades. Sally era piadosa. Tenía una voluntad de hierro, como su madre, de modo que, para evitar que se pusiera demasiado pesada, Johnnie iba a misa con Sally, a veces los domingos y los días de precepto. El jueves pasado había sido la Asunción, y ella le había dado la lata hasta conseguir que la acompañara a la última misa de la tarde. La gran iglesia estaba abarrotada hasta el vestíbulo, pero él y Sally habían llegado bastante pronto y conseguido sentarse en los dos últimos asientos libres de un banco.Esto le había irritado. A veces, si se las arreglaba para que llegaran un poco tarde, tenían que quedarse de pie en el vestíbulo y entonces durante un momento especialmente solemne, cuando todo el mundo estaba de rodillas, podía ponerse cuidadosamente en pié y en silencio- ¡aquel maldito piso de piedra!- y deslizarse al exterior a fumarse un cigarrillo. Incluso en ocasiones le era posible volver sin que Sally llegara a saber que había estado ausente; siempre estaba rezando, de todos modos, dándole vueltas al rosario, toda su devoción fija en el magno suceso que tenía lugar en el altar, y sin darse cuenta de lo incómodo de su postura.
Pero el jueves pasado se había visto atrapado pues alguien le indicó con un gesto los asientos vacantes. Y después siguió entrando el resto de la multitud, bajo un ardiente sol de agosto, y ya no pudieron moverse, pues la gente ocupaba incluso el pasillo central y los laterales, contra las paredes. Gruñó. No sólo estaba atrapado, sino que tendría que luchar para salir cuando la misa hubiera terminado. Vio que el viejo padre Houlihan,al que algunos irreverentes llamaban el Pelmazo de Houlihan, no sólo porque su voz era casi inaudible y por tanto la homilía resultaba una pesadez, sino porque además era muy lento y detallista y la misa no terminaba nunca. Johnnie había gruñido allá en lo más profundo de su garganta. Por lo menos pasarían cuarenta y cinco minutos antes de que pudiera salir de la iglesia. Bien, al menos tenía un pequeño cojín con piel para arrodillarse, no en el suelo de piedras de los pasillos y el vestíbulo.
El sol de agosto entraba a raudales por las altas vidrieras del fondo y de los lados. Todas las puertas estaban abiertas de par en par, pero el aire era sofocante allí y olía a incienso, a piedra y a cera. El padre Houlihan se volvió, alzó y extendió las manos. sus vestiduras blancas y magníficas colgaban sobre su delgado cuerpo.
-Dominus vobiscum- gritó
-Et cum spiritu tuo- respondió debidamente el pueblo.
Algunos niños lloraban por el sofocante calor Johnnie cerró los ojos. Odiaba las duras y agudas voces de los niños, especialmente las voces de los suyos. De pronto oyó un gozoso gorgoteo infantil, una risita. Volvió la cara hacia la izquierda. Ocupaba el último asiento. El pasillo estaba abarrotado de gente. Junto a él, tan cerca casi que podía tocarle, había un jovencito esbelto, apenas de más de veinte años, vestido con ropas bastante pobres y con pesadas botas de trabajador. Llevaba una camisa blanca muy almidonada y una corbata de color azul oscuro.No era muy alto y sus ropas, mal cortadas,le sentaban como si hubieran sido confeccionadas para alguien mucho mayor. Tenía el pelo rubio,muy abundante, y un perfil infantil. Parecía un monaguillo. Tenía en brazos a un niñito de menos de dos años, un chiquillo sonrosado de alegre ojos azules. Era el niño que había soltado aquella risita feliz e inocente. Ahora tiraba de la oreja a su padre y de pronto exclamó gozoso: ¨papa¨ papa¨y beso al joven que lo tenía en brazos.
Este enrojeció un poco, trató de erguirse, luego miró el rostro de su hijito y sus ojos se suavizaron, brillando de orgullo y amor. Johnnie se sintió atraído por aquel brillo, que daba a un perfil vulgar cierta luz santa, tierna. Aquel muchacho ordinario, poco distinguido, parecía envuelto en una aire de exultación. Johnnie jamás había sido piadoso o reverente, ni siquiera de niño, los santos le habían aburrido,nunca había admirado las imágenes, ni se había unido fervorosamente a las plegarias. Su imaginación jamás había sido extraordinaria. Sin embargo, al mirar a aquel joven trabajador, con sus ropas limpias y vulgares y su hijo en brazos, había pensado atónito:¿ Por qué todos los cuadros y estatuas que he visto solo muestran mujeres con niños en los brazos? ¿Por qué no un padre joven como éste, con su hijito? pues... ¡ hay algo heroico en todo esto, algo bueno, noble, algo básicamente hermoso! ¡Algo conmovedor , algo insoportable!
Se sintió conmovido por el mismo hecho de sentirse conmovido. Cuando las lágrimas acudieron a sus ojos se dijo que realmente era muy bueno, ya que tan fácilmente se sentía conmovido por la belleza. Sin embargo, a pesar de ello, a despecho de su orgullo, pudo sentirse honestamente emocionado y un poco triste y humilde. Se había olvidado de aquel joven trabajador y de su hijito en cuanto el sacerdote anunciara el fin de la misa, y no había vuelto a pensar en él desde entonces. Hasta aquel momento, en aquella habitación blanca y fresca, ante las cortinas azules.
Como si otra vez lo tuviera ante sus ojos, creyó ver a aquel padre con su niño, y de nuevo se sintió profundamente conmovido, y volvió a experimentar aquella tristeza sin nombre, aquella tristeza mezclada con compasión y con un anhelo inexplicable.¡Qué demonios! se dijo frotándose la mejilla. ¨supongo que será porque resulta penoso ver a un jovencito así, casado ya, y con un hijo suyo. Cuando sólo es un muchacho. Apenas un niño. pobre infeliz, atado ya a alguna mujer que le había cargado con un hijo cuando apenas tendría veinte años. Trabajaba mucho, eso se veía claro por sus manos ya muy gastadas. Sin embargo, aún tenía toda la brillante inocencia de un niño.Y ¿Por qué no? Si no se hubiera dejado arrastrar al matrimonio por una mujer, si sus padres hubieran tenido dinero, ahora estaría haciendo sus estudios para graduarse en alguna universidad, divirtiéndose y jugando con las chicas y haciendo deporte por todo el país. Pobre chico. Sólo chiquillo.
¨¿Lo es?¨
Johnnie levantó violentamente la cabeza.
-¿Qué?- tartamudeó- ¿Qué dice? ¡Pues claro que era un chiquillo! Debería haber una ley....
Se detuvo en seco ¿Habia oído realmente una voz llena de firmeza, de profunda serenidad? No. Todo era cosa de su imaginación.El hombre tras la cortina no podía haber oído sus pensamientos, y él no había pensado en voz alta. Era todo cuestión de imaginación. Sally decía que él carecía de imaginación, ¡Pero no era más que una embustera! Lo acababa de demostrar de nuevo ahora, no sólo contemplando tan vívidamente a aquel chico con los ojos de su mente sino sufriendo una extraña alucinación de que el hombre había contestado a sus pensamientos.
-Le hablaba de mis tres hijos- dijo ahora al hombre- una vergüenza. es ridículo. A veces ni yo mismo puedo creerlo. No quiero creerlo. después de todo soy muy joven y no hay derecho a estropear así mi juventud. Uno no puede vivir la vida dos veces, y la juventud es todo lo que uno tiene. Sólo tengo treinta....- se detuvo. cerró los ojos ante la terrible palabra.
Tenía más de treinta y dos, pero no hallaba vergonzoso insistir en que era más joven. Se sentía como un chiquillo, como un hombre muy joven.Y lo mismo se sentía todo el mundo a su edad, y tenían razón. La adolescencia continuaba en estos días hasta los treinta y cinco años por lo menos. Incluso los doctores lo insinuaban y, fundamentalmente, ellos deberían saberlo. Un hombre no era ni siquiera maduro ahora hasta que se acercaba a los cincuenta. Y los cuarenta estaban aún muy lejos de Johnnie Martin, a siglos de distancia.
-Sally, mi esposa, dice que todo es realmente culpa de mi padre.Eso es otra mentira.¡Oh!, el viejo no era muy inteligente, excepto en lo que se refería al dinero, pero él si comprendía que la infancia y la juventud son las partes más importantes de la vida. El no las había disfrutado realmente. Tenía veinte y tres cuando se casó con mi madre, y ella diecisiete. ¡Solo unos niños!.
-Era diferente en aquellos tiempos-dijo Johnnie en voz alta y enfática- La gente nacía ya vieja y responsable. Mi misma madre lo decía. Aún no había cumplido los dieciocho cuando nací yo. Papá tenía una ferretería; había sido suya desde los dieciocho. Cuando yo tenía un año, mi padre inventó no sé qué tipo de herramienta y cuando empezó la guerra-la segunda, quiero decir,¿eh?- vendió la patente a alguna compañía que fabricaba material de guerra, y de la noche a la mañana se vio rico con los derechos de autor.Y los derechos no cuentan como ingresos del trabajo a efectos de impuestos; son como ganancia de capital. Así que papá lo consiguió rápido y de una vez.
¨Ahorró la mitad y se gastó la otra mitad. Desde el principio, antes de que las cosas se pusieran tan caras,lo tuvimos todos: una casa maravillosa, criados, coches, todo. Yo fui al parvulario más caro de todos.Papá llenó mi habitación de juguetes maravillosos. Tuve todo lo que quise.Sólo tenía que chillar un poco y ahí estaba, y lo más aprisa que pudieran traérmelo, decía mamá: ¨Tu y yo lo pasamos muy mal, pero el pequeño va a tener todo lo que quiera, todo, para compensar lo que nosotros no tuvimos. ¨¡Y vaya si lo tuve¨!
Frunció el ceño amargamente, mirando la cortina.
- Mamá nunca dejaba de interferir. Refunfuñaba y se quejaba cuando papá venía a casa con los brazos llenos de paquetes para mí, y ropas nuevas, y dulces. Puedo recordarlo como si fuera ayer....bueno, casi lo es en realidad. Mamá decía. ¨Le estás malcriando ahora, y lo estropearás para toda la vida. Estúpido, ¿no?Papá me adoraba, el pobre tipo. Yo me lo pasé en grande.Era ya un viejo cuando nació, y mamá también. Pero, al menos, papá me comprendía.
