A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

martes, 4 de noviembre de 2014

Si la Dama del Alba toca mi puerta...












En 1944 Alejandro Casona, escritor y dramaturgo asturiano creó, la obra más significativa de su carrera, La Dama del Alba, una obra de teatro en cuatro tiempos. Formaba parte de la biblioteca de mi padre, y a lo largo de mi vida, no sólo la he leído varias veces, sino que también la he visto en teatro. Siempre me ha llamado la atención, por sus diálogos en aquel castellano que se usaba a principios de siglo, o porque se desarrolla en una noche de San Juan, cuando los aldeanos encienden las hogueras y los jóvenes bailan y saltan hasta el amanecer.

En la obra PEREGRINA, es la Dama del Alba, la cual se acerca cuando está por llegar la hora final de algún alma, por eso al ABUELO, le parece conocida, alguna vez la habrá visto llegar al pueblo en épocas difíciles o cuando algún paisano se ha marchado cuando menos lo esperaban.

Hoy ella se ha acercado a mí, de forma inequívoca, para recordarme lo efímero de nuestro tiempo en este mundo, por ello, les pongo un trozo de esta obra tan maravillosa, quizás alguno no la conozca, pero vale la pena.


PEREGRINA.—¿Cómo han dicho que se llama ese paso peligroso de la sierra?
ABUELO.—El Rabión.
PEREGRINA.—El Rabión es junto al castaño grande,¿verdad? Lo quemó un rayo hace cien años, pero allí sigue con el tronco retorcido y las raíces clavadas en la roca.
ABUELO.—Para ser forastera,conoce bien estos sitios.
PEREGRINA.—He estado algunas veces. Pero siempre de paso.
ABUELO.—Es lo que estoy queriendo recordar desde que llegó.¿Dónde la he visto otra vez… y cuándo?¿Usted no se acuerda de mí?
TELVA.—¿Por qué había de fijarse ella? Si fuera mozo y galán, no digo; pero los viejos son todos iguales.
ABUELO.—Tuvo que ser aquí: yo no he viajado nunca.¿Cuándo estuvo otras veces en el pueblo?
PEREGRINA.—La última vez era un día de fiesta grande, con gaita y tamboril. Por todos los senderos bajaban parejas a caballo adornadas de ramos verdes; y los manteles de la merienda cubrían todo el campo.
TELVA.—La boda de la Mayorazga. ¡Qué rumbo, mi Dios! Soltaron a chorro los toneles de sidra, y todas las aldeas de la contornada se reunieron en el Pradón a bailar la giraldilla.
PEREGRINA.—La vi desde lejos. Yo pasaba por el monte.
ABUELO.—Eso fue hace dos años.¿Y antes?…
PEREGRINA.—Recuerdo otra vez, un día de invierno. Caía una nevada tan grande, que todos los caminos se borraron. Parecía una aldea de enanos, con sus caperuzas blancas en las chimeneas y sus barbas de hielo colgando en los tejados.
TELVA.—La nevadona. Nunca hubo otra igual.
ABUELO.—¿Y antes… mucho antes…?
PEREGRINA (Con un esfuerzo de recuerdo).—Antes… Hace ya tanto años, que apenas lo recuerdo. Flotaba un humo ácido y espeso, que hacía daño en la garganta. La sirena de la mina aullaba como un perro… Los hombres corrían apretando los puños… Por la noche, todas las puertas estaban abiertas y las mujeres lloraban a gritos dentro de las casas.
TELVA(Se santigua sobrecogida).—¡Virgen del Buen Recuerdo,aparta de mí ese día!

DORINA.—¡Ya va Martín galopando camino de la sierra!
FALÍN.—¡Es el mejor jinete a cien leguas!
ANDRÉS.—Cuando yo sea mayor domaré potros como él.
TELVA(Levantándose y recogiendo la labor).—Cuando seas mayor, Dios dirá. Pero mientras tanto,a la cama, que es tarde. Acostado se crece más de prisa.
ANDRÉS.—Es muy temprano. La señora, que ha visto tantas cosas, sabrá contar cuentos y romances.
TELVA.—El delas sábanas blancas es el mejor.
PEREGRINA.—Déjelos. Los niños son buenos amigos míos, y voy a estar poco tiempo.
ANDRÉS.—¿Va a seguir viaje esta noche? Si tiene miedo, yo la acompañaré hasta la balsa.
PEREGRINA.—¡Tú! Eres muy pequeño todavía.
ANDRÉS.—¿Y eso qué? Vale más un hombre pequeño que una mujer grande. El abuelo lo dice.
TELVA.—¿Lo oye? Son de la piel de Barrabás. Deles, deles la mano y verá cómo pronto se toman el pie. ¡A la cama, he dicho!
ABUELO.—Déjalos, Telva. Yo me quedaré con ellos,
TELVA.—¡Eso! Encima quíteme la autoridad y deles mal ejemplo. (Sale rezongando). Bien dijo el que dijo:si el Prior juega a los naipes,¿qué harán los frailes?
ABUELO.—Si va a Compostela puedo indicarle el camino.
PEREGRINA.—No hace falta;está señalado en el cielo con polvo de estrellas.
ANDRÉS.—¿Por qué señalan ese camino las estrellas?
PEREGRINA.—Para que no se pierdan los peregrinos que van a Santiago.
DORINA.—¿Y por qué tienen que ir todos los peregrinos a Santiago?
PEREGRINA.—Porque allí está el sepulcro del Apóstol.
FALÍN.—¿Y por qué está allí el sepulcro del Apóstol?
Los TRES.—¿Por qué?
ABUELO.—No les haga caso. Más pregunta un niño que contesta un sabio. (Viéndola cruzar las manos en las mangas). Se está apagando el fuego.¿Siente frío?
PEREGRINA.—En las manos, siempre.

