Viendo en las redes sociales el aniversario de bodas de una de mis niñas, se me ocurrió ver qué significaban los cuarenta años que vamos a cumplir mi esposo y yo el próximo mes de diciembre. Y con sorpresa vi que son los años de Rubí.
Aunque no soy amante de los brillantes o los diamantes, reconozco que si me gustan los rubíes, quizás porque tienen ese color rojo sangre de pichón, como me decía una amiga muy querida, o simplemente porque era la piedra que más le gustaba a mi padre.
Creo que a lo largo de esta larga vida juntos, hemos recorrido caminos de muy diferentes tipos y construcciones: desde los mejor asfaltados y mantenidos, hasta caminos de tierra y pedruscos, que casi acabaron con la amortiguación del coche. En más de una ocasión, cuando los nervios no estaban aún suficientemente templados, amenacé con bajarme del coche, y quizás hasta llegué a poner un pie en la calzada. Pero luego de reflexionar y evaluar los pro y los contra, decidí agarrar a mis muchachos y seguir en el camino, en las buenas y en las malas, y hasta que el dueño del camino nos diga...
Durante estos cuarenta años, hemos vivido momentos maravillosos, y aún hoy, a pesar de todo, hay momentos por los cuales agradecer a Dios todo lo vivido. Nos une un amor profundo, maduro, evolucionado, una profunda amistad, al punto que es para mí el amigo más fiel que conozco, ha sido mi caballero de la armadura brillante, y el mago que me hechizó con su mirada y una frase que dijo cuando lo conocí y que nunca he olvidado...- Adiós Caraaaa!!.
Cometimos errores e hicimos muchas cosas bien, o por lo menos lo intentamos...Pero siempre estuvo a mi lado, aún en el dolor o a pesar del dolor.
Fue el cómplice de la hija, y el abuelo celoso de los nietos, jajajaj, si supiera que no tiene sentido eso, que los niños son niños y que no entienden de esas cosas, que son de adultos, pero en eso sigue siendo niño, mi tercer hijo como dicen mis amigas. El más consentido de todos, el que no se resigna a dejar de ser el primero en la lista, porque para él yo soy la primera.
Nunca ha querido que yo cambiara, si en sus manos hubiera estado la posibilidad de que yo mantuviera mi inocencia de niña, mi candidez, mi forma juvenil aparente, todavía lo sería. Pero he tenido que madurar, que crecer, que evolucionar hasta ser quien soy. Lo que le resta a él, el poder absoluto de decisión. Pero de eso se trata la vida en pareja, del crecimiento mutuo, a veces por igual, otras a destiempo, pero todos y cada uno deben cumplir el camino que les toca.
Yo me he ido preparando para el tránsito por este camino que he llamado de Rubí, por lo que tiene de dureza, de color en el fondo del alma. También es luminoso, y cuando ha llovido, desprende hermosos colores tornasolados que inundan la vista de alegría.
Ojalá podamos hacer de ese día de aniversario un día muy especial, cuento con ilusión los días, para darle alguna sorpresa, de las que siempre planeé, durante todos estos años.
¿Cuántos más nos regalará el dueño del camino?, no lo sé, pero hace tiempo que sólo miro el día a día, con las cosas buenas por las cuales hay que dar siempre gracias a Dios. Estamos vivos, juntos y tenemos unos hijos y nietos maravillosos. Y gente que nos quiere y aprecia. No se puede pedir más.
Feliz día.
Que Dios los bendiga
Mireya Pérez.
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