Se frotó la frente muy roja ahora.
- Sí,él comprendía. Fui a un colegio católico privado.Eso fue idea de mamá, no de mi padre. No podía soportarlo, con todos aquellos sacerdotes tan solemnes y los hermanos tan secos. Cuando me despidieron al acabar el primer año papá se echó a reír, pero mamá lloró. No consigo recordarla nunca riendo y divirtiéndose como nosotros. Ahora comprendo que debíamos haberla enviado a un psiquiatra, a alguien como usted. Estaba mentalmente enferma: Siempre estaba hablando de responsabilidad y de respeto propio, y de madurez, pero cualquiera que sepa algo de todas estas cosas comprenderá que ella era totalmente irresponsable y que le faltaba madurez en su opinión de la vida. No comprendía que las cosas son distintas en estos tiempos y pata todo el mundo. ¿ Qué derecho tenía de hablar de madurez, por ejemplo, a un crío de sólo dieciséis años?.¡Vaya, si en realidad llegó a decirme que yo ya era un hombre...a aquella edad!. ¿No es una imbecilidad? Solo porque a los dieciséis estaba en el primer curso de la escuela superior pensaba que era algo escandaloso o algo así. A los dieciséis, decía ella ya se había graduado. ¡ Pero mire las escuelas de aquellos tiempos, de antes de la guerra! Tenían la idea de que las escuelas eran solo lugares para aprender, no centros de felicidad. Se suponía que uno había de encorvarse sobre los libros durante horas, a estudiar, sin distracciones, sin cursos de diversión, sin divertirse. Se suponía que uno había de llenar su mente de erudición y malgastar toda la infancia en las bibliotecas y en el pupitre.
¨Si, mamá estaba mentalmente enferma. Solía decir: ¨No existe el camino fácil a la instrucción¨¡Cómo si el estudiar en los libros lo fuera todo! Nunca hablaba de jugar, de ser feliz, de estar libre de preocupaciones. lo Juzgaba pecaminoso. Pero es que la habían criado las monjas. Nosotros, los jóvenes, sabemos que la vida es todo lo que uno tiene, y que si se pierde el disfrutarlas se ha perdido para siempre.
¨¿ De verdad ?
Jonnie alzó los ojos asustado de nuevo.
-¿Qué ?-exclamó.
Pero solo el suave susurro del acondicionador de aire le contestó. ¨Ya estoy hablando´solo- se dijo tristemente- Y no me extraña, con todas esa malditas mujeres¨.
-Bien- dijo, sonriéndose a sí mismo con afecto- me expulsaron de aquella escuela preparatoria después del primer año.Mamá lloró como si estuviera enferma, y probablemente lo estaba. Así que me pusieron un profesor particular. Era un viejo también, aunque no por la edad, pues sólo tendría unos veintidós años. Literalmente me retorcía el brazo para que estudiara. Esta vez papá no interfirió mucho. Tenía miedo de que no lograra ingresar y salir adelante en la universidad oficial, y ésa era su meta. No lo conseguí- dijo Johnnie Martin con toda sencillez- pero, ¿Qué demonios importa? Solo se es joven una vez. Entré en otra universidad, una de esas que dan énfasis a los deportes No tenía un auténtico sistema de graduación. No les importaba demasiado. La mayoría de los chicos eran críos como yo que tenían padres como el mío. Que se ocupaban de todo, teníamos buenos coches, apartamentos encantadores fuera del campus, todas las chicas que queríamos ropas estupendas y todo el dinero que podíamos gastar....
Durante un buen rato siguió explicándole la clase de vida que había tenido,su juventud. Su gracduación con el maravilloso regalo de su padre, un automóvil de marca extranjera, y un viaje alrededor del mundo, que duró todo un año, se había graduado a los veinte y tres años. Un crío.
A su regreso, su padre sufriría un infarto y moriría a los cuarenta y nueve años, un viejo, como diría su hijo, había trabajado toda su vida desde los quince años, y ahora se moría. A Johnnie le dejó la mitad de su herencia y a su madre la otra parte. Lo primero que hizo fue mudarse a Nueva York, a un ático expectacular, buscar a los amigos de juergas de siempre y dilapidar su fortuna en viajes, juergas y mujeres. En un desfile conoció a su primera esposa, según él, lo atrapó porque quedó embarazada y había que cumplir!. El que era un crío de apenas veinte y cuatro años, con un crío, no le gustaban los críos. ¡ Yo casándome con la hija de un tendero!. Luego pensé después, siempre me puedo divorciar.Me casé con ella por darle un nombre al crío, aunque no me importara mucho.
De nuevo con repentina claridad, creyó ver al joven padre de la iglesia, con el niño en sus degados brazos y la brillante mirada,mezcla de amor y de gozo en su rostro.
¨Un padre y su hijo¨
-Esa es culpa del pobre chico- dijo Johnnie en respuesta.
Pero la curiosa tristeza, que parecía encerrar una sensación de insoportable pérdida, le cubrió de nuevo como unas alas oscuras.
-Para mi.mamá fue todo un shock, ella es del tipo de gente de granja, anticuada ¿sabe? Facil me resultaba ver lo que pensaba de Debra y en cierto modo sabía que tenía razón. Pareció curarse de su extraña enfermedad metal durante algún tiempo, aunque volvió a recaer cuando insistió en que nos casáramos por la iglesia ante un sacerdote. Debra se negó y yo también. Pero no podía decirle a mamá que me proponía dicorciarme de Debra en cuanto pudiera. Ella ya juzgaba bastante escandaloso que no estuviéramos ¨válidamente casados¨dijo que yo estaba excomulgado, y no se le ocurrió otra cosa que llamar a los sacerdotes, los cuales me dijeron lo mismo. Aquello era insoportable. Además ¿ A quién importaba?
´Bien, Debra pidió Doscientos mil dólares para devolverme la liertad. La envié a Reno en cuanto nació el niño, que quedó al cuidado de mamá. Entonces ésta me preguntó cuánto dinero me quedaba. ¡ No podía creerlo! ¡Solo me quedaban doscientos mil dolares ...de todo aquel dinero! Y lo peor era que había una claúsula en el testamento de papá que decía que, a partir de su muerte, todos los derechos de su invento se habrían de guardar en depósito para sus nietos, Mamá y yo no podíamos tocarlos. El había pensado que con los que nos había dejado limpio, bastaría para nosotros...para mí. Estaba equivocado. ¿Cuánto pueden durar seiscientos mil dólares en estos tiempos¡Nada!. Mi parte era de seiscientos mil y la de mi mamá también.
¨Ella no comprendía lo aprisa que se va el dinero en esta generación y se puso pesadísima. ¿Cómo podía haberme gastado ya medio millón de dólares? Muy fácil, le dije. Viviendo bien, como papá me había enseñado. ¡No viví como un maestro en su año sabático en Europa, puede estar seguro!. Y las mujeres cuestan dinero, y los coches y los apartamentos también y la buena ropa, y el ingreso en clubs decentes ¿ Qué quería que hiciera?
¡Quería que yo me estableciera e hiciera algo!. Figúrese, yo sólo con veintiseis años, sólo un muchacho y ella insistiendo en que fuera un viejo como mi padre. Le había dado a Debra doscientos mil dolares, le recordé, y aún quedaban doscientos mil más. Y me gastaría el resto. ¿No era mío? mamá dijo que por el bien del niño debía hacerme un hombre ¡A mi edad!¡Con toda mi juventud por delante! Quería que volviera a una buena universidad y consiguiera un auténtico título y estudiara leyes o algo luego. Yo pensé en papá y no pude más que imaginarlo riéndose de ella ¡Pobre!
Empezó a hablar con toda prisa:
-Mamá decía que estaba enferma, ¡como si yo no lo supiera! ¿No le pagaba yo para que se cuidara de mi hijo, y no contraté una niñera para él,? Sí, es cierto que me fui a Europa de nuevo. Después de todo, había quedado muy destrozado por mi matrimonio. Y en París conoci a Justine y a su ¨padre¨. Habían estado navegando en su yate, pasándolo bien. ¿ Cómo podía saber yo que él era un tipo contratado, y tan padre de Justine como mío ? El caso es que nos engáñamos mutuamente y fue algo muy divertido.. Luego me casé con Justine en París, y estalló toda la historia.Pero claro, para ese momento Justine había quedado embarazada y yo estaba casado con ella, y el otro había desaparecido con el yate. Intenté divorciarme en París, pero allí son muy pesados para esas cosas, y por tanto nos volvimos a casa y Justine fue algo estupendo durante un tiempo. Luego pidió cincuenta mil de lo que me quedaba por concederme el divorcio, después que nacieron las gemelas y yo se las llevé a mamá.
Miró fijamente la cortina. El tipo de allá atrás debía decir algo, un sonido al menos que indicara su comprensión y simpatía, ¿no? pero nada dijo.
-Bien- siguio Johnnie, furioso de nuevo- mamá perdió por completo la cabeza a partir de ese momento. ¿Qué esperaba que hiciera yo? Ella se guardaba su dinero ¿no? y vivían como hacen esas viejas de la Seguridad Social, contando todos los peniques y yo estaba arruinado. ¿ Qué otra cosa tenía ella en el mundo? No comprendía que era ella misma la que me había traído tanta mala suerte? ¿Es que no le importaba?¡ Pues no!. Todo lo que sabía hacer era mirarme y llorar. Pero al menos aceptó los críos, y yo ayudé a mantenerlos. No mucho. ¿cree que yo bebía o vivia mal, como muchos chicos que yo conozco? No,nada de eso. Solo quería ser feliz, como papá habia deseado que lo fuera, pero al parecer todo el mundo se había confabulado para privarme de mi juventud y mi felicidad. ¡Maldita sea, no voy a dejarles que lo hagan!.
Estaba sudando, de temor ante el Futuro, de indignación ante su presente apuro.