ABUELO.—Partiré unos leños y traeré ramas de brezo que huelen al arder...


(La Peregrina se deja caer riendo cada vez más. Los niños la imitan riendo también. Pero la risa de la Peregrina va en aumento, nerviosa, inquietante, hasta una carcajada convulsa
que asusta a los pequeños. Se apartan mirándola medrosos. Por fin logra dominarse, asustada de sí misma).
PEREGRINA.—Pero,¿qué es lo que estoy haciendo?… ¿Qué es esto que me hincha la garganta y me retumba cristales en la boca?…
DORINA(Medrosa aún).—Es la risa.
PEREGRINA.—¿La risa?… (Se incorpora con esfuerzo). Qué cosa extraña… Es un temblor alegre que corre por dentro, como las ardillas por un árbol hueco. Pero luego restalla en la cintura, y hace
aflojar las rodillas…
(Los niños vuelven a acercarse tranquilizados).
ANDRÉS.—¿No te habías reído nunca…?
PEREGRINA.—Nunca. (Se toca las manos). Es curioso… me ha dejado caliente las manos… ¿Y esto que me late en los pulsos?… ¿Y esto que me salta aquí dentro?…
DORINA.—Es el corazón.
PEREGRINA(Casi con miedo).—No puede ser… ¡Sería maravilloso… y terrible! (Vacila fatigada). Qué dulce fatiga. Nunca imaginé que la risa tuviera tanta fuerza.
ANDRÉS.—Los grandes se cansan en seguida.¿Quieres dormir?
PEREGRINA.—Después;ahora no puedo. Cuando ese reloj dé las nueve tengo que estar despierta. Alguien me está esperando en el paso del Rabión.
DORINA.—Nosotros te llamaremos. (Llevándola al sillón de la lumbre). Ven. Siéntate.
PEREGRINA.—¡No! No puedo perder un minuto (Se lleva un dedo a los labios). Silencio… ¿No oís, lejos, galopar un caballo?
FALÍN.—Yo no oigo nada.
DORINA.—Será el corazón otra vez.
PEREGRINA.—¡Ojalá! Ah,cómo me pesan los párpados. No puedo…, no puedo más. (Se sienta rendida).
ANDRÉS.—Angélica sabía unas palabras para hacernos dormir.¿Quieres que te las diga?
PEREGRINA.—Di. Pero no lo olvides… A las nueve en punto…
ANDRÉS.—Cierra los ojos y vete repitiendo sin pensar. (Va salmodiando lentamente). Allá arribita arribita…
PEREGRINA. (Repite,cada vez con menos fuerza).—Allá arribita arribita…
ANDRÉS.—Hay una montaña blanca…
PEREGRINA.—Hay una montaña blanca…
DORINA.—En la montaña, un naranjo…
PEREGRINA.—En la montaña, un naranjo…
FALÍN.—En el naranjo, una rama…
PEREGRINA.—En el naranjo, una rama…
ANDRÉS.—Y en la rama cuatro nidos… dos de oro y dos de plata…
PEREGRINA(Ya sin voz) —Y en la rama cuatro nidos… cuatro nidos… cuatro… nidos…
ANDRÉS.—Se durmió.
DORINA.—Pobre… Debe estar rendida de tanto caminar.
(El abuelo, que ha llegado con leños y ramas secas contempla desde el umbral el final dela escena. Entra Telva).....

http://llevatetodo.com/libros/Casona-La.Dama.Del.Alba.PDF Este es el link para leer la obra de teatro completa.

Espero que les guste, para mi representa un mundo al cual pertenecía mi padre, y quizás por eso es tan importante para mis recuerdos.

No le tengamos miedo a PEREGRINA, seguramente será una dulce compañera de viaje, en la tarde final de nuestra particular partida.

Que Dios los bendiga

Mireya Pérez.


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