A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

domingo, 16 de noviembre de 2014

Ante el Trono de la Belleza...







Hoy quiero compartir con ustedes un escrito del poeta Khalil Gibran, de su libro Obras completas, Tomo I Editorial PANAPO, Caracas, Venezuela 1988. Poeta árabe, nacido en El Líbano en 1883, la mitad de su obra está escrita en su lengua materna y el resto en Inglés.

Y dice así....

¨ Una noche tenebrosa huí del torvo rostro de la sociedad y del enceguecedor clamor de la ciudad y dirigí mis fatigados pasos hacia  el espacioso valle. Seguí el embriagador curso del arroyo y los trinos armoniosos de las aves hasta llegar a un sitio solitario  donde las ramas de los árboles se entrelazaban impidiendo que el sol llegara a la tierra.

Lo que vi entretuvo a mi alma por un instante... mi alma sedienta que nada había visto salvo el espejismo de la vida en lugar de su ternura.

Me hallaba absorto en la meditación y mi espíritu surcaba los cielos cuando una hurí, cubierta con una hoja de parra que cubría su desnudo cuerpo y una corona de amapolas sobre sus dorados cabellos, se reveló de pronto ante mis ojos. Comprendió mi asombro y me saludó diciéndome:

- No temas; soy la Ninfa de la Selva.

-¿ Cómo es posible que una belleza tal esté destinada a vivir en un sitio como este?. Dime quién eres, por favor, y de donde vienes- pregunté.

Ella se sentó graciosamente sobre la hierba verde y respondió:

-¡ Soy el símbolo de la Naturaleza! Soy la virgen eterna que tus antepasados veneraron y en cuyo honor erigieron templos y santuarios en Baalbek y DjAbel.

-Pero aquellos templos y santuarios fueron arrasados y los restos de mis antepasados formaron parte de la tierra-me atreví a decir-; nada quedó que conmemorara su divinidad salvo unas olvidadas páginas en un libro de historia.

- Algunas diosas viven las vidas de sus veneradores y mueren con su muerte- me replicó-, mientras otras viven una vida eterna e infinita. Mi vida descansa sobre el Mundo de la Belleza al que verás a donde quiera que poses la mirada, y esta Belleza es la Naturaleza misma; es el comienzo de la alegría de los pastores  entre los montes y de  las montañas y las planicies. Esta Belleza promueve al sabio al Trono de la Verdad .

-¡ La Belleza es un tremendo poder!- dije entonces.

- Los seres humanos tienen miedo a todo, hasta a ellos mismos- me respondió. Temes al Cielo, origen de la Paz Espiritual; temes a la Naturaleza, el Cielo del descanso y la  quietud; temes al Dios de los dioses  y lo acusas de su cólera, cuando es bueno y misericordioso.

Después de un largo silencio mezclado con dulces sueños, pregunté:

- Háblame de esa Belleza que la gente interpreta y define, cada uno de acuerdo a su propia concepción; he visto honrarla y venerarla de mil formas diferentes.

- La Belleza es aquello que cautiva el alma- respondió- , y aquello que prefiere dar a recibir. Cuando te hallas ante la Belleza  sientes que las manos ocultas en tu interior salen a la luz para llevarlas a los dominios de tu corazón. Es algo magnífico donde se combinan la dicha y la tristeza; es lo Oculto que tu puedes ver y lo Incierto que puedes comprender y lo Mudo que puedes oír; es lo más Sagrado de lo Sagrado que comienza en ti y trasciende en mucho tu imaginación terrenal.

Luego la Ninfa de la Selva se me acercó y posó su perfumada mano sobre mis ojos. Entonces se desvaneció y yo me hallé solo en el Valle. Cuando regresé a la ciudad, cuya turbulencia había cesado de irritarme, repetí sus palabras:

¨La Belleza es aquello que cautiva tu alma,
y prefiere dar a recibir¨


Dejémonos cautivar por la belleza de todo lo que nos rodea, aprendamos a apreciar todas las maravillas que Dios nos ha dado, incluyendo las cosas que damos por sentadas como la vista para poder ver, el olfato, el gusto, el tacto, los oídos... 

No sabemos lo maravillosos que son estos dones que consideramos tan poco... 

Disfrutemos de las cosas simples de la vida, que son gratis y estoy 101% segura de que son más gratas a nuestro corazón que los objetos más caros ideados por el hombre.

Que Dios los bendiga.

Mireya Pérez


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