-Eh oiga!- gritó a la cortina-¿ No cree que debería tener alguna felicidad en la vida, y no verme forzado a la vejez antes de tiempo?
No escuchó el menor sonido tras la cortina,pero Johnnie creyó sentir que el hombre se había movido.
-De nadie debe esperarse que se ¨enfrente con la vida¨-siguió- como decía mi madre, a tan temprana edad.No es justo. Es ridículo . Resulta anacrónico en esta época. Yo supongo que siempre lo fue, para ser sincero, sólo que los adultos rehusaban reconocerlo. De todos los problemas del mundo tienen la culpa los adultos que no comprenden a los jóvenes¡¿No está usted de acuerdo conmigo?. Pues muchos educadores lo están. Ellos creen que los niños deben disfrutar de su infancia, y no ser lanzados a la vida cuando aún no son suficitemente maduros. Eso es lo que me sucedió a mí; mi madre fue en realidad la causa de aquellos dos desastrosos matrimonios, cuando era yo sólo un crío y no sabía realmente lo que hacía. ¿ Qué significado podía tener el matrimonio a mi edad? ¿ O incluso ahora? ¡Soy demasiado joven !
¨Y yo también ¨.
¡ Demonios estoy perdiendo la cabeza! Lo había oido, y, a la vez no lo había oido. Se inclinó hacia adelante:
-¿ Dijo que usted es joven también? ¿ De mi edad? Entonces tiene que comprenderme. No cumpliré treinta y tres años hasta dentro de todo un mes...- se detuvo, casi se encogió. Luego habló con tono desafiante- ¿ Qué son treinta y tres años en estos tiempos ?Nada en absoluto. Nunca lo fue, al menos no para un hombre.¡ Seguro que también usted se lo pasa bien cuando no está escondido tras esa cortina!. sonrió al lustroso terciopelo, tan inmovil ante él, y guiñó un ojo.
Luego se sintió triste de nuevo.
- ¿ De qué sirve que siga hablando y hablando? Quedé arruinado, depués de lo de Justine. Le pedí a mamá una pensión; yo quería tener mi propio apartamento. Pero ella se negó.¡Figúrese se negó , mi propia madre! Podía vivir en su casa, con ella y los críos- vaya una casa ruidosa- o ponerme a trabajar. En realidad intentó conseguir que fuera a una auténtica universidad¨, según la llamaba. Jamás en mi vida había querido que yo disfrutara y me hiciera libre de cuidados, como papá se había propuesto. ¡Oh sí!, me dio dinero para mis ropas. Yo le dije que me dejara ir, que me diera algo de dinero y que más tarde, al cabo de unos años, me establecería para siempre. Pero ella era como un muro de piedra, sumida en su enfermedad mental. Me fui a los abogados y hablé de recluirla y de que me dieran poderes para manejar sus asuntos, ¡ pero ellos se rieron en mi cara!. Así que estaba harto. No es justo. La vida nunca fue justa conmigo.
-¨Ni conmigo¨
- ¡¡Eh! Ahora sí que le oí, ¿no?- se sentía muy excitado-¿ Comprende usted que esté harto?
-¨Si, el mundo está harto de tí también¨
-¡ Espere un momento, espere un momento!- dijo Johnnie, herido e indignado- ¡Si ni siquiera me conoce!
Pero el hombre guardaba silencio.
¨Lo oí ¿no?, se preguntó Johnnie. ¿ O es solo cosa de este lugar condenadamente silencioso, sin nada a qué mirar,ni nada que oir más que tu propia voz y tus propios pensamientos? Encerrado conmigo mismo... Me está dando claustrofobia. Me está haciendo ver y oir cosas..¨El corazón empezó a latirle violentamente, como si etuviera a punto de presenciar una terrible revelación, pues tanto temor sentía, siguió hablando pues no podía soportar la verdad ni imaginarla siquiera. A fin de retrasarla, pues tanto temor sentía, siguió hablando a toda prisa.
- Mamá tenía una amiga; la había conocido toda la vida. Y esa amiga tenía una hija, Sally, mayor que yo. Bueno, un año mayor que yo, pero treinta y cuatro años es mucho para una mujer. Cuando esa amiga murió, mamá invitó a Sally a que fuera a vivir con ella y le ayudara con los niños...mis hijos. ¡Santo cielo!, estábamos abarrotados en aquella casita, ¡la pequeña casa que mamá comprara después de morir papá!Vendió nuestra antigua y maravillosa casa. demasiado cara, decia. ¡Ja! Mamá empezó a decaer de modo alarmante después que Sally se viniera con nosotros. Me llamó a su dormitorio una noche y me dijo que se moría. Le sugerí llevarla a un sanatorio para enfermos mentales; si conseguía meterla allí, lo habría arreglado todo. tendría poderes y podría coger al fin todo aquel dinero que era realmente mío. Pero ella me sonrió de forma desagradable, enfermizo en verdad y me dijo que me iba a dejar exactamente veinte mil dólares, y el resto a Sally.
Esperaba un sonido de incredulidad del hombre tras la cortina. Pero sólo le respondió la serena fresca quietud del muro y suelo de mármol.
- Acudí entonces a otros abogados y les conté toda la historia y ellos dijeron que podía impugnar el testamento si quería, pero que los abogados de Sally lucharían conmigo y tendrían muy buenos argumentos a su favor. Después de todo, dijeron, yo había derrochado el dinero que papá me dejara, y podrían presentar eso en mi contra. ¡Diablos! También dijeron que yo no contribuía en nada al sostenimiento de mis...de los críos. Todo eso ocurrió después que mamá muriera ¿ sabe? Murió un mes después de haberme dicho aquello tan insultante, lo que había hecho con su testamento. Los críos tenían el fondo de mi padre, y yo nada más que aquel asqueroso legado. No me duró ni un año.
Se paso las manos patéticamente por el pelo, cerrando los ojos.
-Antes de morirse, mamá me sugirió que me casara con Sally, esa vieja vaca. No podía soportarla. Bueno, esto no es del todo cierto, al principio era atractiva, al estilo serio, con lo que yo creí que era un gran sentido del humor. Parecía un ser humano bastante cálido y acogedor... antes de que me casara con ella. Dulce y amable también. Cariñosa. Buena con los niños. Evitaba que me estorbaran y que me los tropezara a todas horas.Pero a veces- antes y después que nos casáramos- intentaba acercarlos a mí, como si a mi edad yo pudiera sentir un afecto paternal.
De nuevo, como una candente visión, contempló al padre joven con su hijo en brazos, y se removió inquieto.
-¡Oh, son bastante atractivos, el chico especialmente! Todos se parecen a mí. A veces juego con ellos, cuando no están chillando o pidiendo algo. Pero que me cuelguen si voy a actuar como un padre con ellos, a mi edad. Ya sabe lo que es eso. Casado demasiado joven, demasiada responsabilidad antes de ser un adulto. Sally insiste en decirme que el chico ha hecho ya su primera comunión, y que yo tengo ciertos deberes con él. Ella, como mamá, quiere que busque un empleo o que vuelva a la universidad y aprenda algo.Bueno, ella tiene el dinero y yo no. Pero no voy a dejarle que eche a perder mi juventud, como lo intentó mi madre.
Ahora le subieron a los ojos lágrimas de cólera y deseperación. Sacó un esplédido pañuelo de magnífico hilo y se sonó. Y dijo con voz ahogada y vengativa:
-He hecho un infierno de la vida de Sally. Ahora llevamos tres años de casados. Estaba decidido a que ella pagara por lo que me había hecho, utilizando indevida influencia sobre mi madre y robándome mi propio dinero. Durante los últimos meses no le he hablado apenas, y me niego a hacer cualquier cosa por los niños, sólo para enojarla. Me mantengo alejado de aquella asquerosa casa todo lo que puedo... que no es mucho. No tengo dinero, aparte de cien al mes que Sally me da para dinero de bolsillo.¿ Es justo eso?¿con mi propio dinero?.
Se sonó de nuevo.
-De todas formas, eso es todo. Hace unas noches Sally me dijo: ¨Eres desgraciado porque te niegas a crecer, y casi eres un hombre maduro¨¡Un hombre maduro yo! Entonces siguió: ´¨ Y me estas haciendo horriblemente desgraciada también. Me casé contigo porque te amaba, a tí y a tus hijos, y no porque tu madre lo quisiera así. Pensé que podía hacer que te enfrentaras con la vida antes de que fuera demasiado tarde para tí. Pensé que podía convertirte en el padre adecuado para tus hijos, que te necesitan. Después de todo, de haberlo querido, yo podía haberme limitado a heredar el dinero de tu madre y marcharme despues, dejándote con tus hijos para que te ocuparas de ellos como quisieras. Como su guardian te habrían concedido una pensión de los fondos del depósito para mantenerlos hasta que legaran a la edad de veintiun años y heredaran su propio dinero. Quizás debiera haberlo hecho así. En cierto modo no ha sido justo para ti el que yo asumiera la responsabilidad de tus hijos, sin exigir que tu fueras responsable también. Naturalmente no hubieras recibido ni un cétimo en cuanto tus hijos heredaran. Creo-dijo-que si he soportado esto tanto tiempo fue movida por un sentimiento de responsabilidad hacia tí¨
¿Ha oido alguna sarta mayor de estupideces? Yo le dije: ¨Dame al menos la mitad de mi dinero y quedaré satisfecho. ¿Qué te parece? Lo meditó cuidadosamente. Luego dijo: ¨Sí, pero solo si vas a esa santuario y hablas de ello con el hombre que escucha allí. Yo lo hice una vez, cuando mi madre murió. Pensé que no podría soportarlo. ¡Habíamos estado tan unidas! Pero él me hizo comprender. Bien , haré lo que quieras, incluso dejaré que te divorcies de mí, si hablas con él.¨
- Y por eso estoy aquí- acabó Johnnie Martin. de modo que ya he hablado con usted. Ahora puedo volver a Sally y describirselo todo, y entonces seré libre otra vez.
Sonrió, con la repentina y volátil felicidad de un niño que espera ansioso la Navidad.
¿¨Y tus hijos, los pequeños?
- Los enviaré a algún colegio. El chico puede ir a una academia militar. Y las niñas a un convento. Conozco el sitio justo, y yo estaré libre.
¿Para qué?
-Para disfrutar de mi juventud, como quería mi padre.
Volvió la cabeza, y aunque no había ventanas en la habitación el mármol pareció transparentarse y, através de él, vio de nuevo al joven padre con su hijo, el padre joven y responsable, las manos destrozadas por el duro trabajo. ¡Pobre imbécil! ¿Qué haría tras su jornada de trabajo, él, sólo un crío?. Ayudar a su mujer con los pañales y los platos, ocuparse de la lavadora, o darle el baño al bebé y quizás cortar el cesped. ¿ Qué harían él y la mujer que lo había atrapado, pues seguramente no había sido él el agresor, en su tiempo libre, si es que tenían tiempo libre? ¿ Hablarían del porvenir y del futuro de su hijo? ¿ Qué futuro?
¨Un futuro de hombre, pues su hijo tiene un padre que es un hombre¨¨
-¡Solo un muchcho!- protestó Johnnie- Solo un joven
Miró desafiadoramente la cortina, pero no se movió. Se sentó de nuevo. Sus manos descansaron en los brazos del sillón. pronto treinta y tres años, y arruinado. Ni siquiera un trabajo. Un padre que no era realmente un padre. Un extraño sentimiento de pesar le dominó, como la oscura premonición de un futuro desolado y solitario.¿Qué sería de él dentro de diez, de quince años?¿Habría desaparecido su dinero para entonces?¿Habría desaparecido todo lo demás? Mujeres, coches, apartamentos, lujos, viajes,magníficos restaurantes.ropas maravillosas...El dinero no tenía una auténtica cualidad en estos días. Se desvanecía literlamente. Y qué le quedaría después que todo se hubiera ido?¿Sus hijos? No le conocerían, a él que los había abandonado. No le querrían, no dirían ¨mi padre¨como el niño de aquel pobre imbécil diría probablemente de su padre. ël sería viejo...¡Viejo!... y no habría nada. Sólo recuerdos ...¿de qué?
Se puso en pie de un salto, sintiéndose prisionero, ahogándose.
-¡No es justo!- gritó- ¿ Por qué tengo que envejecer? ¡Yo soy joven, joven!.
Corrió a la cortina, vencido por una desesperación que jamás había conocido antes y apretó el botón dándose cuenta solo a medias de que lo hacía y, mientras las cortinas se corrían, repitió:
-¡Soy joven, se lo digo, soy joven! ¡Aún no soy un adulto de verdad!
Y entonces vió al hombre que le había escuchado. le miró estupefacto, abriendo y cerrando los ojos con angustia, tragando saliva a duras penas. Empezó a retirarse lentamente, paso a paso. Llegó al sillón, tanteó con la manó y se aferró a él. Un horrible temor se apoderó de nuevo de Johnnie y otra emoción que todavía no reconocía como una profunda y horrible verguenza, pues jamás en su vida había experimentado tal verguenza.
No podía apartar los ojos de aquellos ojos sombríos que le miraban tan firmemente. estaba seguro de que le miraban con firmeza, amonestándole... Si bien el hombre no le despreciaba en realidad; si , le comprendía perfectamente.
Yo solo tenía treinta y tres años cuando completé mi obra, parecía decirle aquel hombte. Sólo en años tenía su propia edad. Yo no era un niño, ni un joven, ni siquiera en mi carne humana. Yo no había sido niño desde que cumpliera los doce años, aunque estuve sujeto a mi familia como tú no lo estuvisye jamás. Yo era un hombre, y tu jamás has sido un hombre.
-Que Dios me ayude- murmuró Johnnie-No fue solo mi culpa. Fue la de mi padre también. No es que le juzgue, no es que le condene.Sólo estoy diciendo la verdad, como jamás la dije antes. El estaba equivocado. El debía haberme ayudado a ser un hombre y no haberme animado a ser un crío eterno. Pero mi padre no estaba más equivocado que muchos otros millones de padres en este país. Están haciendo niños eternos de sus hijos. Les están negando la virilidad y sus responsabilidades como hombres...
Miró suplicante al hombre, pero lo ojos firmes no parecieron suavizarse ni mostrar simpatía.
-De acuerdo-dijo Johnnie- con una humildad totalmente desconocida antes en él- No voy a seguir mintiendo. Creo que yo lo supe siempre, y que fue culpa mía, aún más que de mi padre. ¡ Yo lo quería así! Yo quería ser un muchacho toda la vida, y divertirme. Sí, creo que lo sabía. Los sacerdotes intentaron decírmelo, y mi madre, y Sally. pero... yo tenía miedo. Tenía miedo-repitió- maravillándose ante el asco que sentía de sí mismo- tenía miedo de ser un hombre.
Se contempló tal cual era: grande, maduro, un poco demasiado pesado, asquerosamente juvenil, peinadito como un bebé de dos años, manicurado, bañado, sano... e inútil. Un mozalbete de mediana edad, estúpido de pies grandes, siempre joven y sonriendo, negando su madurez, negando que llevara dieciocho años de ser adulto. Pensando en sí mismo como en un adolescente. ¿ Quien había inventado aquél término realmente cruel y repulsivo? depués de la pubertad, un niño ya es un hombre y con la madurez de un hombre. Después de la Confirmación él había sido responsable de sus propios pecados y su propia vida... ¿No le habían dicho eso los sacerdotes? El solo era responsable. Y había rehusado la patente responsabildad. ¿ Por qué? Porque había tenido miedo de ser un hombre. Su padre debía haber adivinado su terror y, en su amor, había tratado de calmarle y tranquilizarle. El se equivocaba, Dijo Johnn Martin. Era su deber de padre el conducirme a la virilidad, el haberme liberado. No fue amable conmigo en absoluto. El y yo... entre los dos hicimos lo que soy ahora.
Pero él murió al ver lo que yo era realmente. Sí,ahora lo sé. Lo mismo que mi madre.
Pensó en sus propios hijos, en el chico, Michael, con su rostro joven y firme, las pequeñas gemelas, alegres, de ojos azules, siempre de buen humor.Nunca las había visto antes como las veía ahora, a plena luz de la horrible revelación de sí mismo.¡ Eran unos chicos estupendos! Necesitaban un padre, no la clase de padre que él había tenido, sino un hombre que les guiara, les enseñara, y dirigiera, no que jugara con ellos como un crío más, como hiciera él mismo, y con juguetes que tan pronto le aburrieron. Podía recordar ahora cierta reserva, cierta fría especulación en los ojos de su hijo.¿ Qué habría llegado a pensar su hijo de él?. Johnn Martin cerró los ojos. Bien lo se, pensó. Me considera un imbécil grandote y estúpido., y eso es lo que soy.¡ Que cosa tan terrible que un chico piense así de su padre!.
Y Sally. La paciente, la amable y cariñosa Sally, su esposa. ¿Por qué demonios había querido casarse con él? Hermosa Sally. Jamás había comprendido lo muy hermosa que era en realidad, son sus brillantes ojos castaños, y su ternura con él, y con sus hijos, y su bondad. ¨No la merezcó- pensó- ¿ Me despreciará ella, ni la mitad de lo que yo me desprecio?. ¿ Será demasiado tarde? Quizás no. Sally me envió aquí. También ella ...le vería.
Contempló el hombre silencioso que le miraba. Ahora sí aparecían lágrimas en sus ojos, lágrimas de adulto. Fue lentamente hacia él., y lentamente dobló las rodillas e inclinó la cabeza y besó los pies del hombe y dijo:
-Señor, ten piedad; Cristo ten piedad...
Siguió de rodillas largo tiempo, rezando como jamás antes había rezado en su vida. poco a poco le fue abandonado el asco de si mismo, y el odio que había llegado a sentir por sí mismo y supo que habia sido oido y perdonado, y que ahora había abandonado para siempre su infancia y su juventud. Cuando se pudo de pie, se sintió revestido de virilidad.
-Por favor no me abandones nunca- susurró- Esto no ha terminado aún. Queda un largo camino que recorrer.
Cuando se halló de nuevo bajo el cálido sol de agosto se le ocurrió de pronto que estaba contemplando un mundo que jamás había conocido, un mundo de hombres y deberes, de fieras responsabilidades y lucha. Aún no estaba seguro de que le gustara`¡Pero tendría que gustarle!. Era su mundo. Era el mundo de él y de sus hijos. ¡¨Dios mío, Michael!- pensó- Mi hijo, no puedo perder ni un solo minuto....¨
Entonces vio a Sally que subía por el largo sendero de grava hacia él. Sally, con su rostro pálido y ansioso, los ojos interrogándole en silencio. Empezó a correr hacia ella como un niño corre hacia su madre, pero luego se detuvo. Caminó firmemente por el sendero hacia su esposa, con pasos rápidos pero controlados. Ella se detuvo a esperarle. Johnn Martin le cogió las manos.
-Hola Sally- dijo y sonrió- Vamos a casa.
En el femenino rostro brilló un nuevo gozo. El vio sus ojos húmedos, la boca temblorosa. Sin Importarle la gente sentada a la sombra, en los bancos de mármol, se inclinó hacia ella y la besó.
-Vamos a casa - repitió.
Nada escuchó. por lo visto a aquel hombre le era indiferente que se quedara o se fuera, que hablara o no. Y Johnnie Martin no estaba acostumbrado a la indiferencia,ni a verse ignorado. Vaciló.
-No me habría importado hablar con usted-dijo- ¿Era su imaginación la que le hacía sentirse repentinamente seguro de que el hombre le miraba intensamente tras las cortinas?- No, no me habría importado nada hablar con uno que arregla cabezas faltas de algún tornillo a ver si me daban cierta medida de comprensión. Y no es que yo ande mal de la cabeza; la que sí lo está es Sally, una vieja frustrada que consiguió pescarme cuando yo solo era un chiquillo y no sabía de qué iba la cosa. Se sentó de nuevo, lentamente, como sin volición - Entre ella y mi madre Sally fue incluso peor que las otras que también me pescaron, peor que las otras... bueno, si eso es posible. Pero, aunque sea joven soy justo. Mamá no tuvo nada que ver con mis dos primeras esposas. En realidad intentó impedirme que me casara con ellas, y ojalá la hubiera escuchado. Ahora no tendría todos esos críos colgándome del cuello.
Se río afectuosamente de sí mismo,y se acarició con satisfacción el mechón rubio que le caía sobre la frente. incluso se tiró de la oreja, como un padre.
- ¡Yo con hijos ! ¿Se lo imagina, a mi edad? Tres críos, y yo solo soy un muchacho. Una vergüenza, ¿no?.
Pero ahora ya no sonreía con satisfacción, pues de pronto había recordado algo. Sally era la única con quien se había casado en la iglesia; por tanto, según la ley natural, ella era su única esposa y no las otras con las que se casara apresuradamente ante jueces de paz en otras ciudades. Sally era piadosa. Tenía una voluntad de hierro, como su madre, de modo que, para evitar que se pusiera demasiado pesada, Johnnie iba a misa con Sally, a veces los domingos y los días de precepto. El jueves pasado había sido la Asunción, y ella le había dado la lata hasta conseguir que la acompañara a la última misa de la tarde. La gran iglesia estaba abarrotada hasta el vestíbulo, pero él y Sally habían llegado bastante pronto y conseguido sentarse en los dos últimos asientos libres de un banco.Esto le había irritado. A veces, si se las arreglaba para que llegaran un poco tarde, tenían que quedarse de pie en el vestíbulo y entonces durante un momento especialmente solemne, cuando todo el mundo estaba de rodillas, podía ponerse cuidadosamente en pié y en silencio- ¡aquel maldito piso de piedra!- y deslizarse al exterior a fumarse un cigarrillo. Incluso en ocasiones le era posible volver sin que Sally llegara a saber que había estado ausente; siempre estaba rezando, de todos modos, dándole vueltas al rosario, toda su devoción fija en el magno suceso que tenía lugar en el altar, y sin darse cuenta de lo incómodo de su postura.
Pero el jueves pasado se había visto atrapado pues alguien le indicó con un gesto los asientos vacantes. Y después siguió entrando el resto de la multitud, bajo un ardiente sol de agosto, y ya no pudieron moverse, pues la gente ocupaba incluso el pasillo central y los laterales, contra las paredes. Gruñó. No sólo estaba atrapado, sino que tendría que luchar para salir cuando la misa hubiera terminado. Vio que el viejo padre Houlihan,al que algunos irreverentes llamaban el Pelmazo de Houlihan, no sólo porque su voz era casi inaudible y por tanto la homilía resultaba una pesadez, sino porque además era muy lento y detallista y la misa no terminaba nunca. Johnnie había gruñido allá en lo más profundo de su garganta. Por lo menos pasarían cuarenta y cinco minutos antes de que pudiera salir de la iglesia. Bien, al menos tenía un pequeño cojín con piel para arrodillarse, no en el suelo de piedras de los pasillos y el vestíbulo.
El sol de agosto entraba a raudales por las altas vidrieras del fondo y de los lados. Todas las puertas estaban abiertas de par en par, pero el aire era sofocante allí y olía a incienso, a piedra y a cera. El padre Houlihan se volvió, alzó y extendió las manos. sus vestiduras blancas y magníficas colgaban sobre su delgado cuerpo.
-Dominus vobiscum- gritó
-Et cum spiritu tuo- respondió debidamente el pueblo.
Algunos niños lloraban por el sofocante calor Johnnie cerró los ojos. Odiaba las duras y agudas voces de los niños, especialmente las voces de los suyos. De pronto oyó un gozoso gorgoteo infantil, una risita. Volvió la cara hacia la izquierda. Ocupaba el último asiento. El pasillo estaba abarrotado de gente. Junto a él, tan cerca casi que podía tocarle, había un jovencito esbelto, apenas de más de veinte años, vestido con ropas bastante pobres y con pesadas botas de trabajador. Llevaba una camisa blanca muy almidonada y una corbata de color azul oscuro.No era muy alto y sus ropas, mal cortadas,le sentaban como si hubieran sido confeccionadas para alguien mucho mayor. Tenía el pelo rubio,muy abundante, y un perfil infantil. Parecía un monaguillo. Tenía en brazos a un niñito de menos de dos años, un chiquillo sonrosado de alegre ojos azules. Era el niño que había soltado aquella risita feliz e inocente. Ahora tiraba de la oreja a su padre y de pronto exclamó gozoso: ¨papa¨ papa¨y beso al joven que lo tenía en brazos.
Este enrojeció un poco, trató de erguirse, luego miró el rostro de su hijito y sus ojos se suavizaron, brillando de orgullo y amor. Johnnie se sintió atraído por aquel brillo, que daba a un perfil vulgar cierta luz santa, tierna. Aquel muchacho ordinario, poco distinguido, parecía envuelto en una aire de exultación. Johnnie jamás había sido piadoso o reverente, ni siquiera de niño, los santos le habían aburrido,nunca había admirado las imágenes, ni se había unido fervorosamente a las plegarias. Su imaginación jamás había sido extraordinaria. Sin embargo, al mirar a aquel joven trabajador, con sus ropas limpias y vulgares y su hijo en brazos, había pensado atónito:¿ Por qué todos los cuadros y estatuas que he visto solo muestran mujeres con niños en los brazos? ¿Por qué no un padre joven como éste, con su hijito? pues... ¡ hay algo heroico en todo esto, algo bueno, noble, algo básicamente hermoso! ¡Algo conmovedor , algo insoportable!
Se sintió conmovido por el mismo hecho de sentirse conmovido. Cuando las lágrimas acudieron a sus ojos se dijo que realmente era muy bueno, ya que tan fácilmente se sentía conmovido por la belleza. Sin embargo, a pesar de ello, a despecho de su orgullo, pudo sentirse honestamente emocionado y un poco triste y humilde. Se había olvidado de aquel joven trabajador y de su hijito en cuanto el sacerdote anunciara el fin de la misa, y no había vuelto a pensar en él desde entonces. Hasta aquel momento, en aquella habitación blanca y fresca, ante las cortinas azules.
Como si otra vez lo tuviera ante sus ojos, creyó ver a aquel padre con su niño, y de nuevo se sintió profundamente conmovido, y volvió a experimentar aquella tristeza sin nombre, aquella tristeza mezclada con compasión y con un anhelo inexplicable.¡Qué demonios! se dijo frotándose la mejilla. ¨supongo que será porque resulta penoso ver a un jovencito así, casado ya, y con un hijo suyo. Cuando sólo es un muchacho. Apenas un niño. pobre infeliz, atado ya a alguna mujer que le había cargado con un hijo cuando apenas tendría veinte años. Trabajaba mucho, eso se veía claro por sus manos ya muy gastadas. Sin embargo, aún tenía toda la brillante inocencia de un niño.Y ¿Por qué no? Si no se hubiera dejado arrastrar al matrimonio por una mujer, si sus padres hubieran tenido dinero, ahora estaría haciendo sus estudios para graduarse en alguna universidad, divirtiéndose y jugando con las chicas y haciendo deporte por todo el país. Pobre chico. Sólo chiquillo.
¨¿Lo es?¨
Johnnie levantó violentamente la cabeza.
-¿Qué?- tartamudeó- ¿Qué dice? ¡Pues claro que era un chiquillo! Debería haber una ley....
Se detuvo en seco ¿Habia oído realmente una voz llena de firmeza, de profunda serenidad? No. Todo era cosa de su imaginación.El hombre tras la cortina no podía haber oído sus pensamientos, y él no había pensado en voz alta. Era todo cuestión de imaginación. Sally decía que él carecía de imaginación, ¡Pero no era más que una embustera! Lo acababa de demostrar de nuevo ahora, no sólo contemplando tan vívidamente a aquel chico con los ojos de su mente sino sufriendo una extraña alucinación de que el hombre había contestado a sus pensamientos.
-Le hablaba de mis tres hijos- dijo ahora al hombre- una vergüenza. es ridículo. A veces ni yo mismo puedo creerlo. No quiero creerlo. después de todo soy muy joven y no hay derecho a estropear así mi juventud. Uno no puede vivir la vida dos veces, y la juventud es todo lo que uno tiene. Sólo tengo treinta....- se detuvo. cerró los ojos ante la terrible palabra.
Tenía más de treinta y dos, pero no hallaba vergonzoso insistir en que era más joven. Se sentía como un chiquillo, como un hombre muy joven.Y lo mismo se sentía todo el mundo a su edad, y tenían razón. La adolescencia continuaba en estos días hasta los treinta y cinco años por lo menos. Incluso los doctores lo insinuaban y, fundamentalmente, ellos deberían saberlo. Un hombre no era ni siquiera maduro ahora hasta que se acercaba a los cincuenta. Y los cuarenta estaban aún muy lejos de Johnnie Martin, a siglos de distancia.
-Sally, mi esposa, dice que todo es realmente culpa de mi padre.Eso es otra mentira.¡Oh!, el viejo no era muy inteligente, excepto en lo que se refería al dinero, pero él si comprendía que la infancia y la juventud son las partes más importantes de la vida. El no las había disfrutado realmente. Tenía veinte y tres cuando se casó con mi madre, y ella diecisiete. ¡Solo unos niños!.
-Era diferente en aquellos tiempos-dijo Johnnie en voz alta y enfática- La gente nacía ya vieja y responsable. Mi misma madre lo decía. Aún no había cumplido los dieciocho cuando nací yo. Papá tenía una ferretería; había sido suya desde los dieciocho. Cuando yo tenía un año, mi padre inventó no sé qué tipo de herramienta y cuando empezó la guerra-la segunda, quiero decir,¿eh?- vendió la patente a alguna compañía que fabricaba material de guerra, y de la noche a la mañana se vio rico con los derechos de autor.Y los derechos no cuentan como ingresos del trabajo a efectos de impuestos; son como ganancia de capital. Así que papá lo consiguió rápido y de una vez.
¨Ahorró la mitad y se gastó la otra mitad. Desde el principio, antes de que las cosas se pusieran tan caras,lo tuvimos todos: una casa maravillosa, criados, coches, todo. Yo fui al parvulario más caro de todos.Papá llenó mi habitación de juguetes maravillosos. Tuve todo lo que quise.Sólo tenía que chillar un poco y ahí estaba, y lo más aprisa que pudieran traérmelo, decía mamá: ¨Tu y yo lo pasamos muy mal, pero el pequeño va a tener todo lo que quiera, todo, para compensar lo que nosotros no tuvimos. ¨¡Y vaya si lo tuve¨!
Frunció el ceño amargamente, mirando la cortina.
- Mamá nunca dejaba de interferir. Refunfuñaba y se quejaba cuando papá venía a casa con los brazos llenos de paquetes para mí, y ropas nuevas, y dulces. Puedo recordarlo como si fuera ayer....bueno, casi lo es en realidad. Mamá decía. ¨Le estás malcriando ahora, y lo estropearás para toda la vida. Estúpido, ¿no?Papá me adoraba, el pobre tipo. Yo me lo pasé en grande.Era ya un viejo cuando nació, y mamá también. Pero, al menos, papá me comprendía.
Se frotó la frente muy roja ahora.
- Sí,él comprendía. Fui a un colegio católico privado.Eso fue idea de mamá, no de mi padre. No podía soportarlo, con todos aquellos sacerdotes tan solemnes y los hermanos tan secos. Cuando me despidieron al acabar el primer año papá se echó a reír, pero mamá lloró. No consigo recordarla nunca riendo y divirtiéndose como nosotros. Ahora comprendo que debíamos haberla enviado a un psiquiatra, a alguien como usted. Estaba mentalmente enferma: Siempre estaba hablando de responsabilidad y de respeto propio, y de madurez, pero cualquiera que sepa algo de todas estas cosas comprenderá que ella era totalmente irresponsable y que le faltaba madurez en su opinión de la vida. No comprendía que las cosas son distintas en estos tiempos y pata todo el mundo. ¿ Qué derecho tenía de hablar de madurez, por ejemplo, a un crío de sólo dieciséis años?.¡Vaya, si en realidad llegó a decirme que yo ya era un hombre...a aquella edad!. ¿No es una imbecilidad? Solo porque a los dieciséis estaba en el primer curso de la escuela superior pensaba que era algo escandaloso o algo así. A los dieciséis, decía ella ya se había graduado. ¡ Pero mire las escuelas de aquellos tiempos, de antes de la guerra! Tenían la idea de que las escuelas eran solo lugares para aprender, no centros de felicidad. Se suponía que uno había de encorvarse sobre los libros durante horas, a estudiar, sin distracciones, sin cursos de diversión, sin divertirse. Se suponía que uno había de llenar su mente de erudición y malgastar toda la infancia en las bibliotecas y en el pupitre.
¨Si, mamá estaba mentalmente enferma. Solía decir: ¨No existe el camino fácil a la instrucción¨¡Cómo si el estudiar en los libros lo fuera todo! Nunca hablaba de jugar, de ser feliz, de estar libre de preocupaciones. lo Juzgaba pecaminoso. Pero es que la habían criado las monjas. Nosotros, los jóvenes, sabemos que la vida es todo lo que uno tiene, y que si se pierde el disfrutarlas se ha perdido para siempre.
¨¿ De verdad ?
Jonnie alzó los ojos asustado de nuevo.
-¿Qué ?-exclamó.
Pero solo el suave susurro del acondicionador de aire le contestó. ¨Ya estoy hablando´solo- se dijo tristemente- Y no me extraña, con todas esa malditas mujeres¨.
-Bien- dijo, sonriéndose a sí mismo con afecto- me expulsaron de aquella escuela preparatoria después del primer año.Mamá lloró como si estuviera enferma, y probablemente lo estaba. Así que me pusieron un profesor particular. Era un viejo también, aunque no por la edad, pues sólo tendría unos veintidós años. Literalmente me retorcía el brazo para que estudiara. Esta vez papá no interfirió mucho. Tenía miedo de que no lograra ingresar y salir adelante en la universidad oficial, y ésa era su meta. No lo conseguí- dijo Johnnie Martin con toda sencillez- pero, ¿Qué demonios importa? Solo se es joven una vez. Entré en otra universidad, una de esas que dan énfasis a los deportes No tenía un auténtico sistema de graduación. No les importaba demasiado. La mayoría de los chicos eran críos como yo que tenían padres como el mío. Que se ocupaban de todo, teníamos buenos coches, apartamentos encantadores fuera del campus, todas las chicas que queríamos ropas estupendas y todo el dinero que podíamos gastar....
Durante un buen rato siguió explicándole la clase de vida que había tenido,su juventud. Su gracduación con el maravilloso regalo de su padre, un automóvil de marca extranjera, y un viaje alrededor del mundo, que duró todo un año, se había graduado a los veinte y tres años. Un crío.
A su regreso, su padre sufriría un infarto y moriría a los cuarenta y nueve años, un viejo, como diría su hijo, había trabajado toda su vida desde los quince años, y ahora se moría. A Johnnie le dejó la mitad de su herencia y a su madre la otra parte. Lo primero que hizo fue mudarse a Nueva York, a un ático expectacular, buscar a los amigos de juergas de siempre y dilapidar su fortuna en viajes, juergas y mujeres. En un desfile conoció a su primera esposa, según él, lo atrapó porque quedó embarazada y había que cumplir!. El que era un crío de apenas veinte y cuatro años, con un crío, no le gustaban los críos. ¡ Yo casándome con la hija de un tendero!. Luego pensé después, siempre me puedo divorciar.Me casé con ella por darle un nombre al crío, aunque no me importara mucho.
De nuevo con repentina claridad, creyó ver al joven padre de la iglesia, con el niño en sus degados brazos y la brillante mirada,mezcla de amor y de gozo en su rostro.
¨Un padre y su hijo¨
-Esa es culpa del pobre chico- dijo Johnnie en respuesta.
Pero la curiosa tristeza, que parecía encerrar una sensación de insoportable pérdida, le cubrió de nuevo como unas alas oscuras.
-Para mi.mamá fue todo un shock, ella es del tipo de gente de granja, anticuada ¿sabe? Facil me resultaba ver lo que pensaba de Debra y en cierto modo sabía que tenía razón. Pareció curarse de su extraña enfermedad metal durante algún tiempo, aunque volvió a recaer cuando insistió en que nos casáramos por la iglesia ante un sacerdote. Debra se negó y yo también. Pero no podía decirle a mamá que me proponía dicorciarme de Debra en cuanto pudiera. Ella ya juzgaba bastante escandaloso que no estuviéramos ¨válidamente casados¨dijo que yo estaba excomulgado, y no se le ocurrió otra cosa que llamar a los sacerdotes, los cuales me dijeron lo mismo. Aquello era insoportable. Además ¿ A quién importaba?
´Bien, Debra pidió Doscientos mil dólares para devolverme la liertad. La envié a Reno en cuanto nació el niño, que quedó al cuidado de mamá. Entonces ésta me preguntó cuánto dinero me quedaba. ¡ No podía creerlo! ¡Solo me quedaban doscientos mil dolares ...de todo aquel dinero! Y lo peor era que había una claúsula en el testamento de papá que decía que, a partir de su muerte, todos los derechos de su invento se habrían de guardar en depósito para sus nietos, Mamá y yo no podíamos tocarlos. El había pensado que con los que nos había dejado limpio, bastaría para nosotros...para mí. Estaba equivocado. ¿Cuánto pueden durar seiscientos mil dólares en estos tiempos¡Nada!. Mi parte era de seiscientos mil y la de mi mamá también.
¨Ella no comprendía lo aprisa que se va el dinero en esta generación y se puso pesadísima. ¿Cómo podía haberme gastado ya medio millón de dólares? Muy fácil, le dije. Viviendo bien, como papá me había enseñado. ¡No viví como un maestro en su año sabático en Europa, puede estar seguro!. Y las mujeres cuestan dinero, y los coches y los apartamentos también y la buena ropa, y el ingreso en clubs decentes ¿ Qué quería que hiciera?
¡Quería que yo me estableciera e hiciera algo!. Figúrese, yo sólo con veintiseis años, sólo un muchacho y ella insistiendo en que fuera un viejo como mi padre. Le había dado a Debra doscientos mil dolares, le recordé, y aún quedaban doscientos mil más. Y me gastaría el resto. ¿No era mío? mamá dijo que por el bien del niño debía hacerme un hombre ¡A mi edad!¡Con toda mi juventud por delante! Quería que volviera a una buena universidad y consiguiera un auténtico título y estudiara leyes o algo luego. Yo pensé en papá y no pude más que imaginarlo riéndose de ella ¡Pobre!
Empezó a hablar con toda prisa:
-Mamá decía que estaba enferma, ¡como si yo no lo supiera! ¿No le pagaba yo para que se cuidara de mi hijo, y no contraté una niñera para él,? Sí, es cierto que me fui a Europa de nuevo. Después de todo, había quedado muy destrozado por mi matrimonio. Y en París conoci a Justine y a su ¨padre¨. Habían estado navegando en su yate, pasándolo bien. ¿ Cómo podía saber yo que él era un tipo contratado, y tan padre de Justine como mío ? El caso es que nos engáñamos mutuamente y fue algo muy divertido.. Luego me casé con Justine en París, y estalló toda la historia.Pero claro, para ese momento Justine había quedado embarazada y yo estaba casado con ella, y el otro había desaparecido con el yate. Intenté divorciarme en París, pero allí son muy pesados para esas cosas, y por tanto nos volvimos a casa y Justine fue algo estupendo durante un tiempo. Luego pidió cincuenta mil de lo que me quedaba por concederme el divorcio, después que nacieron las gemelas y yo se las llevé a mamá.
Miró fijamente la cortina. El tipo de allá atrás debía decir algo, un sonido al menos que indicara su comprensión y simpatía, ¿no? pero nada dijo.
-Bien- siguio Johnnie, furioso de nuevo- mamá perdió por completo la cabeza a partir de ese momento. ¿Qué esperaba que hiciera yo? Ella se guardaba su dinero ¿no? y vivían como hacen esas viejas de la Seguridad Social, contando todos los peniques y yo estaba arruinado. ¿ Qué otra cosa tenía ella en el mundo? No comprendía que era ella misma la que me había traído tanta mala suerte? ¿Es que no le importaba?¡ Pues no!. Todo lo que sabía hacer era mirarme y llorar. Pero al menos aceptó los críos, y yo ayudé a mantenerlos. No mucho. ¿cree que yo bebía o vivia mal, como muchos chicos que yo conozco? No,nada de eso. Solo quería ser feliz, como papá habia deseado que lo fuera, pero al parecer todo el mundo se había confabulado para privarme de mi juventud y mi felicidad. ¡Maldita sea, no voy a dejarles que lo hagan!.
Estaba sudando, de temor ante el Futuro, de indignación ante su presente apuro.
-Eh oiga!- gritó a la cortina-¿ No cree que debería tener alguna felicidad en la vida, y no verme forzado a la vejez antes de tiempo?
No escuchó el menor sonido tras la cortina,pero Johnnie creyó sentir que el hombre se había movido.
-De nadie debe esperarse que se ¨enfrente con la vida¨-siguió- como decía mi madre, a tan temprana edad.No es justo. Es ridículo . Resulta anacrónico en esta época. Yo supongo que siempre lo fue, para ser sincero, sólo que los adultos rehusaban reconocerlo. De todos los problemas del mundo tienen la culpa los adultos que no comprenden a los jóvenes¡¿No está usted de acuerdo conmigo?. Pues muchos educadores lo están. Ellos creen que los niños deben disfrutar de su infancia, y no ser lanzados a la vida cuando aún no son suficitemente maduros. Eso es lo que me sucedió a mí; mi madre fue en realidad la causa de aquellos dos desastrosos matrimonios, cuando era yo sólo un crío y no sabía realmente lo que hacía. ¿ Qué significado podía tener el matrimonio a mi edad? ¿ O incluso ahora? ¡Soy demasiado joven !
¨Y yo también ¨.
¡ Demonios estoy perdiendo la cabeza! Lo había oido, y, a la vez no lo había oido. Se inclinó hacia adelante:
-¿ Dijo que usted es joven también? ¿ De mi edad? Entonces tiene que comprenderme. No cumpliré treinta y tres años hasta dentro de todo un mes...- se detuvo, casi se encogió. Luego habló con tono desafiante- ¿ Qué son treinta y tres años en estos tiempos ?Nada en absoluto. Nunca lo fue, al menos no para un hombre.¡ Seguro que también usted se lo pasa bien cuando no está escondido tras esa cortina!. sonrió al lustroso terciopelo, tan inmovil ante él, y guiñó un ojo.
Luego se sintió triste de nuevo.
- ¿ De qué sirve que siga hablando y hablando? Quedé arruinado, depués de lo de Justine. Le pedí a mamá una pensión; yo quería tener mi propio apartamento. Pero ella se negó.¡Figúrese se negó , mi propia madre! Podía vivir en su casa, con ella y los críos- vaya una casa ruidosa- o ponerme a trabajar. En realidad intentó conseguir que fuera a una auténtica universidad¨, según la llamaba. Jamás en mi vida había querido que yo disfrutara y me hiciera libre de cuidados, como papá se había propuesto. ¡Oh sí!, me dio dinero para mis ropas. Yo le dije que me dejara ir, que me diera algo de dinero y que más tarde, al cabo de unos años, me establecería para siempre. Pero ella era como un muro de piedra, sumida en su enfermedad mental. Me fui a los abogados y hablé de recluirla y de que me dieran poderes para manejar sus asuntos, ¡ pero ellos se rieron en mi cara!. Así que estaba harto. No es justo. La vida nunca fue justa conmigo.
-¨Ni conmigo¨
- ¡¡Eh! Ahora sí que le oí, ¿no?- se sentía muy excitado-¿ Comprende usted que esté harto?
-¨Si, el mundo está harto de tí también¨
-¡ Espere un momento, espere un momento!- dijo Johnnie, herido e indignado- ¡Si ni siquiera me conoce!
Pero el hombre guardaba silencio.
¨Lo oí ¿no?, se preguntó Johnnie. ¿ O es solo cosa de este lugar condenadamente silencioso, sin nada a qué mirar,ni nada que oir más que tu propia voz y tus propios pensamientos? Encerrado conmigo mismo... Me está dando claustrofobia. Me está haciendo ver y oir cosas..¨El corazón empezó a latirle violentamente, como si etuviera a punto de presenciar una terrible revelación, pues tanto temor sentía, siguió hablando pues no podía soportar la verdad ni imaginarla siquiera. A fin de retrasarla, pues tanto temor sentía, siguió hablando a toda prisa.
- Mamá tenía una amiga; la había conocido toda la vida. Y esa amiga tenía una hija, Sally, mayor que yo. Bueno, un año mayor que yo, pero treinta y cuatro años es mucho para una mujer. Cuando esa amiga murió, mamá invitó a Sally a que fuera a vivir con ella y le ayudara con los niños...mis hijos. ¡Santo cielo!, estábamos abarrotados en aquella casita, ¡la pequeña casa que mamá comprara después de morir papá!Vendió nuestra antigua y maravillosa casa. demasiado cara, decia. ¡Ja! Mamá empezó a decaer de modo alarmante después que Sally se viniera con nosotros. Me llamó a su dormitorio una noche y me dijo que se moría. Le sugerí llevarla a un sanatorio para enfermos mentales; si conseguía meterla allí, lo habría arreglado todo. tendría poderes y podría coger al fin todo aquel dinero que era realmente mío. Pero ella me sonrió de forma desagradable, enfermizo en verdad y me dijo que me iba a dejar exactamente veinte mil dólares, y el resto a Sally.
Esperaba un sonido de incredulidad del hombre tras la cortina. Pero sólo le respondió la serena fresca quietud del muro y suelo de mármol.
- Acudí entonces a otros abogados y les conté toda la historia y ellos dijeron que podía impugnar el testamento si quería, pero que los abogados de Sally lucharían conmigo y tendrían muy buenos argumentos a su favor. Después de todo, dijeron, yo había derrochado el dinero que papá me dejara, y podrían presentar eso en mi contra. ¡Diablos! También dijeron que yo no contribuía en nada al sostenimiento de mis...de los críos. Todo eso ocurrió después que mamá muriera ¿ sabe? Murió un mes después de haberme dicho aquello tan insultante, lo que había hecho con su testamento. Los críos tenían el fondo de mi padre, y yo nada más que aquel asqueroso legado. No me duró ni un año.
Se paso las manos patéticamente por el pelo, cerrando los ojos.
-Antes de morirse, mamá me sugirió que me casara con Sally, esa vieja vaca. No podía soportarla. Bueno, esto no es del todo cierto, al principio era atractiva, al estilo serio, con lo que yo creí que era un gran sentido del humor. Parecía un ser humano bastante cálido y acogedor... antes de que me casara con ella. Dulce y amable también. Cariñosa. Buena con los niños. Evitaba que me estorbaran y que me los tropezara a todas horas.Pero a veces- antes y después que nos casáramos- intentaba acercarlos a mí, como si a mi edad yo pudiera sentir un afecto paternal.
De nuevo, como una candente visión, contempló al padre joven con su hijo en brazos, y se removió inquieto.
-¡Oh, son bastante atractivos, el chico especialmente! Todos se parecen a mí. A veces juego con ellos, cuando no están chillando o pidiendo algo. Pero que me cuelguen si voy a actuar como un padre con ellos, a mi edad. Ya sabe lo que es eso. Casado demasiado joven, demasiada responsabilidad antes de ser un adulto. Sally insiste en decirme que el chico ha hecho ya su primera comunión, y que yo tengo ciertos deberes con él. Ella, como mamá, quiere que busque un empleo o que vuelva a la universidad y aprenda algo.Bueno, ella tiene el dinero y yo no. Pero no voy a dejarle que eche a perder mi juventud, como lo intentó mi madre.
Ahora le subieron a los ojos lágrimas de cólera y deseperación. Sacó un esplédido pañuelo de magnífico hilo y se sonó. Y dijo con voz ahogada y vengativa:
-He hecho un infierno de la vida de Sally. Ahora llevamos tres años de casados. Estaba decidido a que ella pagara por lo que me había hecho, utilizando indevida influencia sobre mi madre y robándome mi propio dinero. Durante los últimos meses no le he hablado apenas, y me niego a hacer cualquier cosa por los niños, sólo para enojarla. Me mantengo alejado de aquella asquerosa casa todo lo que puedo... que no es mucho. No tengo dinero, aparte de cien al mes que Sally me da para dinero de bolsillo.¿ Es justo eso?¿con mi propio dinero?.
Se sonó de nuevo.
-De todas formas, eso es todo. Hace unas noches Sally me dijo: ¨Eres desgraciado porque te niegas a crecer, y casi eres un hombre maduro¨¡Un hombre maduro yo! Entonces siguió: ´¨ Y me estas haciendo horriblemente desgraciada también. Me casé contigo porque te amaba, a tí y a tus hijos, y no porque tu madre lo quisiera así. Pensé que podía hacer que te enfrentaras con la vida antes de que fuera demasiado tarde para tí. Pensé que podía convertirte en el padre adecuado para tus hijos, que te necesitan. Después de todo, de haberlo querido, yo podía haberme limitado a heredar el dinero de tu madre y marcharme despues, dejándote con tus hijos para que te ocuparas de ellos como quisieras. Como su guardian te habrían concedido una pensión de los fondos del depósito para mantenerlos hasta que legaran a la edad de veintiun años y heredaran su propio dinero. Quizás debiera haberlo hecho así. En cierto modo no ha sido justo para ti el que yo asumiera la responsabilidad de tus hijos, sin exigir que tu fueras responsable también. Naturalmente no hubieras recibido ni un cétimo en cuanto tus hijos heredaran. Creo-dijo-que si he soportado esto tanto tiempo fue movida por un sentimiento de responsabilidad hacia tí¨
¿Ha oido alguna sarta mayor de estupideces? Yo le dije: ¨Dame al menos la mitad de mi dinero y quedaré satisfecho. ¿Qué te parece? Lo meditó cuidadosamente. Luego dijo: ¨Sí, pero solo si vas a esa santuario y hablas de ello con el hombre que escucha allí. Yo lo hice una vez, cuando mi madre murió. Pensé que no podría soportarlo. ¡Habíamos estado tan unidas! Pero él me hizo comprender. Bien , haré lo que quieras, incluso dejaré que te divorcies de mí, si hablas con él.¨
- Y por eso estoy aquí- acabó Johnnie Martin. de modo que ya he hablado con usted. Ahora puedo volver a Sally y describirselo todo, y entonces seré libre otra vez.
Sonrió, con la repentina y volátil felicidad de un niño que espera ansioso la Navidad.
¿¨Y tus hijos, los pequeños?
- Los enviaré a algún colegio. El chico puede ir a una academia militar. Y las niñas a un convento. Conozco el sitio justo, y yo estaré libre.
¿Para qué?
-Para disfrutar de mi juventud, como quería mi padre.
Volvió la cabeza, y aunque no había ventanas en la habitación el mármol pareció transparentarse y, através de él, vio de nuevo al joven padre con su hijo, el padre joven y responsable, las manos destrozadas por el duro trabajo. ¡Pobre imbécil! ¿Qué haría tras su jornada de trabajo, él, sólo un crío?. Ayudar a su mujer con los pañales y los platos, ocuparse de la lavadora, o darle el baño al bebé y quizás cortar el cesped. ¿ Qué harían él y la mujer que lo había atrapado, pues seguramente no había sido él el agresor, en su tiempo libre, si es que tenían tiempo libre? ¿ Hablarían del porvenir y del futuro de su hijo? ¿ Qué futuro?
¨Un futuro de hombre, pues su hijo tiene un padre que es un hombre¨¨
-¡Solo un muchcho!- protestó Johnnie- Solo un joven
Miró desafiadoramente la cortina, pero no se movió. Se sentó de nuevo. Sus manos descansaron en los brazos del sillón. pronto treinta y tres años, y arruinado. Ni siquiera un trabajo. Un padre que no era realmente un padre. Un extraño sentimiento de pesar le dominó, como la oscura premonición de un futuro desolado y solitario.¿Qué sería de él dentro de diez, de quince años?¿Habría desaparecido su dinero para entonces?¿Habría desaparecido todo lo demás? Mujeres, coches, apartamentos, lujos, viajes,magníficos restaurantes.ropas maravillosas...El dinero no tenía una auténtica cualidad en estos días. Se desvanecía literlamente. Y qué le quedaría después que todo se hubiera ido?¿Sus hijos? No le conocerían, a él que los había abandonado. No le querrían, no dirían ¨mi padre¨como el niño de aquel pobre imbécil diría probablemente de su padre. ël sería viejo...¡Viejo!... y no habría nada. Sólo recuerdos ...¿de qué?
Se puso en pie de un salto, sintiéndose prisionero, ahogándose.
-¡No es justo!- gritó- ¿ Por qué tengo que envejecer? ¡Yo soy joven, joven!.
Corrió a la cortina, vencido por una desesperación que jamás había conocido antes y apretó el botón dándose cuenta solo a medias de que lo hacía y, mientras las cortinas se corrían, repitió:
-¡Soy joven, se lo digo, soy joven! ¡Aún no soy un adulto de verdad!
Y entonces vió al hombre que le había escuchado. le miró estupefacto, abriendo y cerrando los ojos con angustia, tragando saliva a duras penas. Empezó a retirarse lentamente, paso a paso. Llegó al sillón, tanteó con la manó y se aferró a él. Un horrible temor se apoderó de nuevo de Johnnie y otra emoción que todavía no reconocía como una profunda y horrible verguenza, pues jamás en su vida había experimentado tal verguenza.
No podía apartar los ojos de aquellos ojos sombríos que le miraban tan firmemente. estaba seguro de que le miraban con firmeza, amonestándole... Si bien el hombre no le despreciaba en realidad; si , le comprendía perfectamente.
Yo solo tenía treinta y tres años cuando completé mi obra, parecía decirle aquel hombte. Sólo en años tenía su propia edad. Yo no era un niño, ni un joven, ni siquiera en mi carne humana. Yo no había sido niño desde que cumpliera los doce años, aunque estuve sujeto a mi familia como tú no lo estuvisye jamás. Yo era un hombre, y tu jamás has sido un hombre.
-Que Dios me ayude- murmuró Johnnie-No fue solo mi culpa. Fue la de mi padre también. No es que le juzgue, no es que le condene.Sólo estoy diciendo la verdad, como jamás la dije antes. El estaba equivocado. El debía haberme ayudado a ser un hombre y no haberme animado a ser un crío eterno. Pero mi padre no estaba más equivocado que muchos otros millones de padres en este país. Están haciendo niños eternos de sus hijos. Les están negando la virilidad y sus responsabilidades como hombres...
Miró suplicante al hombre, pero lo ojos firmes no parecieron suavizarse ni mostrar simpatía.
-De acuerdo-dijo Johnnie- con una humildad totalmente desconocida antes en él- No voy a seguir mintiendo. Creo que yo lo supe siempre, y que fue culpa mía, aún más que de mi padre. ¡ Yo lo quería así! Yo quería ser un muchacho toda la vida, y divertirme. Sí, creo que lo sabía. Los sacerdotes intentaron decírmelo, y mi madre, y Sally. pero... yo tenía miedo. Tenía miedo-repitió- maravillándose ante el asco que sentía de sí mismo- tenía miedo de ser un hombre.
Se contempló tal cual era: grande, maduro, un poco demasiado pesado, asquerosamente juvenil, peinadito como un bebé de dos años, manicurado, bañado, sano... e inútil. Un mozalbete de mediana edad, estúpido de pies grandes, siempre joven y sonriendo, negando su madurez, negando que llevara dieciocho años de ser adulto. Pensando en sí mismo como en un adolescente. ¿ Quien había inventado aquél término realmente cruel y repulsivo? depués de la pubertad, un niño ya es un hombre y con la madurez de un hombre. Después de la Confirmación él había sido responsable de sus propios pecados y su propia vida... ¿No le habían dicho eso los sacerdotes? El solo era responsable. Y había rehusado la patente responsabildad. ¿ Por qué? Porque había tenido miedo de ser un hombre. Su padre debía haber adivinado su terror y, en su amor, había tratado de calmarle y tranquilizarle. El se equivocaba, Dijo Johnn Martin. Era su deber de padre el conducirme a la virilidad, el haberme liberado. No fue amable conmigo en absoluto. El y yo... entre los dos hicimos lo que soy ahora.
Pero él murió al ver lo que yo era realmente. Sí,ahora lo sé. Lo mismo que mi madre.
Pensó en sus propios hijos, en el chico, Michael, con su rostro joven y firme, las pequeñas gemelas, alegres, de ojos azules, siempre de buen humor.Nunca las había visto antes como las veía ahora, a plena luz de la horrible revelación de sí mismo.¡ Eran unos chicos estupendos! Necesitaban un padre, no la clase de padre que él había tenido, sino un hombre que les guiara, les enseñara, y dirigiera, no que jugara con ellos como un crío más, como hiciera él mismo, y con juguetes que tan pronto le aburrieron. Podía recordar ahora cierta reserva, cierta fría especulación en los ojos de su hijo.¿ Qué habría llegado a pensar su hijo de él?. Johnn Martin cerró los ojos. Bien lo se, pensó. Me considera un imbécil grandote y estúpido., y eso es lo que soy.¡ Que cosa tan terrible que un chico piense así de su padre!.
Y Sally. La paciente, la amable y cariñosa Sally, su esposa. ¿Por qué demonios había querido casarse con él? Hermosa Sally. Jamás había comprendido lo muy hermosa que era en realidad, son sus brillantes ojos castaños, y su ternura con él, y con sus hijos, y su bondad. ¨No la merezcó- pensó- ¿ Me despreciará ella, ni la mitad de lo que yo me desprecio?. ¿ Será demasiado tarde? Quizás no. Sally me envió aquí. También ella ...le vería.
Contempló el hombre silencioso que le miraba. Ahora sí aparecían lágrimas en sus ojos, lágrimas de adulto. Fue lentamente hacia él., y lentamente dobló las rodillas e inclinó la cabeza y besó los pies del hombe y dijo:
-Señor, ten piedad; Cristo ten piedad...
Siguió de rodillas largo tiempo, rezando como jamás antes había rezado en su vida. poco a poco le fue abandonado el asco de si mismo, y el odio que había llegado a sentir por sí mismo y supo que habia sido oido y perdonado, y que ahora había abandonado para siempre su infancia y su juventud. Cuando se pudo de pie, se sintió revestido de virilidad.
-Por favor no me abandones nunca- susurró- Esto no ha terminado aún. Queda un largo camino que recorrer.
Cuando se halló de nuevo bajo el cálido sol de agosto se le ocurrió de pronto que estaba contemplando un mundo que jamás había conocido, un mundo de hombres y deberes, de fieras responsabilidades y lucha. Aún no estaba seguro de que le gustara`¡Pero tendría que gustarle!. Era su mundo. Era el mundo de él y de sus hijos. ¡¨Dios mío, Michael!- pensó- Mi hijo, no puedo perder ni un solo minuto....¨
Entonces vio a Sally que subía por el largo sendero de grava hacia él. Sally, con su rostro pálido y ansioso, los ojos interrogándole en silencio. Empezó a correr hacia ella como un niño corre hacia su madre, pero luego se detuvo. Caminó firmemente por el sendero hacia su esposa, con pasos rápidos pero controlados. Ella se detuvo a esperarle. Johnn Martin le cogió las manos.
-Hola Sally- dijo y sonrió- Vamos a casa.
En el femenino rostro brilló un nuevo gozo. El vio sus ojos húmedos, la boca temblorosa. Sin Importarle la gente sentada a la sombra, en los bancos de mármol, se inclinó hacia ella y la besó.
-Vamos a casa - repitió.
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